Jueces 8-14


 
Jueces 8
 
  1   Y los de Efraín le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas a la guerra contra Madián? Y lo regañaron fuertemente.
  2   A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho yo ahora como vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer?
  3   Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián: ¿y qué pude yo hacer como vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.
  4   Y vino Gedeón al Jordán para pasar, él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, pero todavía persiguiendo.
  5   Y dijo a los de Sucot: Yo os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián.
  6   Y los principales de Sucot respondieron: ¿Está ya la mano de Zeba y Zalmuna en tu mano, para que tengamos que dar pan a tu ejército?
  7   Y Gedeón dijo: Pues cuando Jehová hubiere entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, yo trillaré vuestra carne con espinas y abrojos del desierto.
  8   Y de allí subió a Peniel, y les habló las mismas palabras. Y los de Peniel le respondieron como habían respondido los de Sucot.
  9   Y él habló también a los de Peniel, diciendo: Cuando yo tornare en paz, derribaré esta torre.
  10   Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército de como quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el campamento de los orientales; y los muertos habían sido ciento veinte mil hombres que sacaban espada.
  11   Y subiendo Gedeón hacia los que habitaban en tiendas, a la parte oriental de Noba y de Jogbeha, hirió el campamento, porque el ejército estaba seguro.
  12   Y huyendo Zeba y Zalmuna, él los siguió; y tomados los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, espantó a todo el ejército.
  13   Y Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla antes que el sol subiera;
  14   y tomó un joven de los de Sucot, y preguntándole, él le dio por escrito los principales de Sucot y sus ancianos, setenta y siete varones.
  15   Y entrando a los de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, sobre los cuales me injuriasteis, diciendo: ¿Está ya la mano de Zeba y de Zalmuna en tu mano, para que demos nosotros pan a tus hombres cansados?
  16   Y tomó a los ancianos de la ciudad, y espinas y abrojos del desierto, y castigó con ellos a los de Sucot.
  17   Asimismo derribó la torre de Peniel, y mató a los de la ciudad.
  18   Luego dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Qué aspecto tenían aquellos hombres que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Como tú, así eran ellos ni más ni menos, cada uno parecía hijo de rey.
  19   Y él dijo: Mis hermanos eran, hijos de mi madre: ¡Vive Jehová, que si les hubierais guardado la vida, yo no os mataría!
  20   Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate, y mátalos. Mas el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor; pues aún era muchacho.
  21   Entonces dijo Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.
  22   Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián.
  23   Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová será vuestro Señor.
  24   Y les dijo Gedeón: Deseo haceros una petición, que cada uno me dé los zarcillos de su despojo. ( Porque traían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas. )
  25   Y ellos respondieron: De buena gana los daremos. Y tendiendo una ropa de vestir, echó allí cada uno los zarcillos de su despojo.
  26   Y fue el peso de los zarcillos de oro que él pidió, mil setecientos siclos de oro; sin las planchas, y joyeles, y vestiduras de púrpura que portaban los reyes de Madián, y sin los collares que traían sus camellos al cuello.
  27   Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel fornicó tras de ese efod en aquel lugar; y fue por tropiezo a Gedeón y a su casa.
  28   Así fue humillado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más levantaron su cabeza. Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón.
  29   Y Jerobaal hijo de Joás fue, y habitó en su casa.
  30   Y tuvo Gedeón setenta hijos que salieron de su muslo, porque tuvo muchas esposas.
  31   Y su concubina que estaba en Siquem, también le dio a luz un hijo; y le puso por nombre Abimelec.
  32   Y murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas.
  33   Y aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse en pos de los Baales, e hicieron de Baal-berit su dios.
  34   Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos alrededor;
  35   ni correspondieron con bondad a la casa de Jerobaal, el cual es Gedeón conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.

 
Jueces 9
 
  1   Y se fue Abimelec hijo de Jerobaal a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:
  2   Yo os ruego que habléis a oídos de todos los de Siquem: ¿Qué os parece mejor, que todos los hijos de Jerobaal, setenta hombres, reinen sobre vosotros, o que reine sobre vosotros un solo hombre? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra.
  3   Y hablaron por él los hermanos de su madre a oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó en favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es.
  4   Y le dieron setenta piezas de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.
  5   Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una piedra; mas quedó Jotam, el hijo menor de Jerobaal, que se escondió.
  6   Y reunidos todos los de Siquem con toda la casa de Milo, fueron y eligieron a Abimelec por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.
  7   Y cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó, y les dijo: Oídme, varones de Siquem; que Dios os oiga.
  8   Fueron los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros.
  9   Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual por mí honran a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?
  10   Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.
  11   Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles?
  12   Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.
  13   Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, por ir a ser grande sobre los árboles?
  14   Dijeron entonces todos los árboles al escaramujo: Anda tú, reina sobre nosotros.
  15   Y el escaramujo respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra; y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano.
  16   Ahora pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si lo habéis hecho bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos
  17   ( Pues que mi padre peleó por vosotros, y expuso su vida por libraros de mano de Madián;
  18   y vosotros os levantasteis hoy contra la casa de mi padre, y matasteis sus hijos, setenta varones, sobre una piedra; y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec, hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano );
  19   si con verdad y con integridad habéis obrado hoy con Jerobaal y con su casa, entonces gozad de Abimelec, y que él goce de vosotros.
  20   Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo; y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec.
  21   Y huyó Jotam, y se fugó, y se fue a Beer, y allí se estuvo por causa de Abimelec su hermano.
  22   Y después que Abimelec hubo reinado sobre Israel tres años,
  23   envió Dios un espíritu malo entre Abimelec y los hombres de Siquem. Y los de Siquem se levantaron contra Abimelec,
  24   para que la crueldad hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera a ponerse sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem que lo ayudaron a matar a sus hermanos.
  25   Y los de Siquem le pusieron acechadores en las cumbres de los montes, los cuales asaltaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo que fue dado aviso a Abimelec.
  26   Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos, y se pasaron a Siquem; y los de Siquem pusieron su confianza en él.
  27   Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñas y pisaron la uva, e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.
  28   Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal? ¿Y no es Zebul su asistente? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem; mas ¿por qué habíamos de servirle a él?
  29   ¡Quisiera Dios que este pueblo estuviera bajo mi mano! Yo echaría luego a Abimelec. Y decía a Abimelec: Aumenta tus escuadrones, y sal.
  30   Y Zebul alcalde de la ciudad, oyendo las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira;
  31   y envió mensajeros secretamente a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí, que están sublevando la ciudad contra ti.
  32   Levántate pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo.
  33   Y será que por la mañana, al salir el sol, te levantarás y acometerás contra la ciudad; y he aquí que cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se te presente la ocasión.
  34   Levantándose pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías.
  35   Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad: y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la emboscada.
  36   Y cuando Gaal vio al pueblo, dijo a Zebul: He allí pueblo que desciende de las cumbres de las montañas. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de las montañas como si fueran hombres.
  37   Mas Gaal volvió a hablar, y dijo: He allí pueblo que desciende por medio de la tierra, y un escuadrón que viene camino del valle de Meonenim.
  38   Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora aquel tu hablar, diciendo: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea contra él.
  39   Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó contra Abimelec.
  40   Mas lo persiguió Abimelec, delante del cual él huyó; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta.
  41   Y Abimilec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no morasen en Siquem.
  42   Y aconteció al siguiente día, que el pueblo salió al campo: y fue dado aviso a Abimelec.
  43   El cual, tomando gente, la repartió en tres escuadrones, y puso emboscadas en el campo; y como miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los mató.
  44   Y Abimelec y el escuadrón que estaba con él, acometieron con ímpetu, y pararon a la entrada de la puerta de la ciudad; y los otros dos escuadrones acometieron contra todos los que estaban en el campo y los mataron.
  45   Y Abimelec combatió contra aquella ciudad todo aquel día; y tomó la ciudad, y mató al pueblo que estaba en ella, y asoló la ciudad y la sembró de sal.
  46   Y cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, entraron en la fortaleza del templo del dios Berit.
  47   Y fue dicho a Abimelec como todos los de la torre de Siquem estaban reunidos.
  48   Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos y haced lo mismo.
  49   Y así todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres.
  50   Después Abimelec se fue a Tebes; y acampó contra Tebes, y la tomó.
  51   En medio de aquella ciudad había una torre fuerte, a la cual se retiraron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al piso alto de la torre.
  52   Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, se llegó a la puerta de la torre para pegarle fuego.
  53   Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le quebró el cráneo.
  54   Y luego llamó él a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.
  55   Y como los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa.
  56   Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre matando a sus setenta hermanos.
  57   Y toda la maldad de los hombres de Siquem la hizo Dios volver sobre sus cabezas: y la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal, vino sobre ellos.

 
Jueces 10
 
  1   Y después de Abimelec se levantó para librar a Israel, Tola hijo de Púa, hijo de Dodo, varón de Isacar, el cual habitaba en Samir, en el monte de Efraín.
  2   Y juzgó a Israel veintitrés años, y murió, y fue sepultado en Samir.
  3   Tras él se levantó Jair, galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años.
  4   Éste tuvo treinta hijos que cabalgaban sobre treinta asnos, y tenían treinta villas, que se llamaron las villas de Jair hasta hoy, las cuales están en la tierra de Galaad.
  5   Y murió Jair, y fue sepultado en Camón.
  6   Mas los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los Baales y a Astarot, y a los dioses de Siria, y a los dioses de Sidón, y a los dioses de Moab, y a los dioses de los hijos de Amón, y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron.
  7   Y Jehová se airó contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón:
  8   Los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que es en Galaad.
  9   Y los hijos de Amón pasaron el Jordán para hacer también guerra contra Judá y contra Benjamín y la casa de Efraín; e Israel fue en gran manera afligido.
  10   Y los hijos de Israel clamaron a Jehová, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los Baales.
  11   Y Jehová respondió a los hijos de Israel: ¿No os libré yo de los egipcios, de los amorreos, de los amonitas, y de los filisteos?
  12   También los de Sidón os oprimieron, y los de Amalec, y los de Maón; y clamasteis a mí, y yo os libré de sus manos.
  13   Mas vosotros me habéis dejado, y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, yo no os libraré más.
  14   Andad, y clamad a los dioses que os habéis elegido, que os libren ellos en el tiempo de vuestra aflicción.
  15   Y los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te pareciere: solamente que ahora nos libres en este día.
  16   Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová: Y su alma fue angustiada a causa de la aflicción de Israel.
  17   Y se juntaron los hijos de Amón, y acamparon en Galaad; y los hijos de Israel también se juntaron, y acamparon en Mizpa.
  18   Y los príncipes y el pueblo de Galaad dijeron el uno al otro: ¿Quién es el que comenzará la batalla contra los hijos de Amón? Él será cabeza sobre todos los que habitan en Galaad.

 
Jueces 11
 
  1   Y Jefté, el galaadita era un hombre esforzado y valeroso, hijo de una ramera, al cual había engendrado Galaad.
  2   Y la esposa de Galaad también le había dado hijos; los cuales cuando fueron grandes, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.
  3   Huyendo, pues, Jefté a causa de sus hermanos, habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales con él salían.
  4   Y aconteció que después de días los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel:
  5   Y como los hijos de Amón tenían guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron para volver a Jefté de tierra de Tob;
  6   Y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro capitán, para que peleemos con los hijos de Amón.
  7   Y Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me habéis aborrecido vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?
  8   Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros, y pelees contra los hijos de Amón, y nos seas cabeza a todos los que moramos en Galaad.
  9   Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me volvéis para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestra cabeza?
  10   Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová oiga entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.
  11   Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su cabeza y príncipe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa.
  12   Y envió Jefté embajadores al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo que has venido a mí para hacer guerra en mi tierra?
  13   Y el rey de los amonitas respondió a los embajadores de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; por tanto, devuélvelas ahora en paz.
  14   Y Jefté volvió a enviar otros embajadores al rey de los amonitas,
  15   para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón:
  16   Mas subiendo Israel de Egipto, anduvo por el desierto hasta el Mar Rojo, y llegó a Cades.
  17   Entonces Israel envió embajadores al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra. Mas el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab; el cual tampoco quiso. Israel, por tanto, se quedó en Cades.
  18   Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, acampó en el otro lado de Arnón, y no entraron por el término de Moab; porque Arnón era la frontera de Moab.
  19   Y envió Israel embajadores a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.
  20   Mas Sehón no se fió de Israel para darle paso por su término; antes juntando Sehón toda su gente, puso campo en Jahaza, y peleó contra Israel.
  21   Pero Jehová Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los venció; y poseyó Israel toda la tierra del amorreo que habitaba en aquel país.
  22   Poseyeron también todo el término del amorreo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
  23   Así que Jehová Dios de Israel echó a los amorreos delante de su pueblo Israel; ¿y lo has de poseer tú?
  24   ¿No poseerás tú lo que Quemos, tu dios, te dé por posesión? Así poseeremos nosotros a todo aquel que echó Jehová nuestro Dios de delante de nosotros.
  25   ¿Eres tú ahora mejor en algo que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Tuvo él pleito contra Israel, o hizo guerra contra ellos?
  26   Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están a los términos de Arnón, ¿por qué no las habéis reclamado en ese tiempo?
  27   Así que, yo en nada he pecado contra ti, mas tú me haces mal haciendo guerra contra mí: Jehová, que es el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón.
  28   Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.
  29   Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés; y de allí pasó a Mizpa de Galaad; y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.
  30   Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos,
  31   cualquiera que me saliere a recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los amonitas en paz, será de Jehová, y le ofreceré en holocausto.
  32   Pasó pues, Jefté a los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano.
  33   Y los hirió de grandísimo estrago desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades; y hasta la vega de las viñas. Así fueron sometidos los amonitas delante de los hijos de Israel.
  34   Y volviendo Jefté a Mizpa a su casa, he aquí que su hija le salió a recibir con panderos y danzas, y ella era su única hija; fuera de ella no tenía hijo ni hija.
  35   Y como él la vio, rasgó sus ropas, diciendo: ¡Ay, hija mía! de verdad me has abatido, y tú eres de los que me afligen; porque yo he abierto mi boca a Jehová, y no podré retractarme.
  36   Ella entonces le respondió: Padre mío, si has abierto tu boca a Jehová, haz de mí como salió de tu boca, pues que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón.
  37   Y además dijo a su padre: Permite que me sea hecho esto; dejad que por dos meses yo vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras.
  38   Él entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
  39   Pasados los dos meses volvió a su padre, e hizo de ella conforme a su voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
  40   De aquí fue la costumbre en Israel que de año en año iban las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.

 
Jueces 12
 
  1   Y reuniéndose los varones de Efraín, pasaron hacia el norte, y dijeron a Jefté: ¿Por qué fuiste a hacer guerra contra los hijos de Amón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? Nosotros quemaremos a fuego tu casa contigo.
  2   Y Jefté les respondió: Yo tuve, y mi pueblo, una gran contienda con los hijos de Amón, y os llamé, y no me defendisteis de sus manos.
  3   Viendo, pues, que no me defendíais, puse mi vida en la palma de mi mano, y pasé contra los hijos de Amón, y Jehová los entregó en mi mano. ¿Por qué, pues, habéis subido hoy contra mí para pelear conmigo?
  4   Y juntando Jefté a todos los varones de Galaad, peleó contra Efraín; y los de Galaad hirieron a Efraín, porque habían dicho: Vosotros sois fugitivos de Efraín, vosotros sois galaaditas en medio de Efraín y en medio de Manasés.
  5   Y los galaaditas tomaron los vados del Jordán a Efraín; y era que, cuando alguno de los de Efraín que había huido, decía, ¿pasaré? Los de Galaad le preguntaban: ¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No;
  6   entonces le decían: Ahora, pues, di Shibolet. Y él decía Sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto a los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Efraín cuarenta y dos mil.
  7   Y Jefté juzgó a Israel seis años: luego murió Jefté galaadita, y fue sepultado en una de las ciudades de Galaad.
  8   Después de él juzgó a Israel Ibzan de Belén;
  9   El cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos; y juzgó a Israel siete años.
  10   Y murió Ibzan, y fue sepultado en Belén.
  11   Después de él juzgó a Israel Elón, zabulonita, el cual juzgó a Israel diez años.
  12   Y murió Elón, zabulonita, y fue sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón.
  13   Después de él juzgó a Israel Abdón hijo de Hilel, piratonita.
  14   Éste tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos; y juzgó a Israel ocho años.
  15   Y murió Abdón hijo de Hilel, piratonita, y fue sepultado en Piratón, en la tierra de Efraín, en el monte de Amalec.

 
Jueces 13
 
  1   Y los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de los filisteos, por cuarenta años.
  2   Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su esposa era estéril, que nunca había dado a luz.
  3   Y el Ángel de Jehová apareció a esta mujer, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y no has dado a luz; mas concebirás y darás a luz un hijo.
  4   Ahora, pues, mira que ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda.
  5   Porque he aquí que concebirás, y darás a luz un hijo; y no pasará navaja sobre su cabeza, porque aquel niño será nazareo para Dios desde el vientre, y él comenzará a librar a Israel de mano de los filisteos.
  6   Y la mujer vino y lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un Ángel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco Él me dijo su nombre.
  7   Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será nazareo para Dios hasta el día de su muerte.
  8   Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, torne ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer.
  9   Y Dios oyó la voz de Manoa: y el Ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.
  10   Y la mujer corrió prontamente, y lo declaró a su marido, diciendo: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino a mí el otro día.
  11   Y se levantó Manoa, y siguió a su esposa; y así que llegó al varón, le dijo: ¿Eres tú aquel varón que habló a la mujer? Y Él dijo: Yo soy.
  12   Entonces Manoa dijo: Cúmplase pues, tu palabra. ¿Qué orden daremos al niño, y qué se ha de hacer con él?
  13   Y el Ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije:
  14   Ella no comerá nada que proceda de vid que da vino; no beberá vino ni sidra, ni comerá cosa inmunda; ha de guardar todo lo que le mandé.
  15   Entonces Manoa dijo al Ángel de Jehová: Te ruego permitas que te detengamos, y aderezaremos un cabrito que poner delante de ti.
  16   Y el Ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, sacrifícalo a Jehová. Y no sabía Manoa que Aquél era el Ángel de Jehová.
  17   Entonces dijo Manoa al Ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos?
  18   Y el Ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es secreto?
  19   Y Manoa tomó un cabrito de las cabras y un presente, y lo sacrificó sobre una roca a Jehová; y el Ángel hizo milagro a vista de Manoa y de su esposa.
  20   Porque aconteció que como la llama subía del altar hacia el cielo, el Ángel de Jehová subió en la llama del altar a vista de Manoa y de su esposa, los cuales se postraron en tierra sobre sus rostros.
  21   Y el Ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su esposa. Entonces conoció Manoa que era el Ángel de Jehová.
  22   Y dijo Manoa a su esposa: Ciertamente moriremos, porque hemos visto a Dios.
  23   Y su esposa le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no recibiría de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto.
  24   Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo.
  25   Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.

 
Jueces 14
 
  1   Y descendiendo Sansón a Timnat, vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos.
  2   Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por esposa.
  3   Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas tú a tomar esposa de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómala para mí, porque ésta agradó a mis ojos.
  4   Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, y que él buscaba ocasión contra los filisteos; porque en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel.
  5   Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a las viñas de Timnat, he aquí un cachorro de león que venía rugiendo hacia él.
  6   Y el Espíritu de Jehová cayó sobre él, y lo despedazó como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; pero no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.
  7   Vino pues, y habló a la mujer que había agradado a Sansón.
  8   Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver el cuerpo muerto del león, y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas, y un panal de miel.
  9   Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando llegó adonde estaban su padre y su madre, les dio también a ellos que comiesen; pero no les contó que había tomado aquella miel del cuerpo del león.
  10   Vino, pues, su padre a la mujer, y Sansón hizo allí banquete; porque así solían hacer los jóvenes.
  11   Y como ellos le vieron, tomaron treinta compañeros que estuviesen con él;
  12   A los cuales Sansón dijo: Yo os propondré ahora un enigma, el cual si en los siete días del banquete vosotros me declarareis y descubriereis, yo os daré treinta sábanas y treinta mudas de ropa.
  13   Mas si no me lo supiereis declarar, vosotros me daréis las treinta sábanas y las treinta mudas de ropa. Y ellos respondieron: Exponnos tu enigma, y la oiremos.
  14   Entonces les dijo: Del comedor salió comida, y del fuerte salió dulzura. Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.
  15   Y al séptimo día dijeron a la esposa de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis llamado aquí para despojarnos? ¿No es así?
  16   Y la esposa de Sansón lloró delante de él, y dijo: Solamente me aborreces y no me amas, pues que no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado; y ¿lo había de declarar a ti?
  17   Y ella lloró delante de él los siete días que ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él se lo declaró, porque le constriñó; y ella lo declaró a los hijos de su pueblo.
  18   Y al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron: ¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Y qué cosa más fuerte que el león? Y él les respondió: Si no araseis con mi novilla, nunca hubierais descubierto mi enigma.
  19   Y el Espíritu de Jehová cayó sobre él, y descendió a Ascalón, e hirió treinta hombres de ellos; y tomando el despojo, dio las mudas de ropa a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se fue a casa de su padre.
  20   Y la esposa de Sansón fue dada a su compañero, con el cual él antes se acompañaba.

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