Juan 15-21


 
Juan 15
 
  1   Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
  2   Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo limpia, para que lleve más fruto.
  3   Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.
  4   Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
  5   Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.
  6   Si alguno no permanece en mí, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
  7   Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis todo lo que quisiereis, y os será hecho.
  8   En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
  9   Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
  10   Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como también yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
  11   Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
  12   Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
  13   Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.
  14   Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
  15   Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; mas os he llamado amigos, porque os he dado a saber todas las cosas que recibí de mi Padre.
  16   No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre; Él os lo dé.
  17   Esto os mando: Que os améis unos a otros.
  18   Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
  19   Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
  20   Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
  21   Pero todo esto os harán por causa de mi nombre; porque no conocen al que me envió.
  22   Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de su pecado.
  23   El que me aborrece, también a mi Padre aborrece.
  24   Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; mas ahora también ellos las han visto, y nos han aborrecido a mí y a mi Padre.
  25   Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
  26   Pero cuando viniere el Consolador, al cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio de mí.
  27   Y vosotros también daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio.

 
Juan 16
 
  1   Estas cosas os he hablado para que no os escandalicéis.
  2   Os echarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os matare, pensará que rinde servicio a Dios.
  3   Y esto os harán, porque no han conocido al Padre, ni a mí.
  4   Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordéis que yo os lo había dicho; pero esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.
  5   Mas ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?
  6   Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.
  7   Mas yo os digo la verdad: Os es necesario que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os le enviaré.
  8   Y cuando Él viniere, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.
  9   De pecado, por cuanto no creen en mí;
  10   y de justicia, por cuanto voy a mi Padre, y no me veréis más;
  11   y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ya es juzgado.
  12   Aún tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar.
  13   Mas cuando viniere el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir.
  14   Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
  15   Todo lo que tiene el Padre, mío es; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
  16   Un poco más, y no me veréis; y otra vez un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre.
  17   Entonces algunos de sus discípulos dijeron entre ellos: ¿Qué es esto que nos dice: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis, y: Porque yo voy al Padre?
  18   Así que decían: ¿Qué es esto que dice: Un poco? No entendemos lo que habla.
  19   Y Jesús sabía que le querían preguntar, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: Un poco, y no me veréis; y otra vez, un poco, y me veréis?
  20   De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en alegría.
  21   La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha venido su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.
  22   Así vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza; mas os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.
  23   En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
  24   Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
  25   Estas cosas os he hablado en parábolas, mas la hora viene cuando ya no os hablaré en parábolas, sino que claramente os anunciaré del Padre.
  26   Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros;
  27   pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me amasteis, y habéis creído que yo salí de Dios.
  28   Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo al mundo y voy al Padre.
  29   Sus discípulos le dijeron: He aquí, ahora hablas claramente y ninguna parábola dices.
  30   Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has venido de Dios.
  31   Jesús les respondió: ¿Ahora creéis?
  32   He aquí la hora viene, y ya ha venido, en que seréis dispersados cada uno a los suyos, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
  33   Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

 
Juan 17
 
  1   Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha venido; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique a ti.
  2   Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
  3   Y ésta es la vida eterna: Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.
  4   Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
  5   Y ahora, oh Padre, glorifícame tú contigo mismo, con la gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
  6   He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.
  7   Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, son de ti;
  8   porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y en verdad han conocido que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
  9   Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son.
  10   Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo soy glorificado en ellos.
  11   Y ya no estoy en el mundo; pero éstos están en el mundo, y yo a ti vengo. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
  12   Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliese.
  13   Y ahora vengo a ti, y hablo estas cosas en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
  14   Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
  15   No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
  16   No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
  17   Santifícalos en tu verdad: Tu palabra es verdad.
  18   Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
  19   Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
  20   Y no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
  21   Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
  22   Y la gloria que me diste, yo les he dado; para que sean uno, como nosotros somos uno.
  23   Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en uno; y para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado como también a mí me has amado.
  24   Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
  25   Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
  26   Y yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

 
Juan 18
 
  1   Cuando Jesús hubo dicho estas palabras, salió con sus discípulos al otro lado del arroyo de Cedrón, donde había un huerto, en el cual Él entró, y sus discípulos.
  2   Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar; porque Jesús muchas veces se reunía allí con sus discípulos.
  3   Entonces Judas, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales de los sacerdotes y de los fariseos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas.
  4   Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre Él, salió y les dijo: ¿A quién buscáis?
  5   Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y Judas, el que le entregaba, también estaba con ellos.
  6   Y cuando Él les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.
  7   Entonces les volvió a preguntar: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno.
  8   Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;
  9   para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
  10   Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, e hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
  11   Entonces Jesús dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que mi Padre me ha dado, ¿no la he de beber?
  12   Entonces la compañía de soldados y el tribuno, y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús, y le ataron.
  13   y le llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año.
  14   Y Caifás era el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un hombre muriese por el pueblo.
  15   Y Simón Pedro seguía a Jesús, y otro discípulo; y aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote.
  16   Mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Entonces salió aquel discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la criada que guardaba la puerta, y metió dentro a Pedro.
  17   Entonces la criada que guardaba la puerta, dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Él dijo: No soy.
  18   Y los siervos y los alguaciles que habían encendido unas brasas, porque hacía frío, estaban de pie y se calentaban; y con ellos estaba Pedro, calentándose.
  19   Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
  20   Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde siempre se reúnen los judíos, y nada he hablado en oculto.
  21   ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.
  22   Y cuando Él hubo dicho esto, uno de los alguaciles que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?
  23   Le respondió Jesús: Si he hablado mal, da testimonio del mal; y si bien, ¿por qué me hieres?
  24   Entonces Anás le envió atado a Caifás sumo sacerdote.
  25   Y estaba Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres también tú de sus discípulos? Él negó, y dijo: No soy.
  26   Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con Él?
  27   Y Pedro negó otra vez; y en seguida cantó el gallo.
  28   Y llevaron a Jesús de Caifás al pretorio; y era de mañana; y ellos no entraron al pretorio para no ser contaminados, y así poder comer la pascua.
  29   Entonces Pilato salió a ellos, y dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre?
  30   Respondieron y le dijeron: Si Éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.
  31   Entonces Pilato les dice: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos es lícito dar muerte a nadie;
  32   para que se cumpliese la palabra de Jesús, que había dicho, indicando de qué muerte había de morir.
  33   Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
  34   Jesús le respondió: ¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
  35   Pilato respondió: ¿Soy yo judío? Tu nación misma, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
  36   Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero ahora mi reino no es de aquí.
  37   Pilato entonces le dijo: ¿Acaso, eres tú rey? Jesús respondió: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
  38   Pilato le dijo: ¿Qué es verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Ninguna falta hallo en Él.
  39   Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte uno en la pascua: ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?
  40   Entonces todos dieron voces otra vez, diciendo: No a Éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era ladrón.

 
Juan 19
 
  1   Así que, entonces tomó Pilato a Jesús y le azotó.
  2   Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron de una ropa de púrpura;
  3   y decían: ¡Salve, Rey de los judíos¡ Y le daban de bofetadas.
  4   Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: He aquí, os lo traigo fuera, para que entendáis que ninguna falta hallo en Él.
  5   Entonces salió Jesús, llevando la corona de espinas y la ropa de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!
  6   Y cuando le vieron los príncipes de los sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! Pilato les dice: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo falta en Él.
  7   Los judíos respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo el Hijo de Dios.
  8   Y cuando Pilato oyó estas palabras, tuvo más miedo.
  9   Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio respuesta.
  10   Entonces le dice Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?
  11   Respondió Jesús: Ninguna potestad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.
  12   Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a Éste sueltas, no eres amigo de César; cualquiera que se hace rey, contradice a César.
  13   Entonces Pilato oyendo este dicho, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar que es llamado el Enlosado, y en hebreo, Gabata.
  14   Y era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: He aquí vuestro Rey.
  15   Pero ellos dieron voces: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos rey sino a César.
  16   Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Y tomaron a Jesús, y le llevaron.
  17   Y Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota;
  18   donde le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.
  19   Y escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz. Y el escrito era: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.
  20   Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba escrito en hebreo, y en griego, y en latín.
  21   Y los principales sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: El Rey de los judíos; sino que Él dijo: Rey soy de los judíos.
  22   Pilato respondió: Lo que he escrito, he escrito.
  23   Y cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestiduras e hicieron cuatro partes, para cada soldado una parte; y también su túnica, y la túnica era sin costura, toda tejida desde arriba.
  24   Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será; para que se cumpliese la Escritura que dice: Repartieron entre sí mis vestiduras, y sobre mi ropa echaron suertes. Esto, pues, hicieron los soldados.
  25   Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María esposa de Cleofas, y María Magdalena.
  26   Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo que Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
  27   Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
  28   Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, para que la Escritura se cumpliese, dijo: Tengo sed.
  29   Y estaba allí un vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y puesta sobre un hisopo, se la acercaron a la boca.
  30   Y cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
  31   Entonces los judíos, por cuanto era el día de la preparación, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado ( porque era gran día aquel sábado ), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados.
  32   Y vinieron los soldados y quebraron las piernas al primero, y al otro que había sido crucificado con Él.
  33   Mas cuando vinieron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.
  34   Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua.
  35   Y el que lo vio, da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.
  36   Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliese la Escritura: Hueso suyo no será quebrado.
  37   Y también otra Escritura dice: Mirarán a Aquél a quien traspasaron.
  38   Y después de estas cosas, José de Arimatea, el cual era discípulo de Jesús, aunque secreto por miedo a los judíos, rogó a Pilato que le dejase quitar el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo permitió. Entonces vino, y quitó el cuerpo de Jesús.
  39   Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloe, como cien libras.
  40   Y tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias, como es costumbre de los judíos sepultar.
  41   Y en el lugar donde había sido crucificado había un huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno.
  42   Allí, pues, pusieron a Jesús, por causa del día de la preparación de los judíos, porque aquel sepulcro estaba cerca.

 
Juan 20
 
  1   Y el primer día de la semana, de mañana, siendo aún oscuro, María Magdalena vino al sepulcro, y vio quitada la piedra del sepulcro.
  2   Entonces corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.
  3   Pedro entonces salió, y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.
  4   Y corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
  5   Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí; mas no entró.
  6   Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
  7   y el sudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto en un lugar aparte.
  8   Entonces entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó.
  9   Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que Él resucitase de los muertos.
  10   Entonces los discípulos se volvieron a sus casas.
  11   Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y llorando se inclinó a ver el sepulcro;
  12   y vio dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
  13   Y le dicen: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dice: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
  14   Y habiendo dicho esto, volteó hacia atrás, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
  15   Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dice: Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has puesto, y yo lo llevaré.
  16   Jesús le dice: María. Volviéndose ella, le dice: ¡Raboni! ( que quiere decir, Maestro ).
  17   Jesús le dice: No me toques; porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
  18   Vino María Magdalena dando las nuevas a los discípulos de que había visto al Señor, y que Él le había dicho estas cosas.
  19   Y el mismo día al anochecer, siendo el primero de la semana, estando las puertas cerradas en donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y poniéndose en medio, les dijo: Paz a vosotros.
  20   Y habiendo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
  21   Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros: Como me envió el Padre, así también yo os envío.
  22   Y habiendo dicho esto, sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
  23   A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
  24   Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
  25   Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
  26   Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Entonces vino Jesús, estando las puertas cerradas, y poniéndose en medio, dijo: Paz a vosotros.
  27   Entonces dijo a Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos; y da acá tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
  28   Y Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
  29   Jesús le dijo: Tomás, porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
  30   Y ciertamente muchas otras señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
  31   Pero éstas se han escrito, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

 
Juan 21
 
  1   Después de estas cosas Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera.
  2   Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás llamado el Dídimo, y Natanael, el que era de Caná de Galilea, y los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
  3   Simón Pedro les dijo: A pescar voy: Ellos le dijeron: Nosotros también vamos contigo. Fueron y luego subieron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
  4   Y al amanecer, Jesús se puso a la ribera; mas los discípulos no sabían que era Jesús.
  5   Entonces Jesús les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.
  6   Y Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar por la multitud de peces.
  7   Entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesús, dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Y cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó su ropa ( porque estaba desnudo ), y se echó al mar.
  8   Y los otros discípulos vinieron en una barquilla ( porque no estaban lejos de tierra, sino como a doscientos codos ), trayendo la red con los peces.
  9   Y como llegaron a tierra, vieron brasas puestas, y un pez sobre ellas, y pan.
  10   Jesús les dijo: Traed de los peces que pescasteis ahora.
  11   Simón Pedro subió, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió.
  12   Jesús les dijo: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién eres? Sabiendo que era el Señor.
  13   Entonces viene Jesús, y toma el pan, y les da; y así mismo del pez.
  14   Ésta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
  15   Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le dice: Sí Señor, tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis corderos.
  16   Vuelve a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dice: Apacienta mis ovejas.
  17   Le dice la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro, entristecido de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas.
  18   De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
  19   Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, le dice: Sígueme.
  20   Entonces Pedro, volviéndose, ve a aquel discípulo al cual Jesús amaba, que los seguía, el que también se había recostado en su pecho en la cena, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?
  21   Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y éste qué?
  22   Jesús le dice: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Tú sígueme.
  23   Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo: No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga ¿qué a ti?
  24   Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
  25   Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, las cuales si se escribiesen una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.

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