Capitulo 7

Conclusión

Hemos llegado al final de nuestro estudio del programa magnífico de salvación que Dios ha provisto. Hemos visto que Dios ciertamente tiene una oferta bienintencionada de salvación que va al mundo entero, y El ha prometido que todo aquel que en El cree, no se pierde, más tiene vida eterna. Hemos visto, no obstante, que debido a que el hombre está muerto en sus pecados, es decir, completamente rebelde contra Dios y esclavo de Satanás, jamás de su propia voluntad responderá al Evangelio. Mas, antes de la fundación de la tierra, Cristo tenía un plan de salvación intrincado y detallado en el cual El nombró aquellos a quienes salvaría. Por lo tanto, a medida que el Evangelio va a todo el mundo, Cristo está buscando a aquellos a quienes El ha planeado salvar; ¡y efectivamente El los salvará!

 
Dios es soberano en estas cosas y nada puede frustrar la voluntad eterna de Dios. Una vez más puede hacerse la pregunta: "¿Cuál es mi condición si no soy salvo y no soy uno de los elegidos de Dios? ¿Existe alguna posibilidad de que yo pueda ser salvo?" La respuesta que debemos dar es que el programa de elección de Dios es asunto de Dios y no nuestro. Si no somos salvos, sólo hay un camino para justificarse con Dios y es a través del Señor Jesucristo. Si reconocemos nuestros pecados, nos entregamos a las misericordias de Dios, y confiamos en Cristo como nuestro Salvador, sea que pensemos que somos elegidos o no, encontraremos que solamente hay esperanza en la sangre preciosa de Cristo en la cruz.


Si una persona es elegida para salvación, Dios inclinará su voluntad, y esa persona deseará ser salva. Nunca más, en su alma nacida de nuevo, querrá pecar otra vez. Si una persona no está predestinada para salvación, en lo más mínimo estará interesada en el programa de salvación de Dios. Ella tratará de diseñar un plan de salvación por su cuenta, mas no le importará el plan de salvación de Dios.


Me viene a la mente que el reformador Martín Lutero, cuando era un muchacho, leyó los escritos de San Agustín concernientes a la elección y predestinación, los cuales estaban basados sobre los escritos bíblicos de Pablo. Lutero luchaba en angustia con el horrible pensamiento de que, por más que quería ser salvo y fiel, quizá él no era uno de los elegidos que fue predestinado para salvación. Tan sólo el pensamiento de que él no era uno de los elegidos de Dios le causaba gran aflicción.


En ansiedad y lágrimas, él llevó esta preocupación a su amado pastor, quien le dijo: "¡Deja de preocuparte, Martín, acerca de estos asuntos teológicos elevados! ¡En vez de eso, mira la preciosa sangre de Jesús derramada en la cruz, la cual fue derramada por tus pecados! ¡Allí es donde se encuentra el perdón! Mira a la sangre de Jesús derramada en el Calvario para el perdón de tus pecados y para tu salvación!" Sí, es cierto que la salvación se encuentra en la cruz. ¡Mantén tus ojos en tu precioso Señor y Salvador, Jesucristo! ¡Encuentra tu salvación y perdón en su sangre derramada en la cruz del Calvario!


El consejo dado a Lutero es buen consejo para nosotros cuando luchamos con tales preguntas. ¿Se da cuenta? En el momento cuando estamos sintiendo preocupación, es cuando Dios en verdad está llamando. ¡En ese momento, no se preocupe de la predestinación y elección! ¡Tan sólo confíe en Jesús! El vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Cuando usted reconoce que tiene que ir al Infierno a causa de sus pecados, y no obstante usted no quiere ir allí, sino que desea pasar la eternidad en gozo alabando a nuestro maravilloso Dios en la reunión de los santos, entonces simplemente entréguese a la misericordia de Dios y clame a El pidiéndole su amorosa salvación a través de la sangre de Jesucristo. ¡Puede contar con el hecho de que USTED SERÁ SALVO!


Dios claramente enseña que si usted le busca de todo corazón (Deuteronomio 4:29), usted será salvo. "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mateo 7:7). "Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre: los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios" (Juan 1:12-13).


Después de ser salvo, usted deseará estudiar la Biblia; y cuando usted la lea, se dará cuenta que cuando usted quería ser salvo, era porque Dios lo estaba atrayendo. El lo eligió a usted, El hizo Su obra de gracia dentro del corazón suyo. Usted llegó a nacer de nuevo de la voluntad de Dios.


La doctrina de la elección no frustra el llamado del Evangelio en manera alguna. Es en cambio el seguro que garantiza que el plan del Evangelio de Dios saldrá triunfante. Hablando en un sentido más profundo, en realidad, es la sangre derramada de Jesús la que garantiza que el programa del Evangelio de Dios tendrá éxito.


Una vez salvo, usted cederá a Dios a medida que El le torna del programa de salvación diseñado por usted y lo hace parte de Su programa de salvación. Si usted cede su voluntad en arrepentimiento a Dios por medio de Cristo, a medida que Dios le habilita a hacerlo, entonces la sangre derramada de Jesús en el Calvario en acuerdo con el programa de elección y predestinación de Dios garantizará absolutamente que usted será salvo.


¡Confío en que este estudio nos ayude a todos a ganar una apreciación mayor de cuán grande y maravilloso Dios tenemos! El es soberano en todas las área de nuestra vida. ¡Alabemos a Dios por su magnífico programa de salvación!

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