Juan 8-14


 
Juan 8
 
  1   Y Jesús se fue al monte de los Olivos.
  2   Y muy de mañana vino otra vez al templo, y todo el pueblo vino a Él; y sentado Él, les enseñaba.
  3   Entonces los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio,
  4   le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el acto mismo de adulterio;
  5   y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales: ¿Tú, pues, qué dices?
  6   Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo, como si no les oyera.
  7   Y como persistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
  8   Y volviéndose a inclinar hacia el suelo, escribía en tierra.
  9   Y oyéndolo ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
  10   Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
  11   Y ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
  12   Y otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.
  13   Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.
  14   Jesús respondió y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; mas vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.
  15   Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.
  16   Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo, y el Padre que me envió.
  17   También está escrito en vuestra ley que el testimonio de dos hombres es verdadero.
  18   Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y el Padre que me envió da testimonio de mí.
  19   Entonces le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.
  20   Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió; porque aún no había llegado su hora.
  21   Y Jesús les dijo otra vez: Yo me voy, y me buscaréis, mas en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.
  22   Decían entonces los judíos: ¿Se ha de matar a sí mismo, pues dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?
  23   Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
  24   Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
  25   Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Y Jesús les dijo: El mismo que os he dicho desde el principio.
  26   Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió, es verdadero; y yo, lo que he oído de Él, esto hablo al mundo.
  27   Mas no entendieron que les hablaba del Padre.
  28   Entonces Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que como mi Padre me enseñó, así hablo.
  29   Y el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.
  30   Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en Él.
  31   Y dijo Jesús a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
  32   y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
  33   Le respondieron: Simiente de Abraham somos, y jamás fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?
  34   Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
  35   Y el esclavo no queda en casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre.
  36   Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
  37   Sé que sois simiente de Abraham, mas procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros.
  38   Yo hablo lo que he visto cerca de mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis visto cerca de vuestro padre.
  39   Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
  40   Mas ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; Abraham no hizo esto.
  41   Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Le dijeron entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un Padre tenemos, que es Dios.
  42   Jesús entonces les dijo: Si Dios fuese vuestro Padre, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que Él me envió.
  43   ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
  44   Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer; él ha sido homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira.
  45   Y porque yo os digo la verdad, no me creéis.
  46   ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
  47   El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por eso no las oís vosotros, porque no sois de Dios.
  48   Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?
  49   Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.
  50   Y yo no busco mi gloria, hay quien la busca, y juzga.
  51   De cierto, de cierto os digo, si alguno guarda mi palabra, jamás verá muerte.
  52   Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarde mi palabra, jamás probará muerte.
  53   ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? También los profetas murieron. ¿Quién te haces a ti mismo?
  54   Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es vuestro Dios.
  55   Y no le conocéis; mas yo le conozco; y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros, pero le conozco, y guardo su palabra.
  56   Abraham vuestro padre se regocijó de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
  57   Le dijeron entonces los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
  58   Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.
  59   Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se encubrió, y salió del templo atravesando por en medio de ellos, y así pasó.

 
Juan 9
 
  1   Y pasando Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
  2   Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres para que naciese ciego?
  3   Respondió Jesús: No es que haya pecado éste, ni sus padres; sino para que las obras de Dios se manifestasen en él.
  4   Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene cuando nadie puede obrar.
  5   Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
  6   Habiendo dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,
  7   y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé ( que interpretado significa, Enviado ). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.
  8   Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?
  9   Unos decían: Éste es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy.
  10   Y le dijeron: ¿Cómo fueron abiertos tus ojos?
  11   Respondió él y dijo: El hombre que se llama Jesús hizo lodo, y me untó los ojos, y me dijo: Ve al estanque de Siloé, y lávate, y fui y me lavé, y recibí la vista.
  12   Entonces le dijeron: ¿Dónde está Él? Él dijo: No sé.
  13   Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.
  14   Y era sábado cuando Jesús hizo el lodo, y le abrió los ojos.
  15   Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Y él les dijo: Puso lodo sobre mis ojos, y me lavé, y veo.
  16   Entonces unos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, pues no guarda el sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales milagros? Y había disensión entre ellos.
  17   Vuelven a decir al ciego: ¿Tú, qué dices del que abrió tus ojos? Él dijo: Que es profeta.
  18   Pero los judíos no creían de que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,
  19   y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?
  20   Respondiendo sus padres, les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego;
  21   pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros no lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo.
  22   Esto dijeron sus padres porque tenían miedo de los judíos; porque los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Él era el Cristo, debía ser expulsado de la sinagoga.
  23   Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.
  24   Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es pecador.
  25   Mas él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.
  26   Y le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
  27   Él les respondió: Ya os lo he dicho antes, y no habéis oído; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?
  28   Entonces le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros discípulos de Moisés somos.
  29   Nosotros sabemos que a Moisés habló Dios; pero Éste, no sabemos de dónde sea.
  30   Respondió el hombre, y les dijo: Por cierto, cosa maravillosa es ésta, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos.
  31   Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a éste oye.
  32   Desde el principio del mundo no fue oído que alguno abriese los ojos de uno que nació ciego.
  33   Si Éste no fuera de Dios, nada podría hacer.
  34   Respondieron, y le dijeron: Naciste enteramente en pecado, ¿y tú nos enseñas? Y le expulsaron.
  35   Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?
  36   Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en Él?
  37   Y Jesús le dijo: Le has visto, y el que habla contigo, Él es.
  38   Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.
  39   Y dijo Jesús: Para juicio yo he venido a este mundo, para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados.
  40   Entonces algunos de los fariseos que estaban con Él, al oír esto, dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos?
  41   Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora porque decís: Vemos; vuestro pecado permanece.

 
Juan 10
 
  1   De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es ladrón y salteador.
  2   Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
  3   A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.
  4   Y cuando ha sacado sus propias ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
  5   Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él; porque no conocen la voz de los extraños.
  6   Esta parábola les dijo Jesús; mas ellos no entendieron qué era lo que les decía.
  7   Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
  8   Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.
  9   Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
  10   El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
  11   Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
  12   Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
  13   Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas.
  14   Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
  15   Como el Padre me conoce, así también yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
  16   También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
  17   Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
  18   Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
  19   Y volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras.
  20   Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?
  21   Otros decían: Estas palabras no son de endemoniado: ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?
  22   Y en esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación; y era invierno;
  23   y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
  24   Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de turbar el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
  25   Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
  26   mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
  27   Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
  28   y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
  29   Mi Padre que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
  30   Yo y mi Padre uno somos.
  31   Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
  32   Les respondió Jesús: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de esas obras me apedreáis?
  33   Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
  34   Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?
  35   Si llamó dioses a aquellos a los cuales vino la palabra de Dios ( y la Escritura no puede ser quebrantada ),
  36   ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Yo soy el Hijo de Dios?
  37   Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.
  38   Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en Él.
  39   Y otra vez procuraron prenderle; pero Él se escapó de sus manos.
  40   Y se fue otra vez al otro lado del Jordán, al lugar donde primero Juan bautizaba; y se estuvo allí.
  41   Y muchos venían a Él, y decían: Juan, a la verdad, ningún milagro hizo, pero todo lo que Juan dijo de Éste, era verdad.
  42   Y muchos creyeron en Él allí.

 
Juan 11
 
  1   Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
  2   ( María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos. )
  3   Enviaron, pues, sus hermanas a Él, diciendo: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
  4   Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
  5   Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro.
  6   Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días en el mismo lugar donde estaba.
  7   Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos a Judea otra vez.
  8   Sus discípulos le dijeron: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
  9   Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? Si alguien anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.
  10   Pero si alguien anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
  11   Estas cosas dijo Él; y después de esto les dijo: Lázaro nuestro amigo duerme; mas voy a despertarle del sueño.
  12   Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sano estará.
  13   Mas esto decía Jesús de su muerte; y ellos pensaban que hablaba del reposar del sueño.
  14   Y entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
  15   y me alegro por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
  16   Dijo entonces Tomás, el que es llamado el Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
  17   Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que él estaba en el sepulcro.
  18   Y Betania estaba cerca de Jerusalén como a quince estadios.
  19   Y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
  20   Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó sentada en casa.
  21   Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
  22   Mas también sé ahora que todo lo que pidieres a Dios, Dios te lo dará.
  23   Jesús le dijo: Resucitará tu hermano.
  24   Le dijo Marta: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
  25   Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
  26   Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
  27   Ella le dijo: Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que había de venir al mundo.
  28   Y habiendo dicho esto, fue, y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí y te llama.
  29   Ella, oyéndolo, se levantó aprisa y vino a Él;
  30   Porque Jesús aún no había llegado a la aldea, sino que estaba en aquel lugar donde Marta le había encontrado.
  31   Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó aprisa y salió, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
  32   Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
  33   Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que habían venido con ella, también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó,
  34   y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
  35   Jesús lloró.
  36   Dijeron entonces los judíos: ¡Mirad cuánto le amaba!
  37   Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía Éste que abrió los ojos al ciego, hacer también que éste no muriera?
  38   Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. Era una cueva, la cual tenía una piedra puesta encima.
  39   Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
  40   Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?
  41   Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído.
  42   Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
  43   Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
  44   Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
  45   Entonces muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que hizo Jesús, creyeron en Él.
  46   Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
  47   Entonces los príncipes de los sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchos milagros.
  48   Si le dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y quitarán nuestro lugar y nación.
  49   Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
  50   ni consideráis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
  51   Y esto no lo dijo de sí mismo; sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
  52   y no solamente por aquella nación, sino también para que juntase en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
  53   Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle.
  54   Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos; sino que se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.
  55   Y la pascua de los judíos estaba cerca; y muchos de aquella tierra subieron a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse.
  56   Y buscaban a Jesús, y estando en el templo, se preguntaban los unos a los otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?
  57   Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado orden, que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.

 
Juan 12
 
  1   Entonces Jesús, seis días antes de la pascua, vino a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, a quien había resucitado de los muertos.
  2   Y le hicieron allí una cena; y Marta servía; y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con Él.
  3   Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó de la fragancia del ungüento.
  4   Entonces dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que le había de entregar:
  5   ¿Por qué no fue este ungüento vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?
  6   Y dijo esto, no porque tuviese cuidado de los pobres; sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.
  7   Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
  8   Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.
  9   Entonces mucha gente de los judíos supieron que Él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
  10   Pero los príncipes de los sacerdotes consultaron para matar también a Lázaro.
  11   Porque por causa de él, muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
  12   El siguiente día, mucha gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,
  13   tomaron ramas de palmas, y salieron a recibirle, y aclamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el Rey de Israel, que viene en el nombre del Señor!
  14   Y halló Jesús un asnillo, y se sentó sobre él, como está escrito:
  15   No temas hija de Sión: He aquí tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna.
  16   Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él, y que le habían hecho estas cosas.
  17   Y la gente que estaba con Él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos, daba testimonio.
  18   También por esta causa la gente había venido a recibirle, porque había oído que Él había hecho este milagro.
  19   Pero los fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada ganáis? He aquí el mundo se va tras Él.
  20   Y había ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta.
  21   Éstos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, querríamos ver a Jesús.
  22   Felipe vino y lo dijo a Andrés; y después Andrés y Felipe lo dijeron a Jesús.
  23   Entonces Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado.
  24   De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
  25   El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
  26   Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
  27   Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¡Padre, sálvame de esta hora! Mas para esto he venido a esta hora.
  28   Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo, que decía: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
  29   Y la multitud que estaba presente, y había oído, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado.
  30   Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.
  31   Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
  32   Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
  33   Y esto decía indicando de qué muerte había de morir.
  34   La multitud le respondió: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre: ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?
  35   Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, no sea que os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.
  36   Entre tanto que tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
  37   Pero a pesar de que Él había hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en Él;
  38   para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?
  39   Por esto no podían creer; porque en otra ocasión dijo Isaías:
  40   Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane.
  41   Estas cosas dijo Isaías cuando vio su gloria, y habló acerca de Él.
  42   Con todo eso, aun muchos de los príncipes creyeron en Él; mas por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
  43   Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
  44   Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
  45   y el que me ve, ve al que me envió.
  46   Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
  47   Y si alguno oye mis palabras, y no cree, yo no le juzgo; porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
  48   El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ésta le juzgará en el día postrero.
  49   Porque yo no he hablado de mí mismo; sino que el Padre que me envió, Él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.
  50   Y sé que su mandamiento es vida eterna; así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo.

 
Juan 13
 
  1   Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
  2   Y cuando terminó la cena, el diablo habiendo ya puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase;
  3   sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en sus manos, y que había venido de Dios, y a Dios iba,
  4   se levantó de la cena, y se quitó su túnica, y tomando una toalla, se ciñó.
  5   Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
  6   Entonces viene a Simón Pedro; y Pedro le dice: Señor, ¿tú me lavas los pies?
  7   Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.
  8   Pedro le dice: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
  9   Simón Pedro le dice: Señor, no sólo mis pies, sino también mis manos y mi cabeza.
  10   Le dijo Jesús: El que ha sido lavado, no necesita sino que lave sus pies, porque está todo limpio; y vosotros sois limpios, aunque no todos.
  11   Porque sabía quién le había de entregar, por eso dijo: No sois limpios todos.
  12   Así que, después que les hubo lavado los pies, y que hubo tomado su túnica, se sentó otra vez, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
  13   Vosotros me llamáis Maestro, y Señor, y decís bien, porque lo soy.
  14   Pues si yo, vuestro Señor y Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
  15   Porque ejemplo os he dado, para que también vosotros hagáis como yo os he hecho.
  16   De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
  17   Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois, si las hiciereis.
  18   No hablo de todos vosotros; yo conozco a los que he escogido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.
  19   Desde ahora os lo digo, antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.
  20   De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, a mí me recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.
  21   Habiendo dicho esto, Jesús se turbó en espíritu, y testificó diciendo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
  22   Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.
  23   Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado en el pecho de Jesús.
  24   A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que le preguntase quién era aquel de quien hablaba.
  25   Él entonces, recostado en el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
  26   Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón.
  27   Y tras el bocado Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
  28   Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto.
  29   Porque algunos pensaban, ya que Judas traía la bolsa, que Jesús le dijo, compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.
  30   Entonces él, habiendo recibido el bocado, salió luego; y era ya noche.
  31   Entonces, cuando él hubo salido, Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en Él.
  32   Si Dios es glorificado en Él, Dios también le glorificará en sí mismo; y en seguida le glorificará.
  33   Hijitos, aún un poco estaré con vosotros. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así digo a vosotros ahora: A donde yo voy, vosotros no podéis venir.
  34   Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; que como yo os he amado, así también os améis unos a otros.
  35   En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
  36   Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.
  37   Pedro le dice: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti.
  38   Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.

 
Juan 14
 
  1   No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
  2   En la casa de mi Padre muchas mansiones hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
  3   Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
  4   Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
  5   Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
  6   Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
  7   Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
  8   Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.
  9   Jesús le dice: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y aún no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre?
  10   ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras.
  11   Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
  12   De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy a mi Padre.
  13   Y todo lo que pidiereis en mi nombre, esto haré; para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
  14   Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
  15   Si me amáis, guardad mis mandamientos;
  16   y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
  17   El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y morará en vosotros.
  18   No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
  19   Todavía un poco, y el mundo no me verá más; mas vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
  20   En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
  21   El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
  22   Judas le dice ( no el Iscariote ): Señor, ¿qué hay que te has de manifestar a nosotros, y no al mundo?
  23   Respondió Jesús y le dijo: Si alguno me ama, mis palabras guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.
  24   El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
  25   Estas cosas os he hablado estando con vosotros.
  26   Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
  27   La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
  28   Habéis oído que yo os he dicho: Voy y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque mi Padre mayor es que yo.
  29   Y ahora os lo he dicho antes que acontezca, para que cuando aconteciere, creáis.
  30   Ya no hablaré mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo; y no tiene nada en mí.
  31   Mas para que el mundo conozca que yo amo al Padre, y como el Padre me dio mandamiento, así hago. Levantaos, vamos de aquí.

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