Proverbios 21-31


 
Proverbios 21
 
  1   El corazón del rey está en la mano de Jehová, como los arroyos de agua, Él lo inclina hacia donde quiere.
  2   Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; mas Jehová pesa los corazones.
  3   Hacer justicia y juicio es a Jehová más agradable que sacrificio.
  4   Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y el labrar de los impíos, son pecado.
  5   Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas los del presuroso, de cierto llevan a la pobreza.
  6   Obtener tesoros con lengua de mentira, es vanidad desconcertada de aquellos que buscan la muerte.
  7   La rapiña de los impíos los destruirá; porque rehúsan hacer juicio.
  8   El camino del hombre es torcido y extraño; mas recto es el proceder del puro.
  9   Mejor es vivir en un rincón del terrado, que en espaciosa casa con la mujer rencillosa.
  10   El alma del impío desea el mal: Su prójimo no halla favor a sus ojos.
  11   Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; y cuando el sabio es instruido, adquiere conocimiento.
  12   Considera el justo la casa del impío, cómo los impíos son trastornados por el mal.
  13   El que cierra su oído al clamor del pobre; también él clamará, y no será oído.
  14   El presente en secreto pacifica el enojo, y la dádiva en el seno, la fuerte ira.
  15   Alegría es al justo el hacer juicio; mas destrucción vendrá a los que hacen iniquidad.
  16   El hombre que se extravía del camino de la sabiduría, vendrá a parar en la compañía de los muertos.
  17   Hombre necesitado será el que ama el placer; y el que ama el vino y los perfumes no enriquecerá.
  18   El impío será el rescate por el justo, y por los rectos, el prevaricador.
  19   Mejor es morar en tierra del desierto, que con la mujer rencillosa e iracunda.
  20   Tesoro codiciable y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato lo disipa.
  21   El que sigue la justicia y la misericordia, hallará la vida, la justicia y la honra.
  22   El sabio escala la ciudad de los poderosos y derriba la fortaleza en que confiaban.
  23   El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.
  24   Soberbio, presuntuoso y escarnecedor, es el nombre del que obra con arrogante saña.
  25   El deseo del perezoso le mata, porque sus manos rehúsan trabajar;
  26   Hay quien todo el día codicia; mas el justo da, y no escatima.
  27   El sacrificio de los impíos es abominación: ¡Cuánto más ofreciéndolo con maldad!
  28   El testigo mentiroso perecerá; mas el hombre que escucha, permanecerá en su dicho.
  29   El hombre impío endurece su rostro; mas el recto ordena sus caminos.
  30   No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová.
  31   El caballo se prepara para el día de la batalla; pero la victoria viene de Jehová.

 
Proverbios 22
 
  1   De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas; y la buena gracia más que la plata y el oro.
  2   El rico y el pobre se encontraron; a todos ellos hizo Jehová.
  3   El avisado ve el mal, y se esconde; mas los simples pasan, y reciben el daño.
  4   Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.
  5   Espinas y lazos hay en el camino del perverso; el que guarda su alma se alejará de ellos.
  6   Instruye al niño en el camino que debe andar; y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
  7   El rico se enseñoreará de los pobres; y el que toma prestado es siervo del que presta.
  8   El que sembrare iniquidad, iniquidad segará; y la vara de su ira será consumida.
  9   El ojo misericordioso será bendito, porque da de su pan al necesitado.
  10   Echa fuera al escarnecedor, y saldrá la contienda, y cesará el pleito y la afrenta.
  11   El que ama la pureza de corazón, por la gracia de sus labios el rey será su amigo.
  12   Los ojos de Jehová preservan el conocimiento; mas Él trastorna las palabras de los prevaricadores.
  13   Dice el perezoso: El león está fuera; seré muerto en la calle.
  14   Fosa profunda es la boca de la mujer extraña; aquel contra el cual Jehová estuviere airado, caerá en ella.
  15   La necedad está ligada al corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él.
  16   El que oprime al pobre para acrecentar su riqueza, y que da al rico, ciertamente vendrá a pobreza.
  17   Inclina tu oído, y oye las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi sabiduría:
  18   Porque es cosa deliciosa, si las guardares dentro de ti; y si juntamente se afirmaren en tus labios.
  19   Para que tu confianza sea en Jehová, te las he hecho saber hoy a ti también.
  20   ¿No te he escrito tres veces en consejos y ciencia,
  21   para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, para que puedas responder palabras de verdad a los que a ti enviaren?
  22   No robes al pobre, porque es pobre, ni oprimas en la puerta al afligido;
  23   porque Jehová juzgará la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren.
  24   No te asocies con el hombre iracundo, ni te acompañes con el hombre furioso;
  25   no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.
  26   No estés entre los que estrechan la mano, entre los que dan fianza por deudas.
  27   Si no tuvieres para pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?
  28   No remuevas el término antiguo que pusieron tus padres.
  29   ¿Has visto hombre solícito en su obra? Delante de los reyes estará; no estará delante de los hombres impíos.

 
Proverbios 23
 
  1   Cuando te sientes a comer con algún gobernante, considera bien lo que está delante de ti;
  2   y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.
  3   No codicies sus manjares delicados, porque es pan engañoso.
  4   No te afanes por ser rico; sé prudente y desiste.
  5   ¿Has de poner tus ojos en lo que no es nada? Porque las riquezas se harán alas, como alas de águila, y volarán al cielo.
  6   No comas pan de hombre de mal ojo, ni codicies sus manjares;
  7   Porque como piensa en su corazón, así es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo.
  8   Vomitarás la parte que comiste, y perderás tus suaves palabras.
  9   No hables a oídos del necio; porque menospreciará la prudencia de tus palabras.
  10   No remuevas el término antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos:
  11   Porque el defensor de ellos es el Fuerte, el cual juzgará la causa de ellos contra ti.
  12   Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría.
  13   No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá.
  14   Tú lo castigarás con vara, y librarás su alma del infierno.
  15   Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón;
  16   Mis entrañas también se alegrarán cuando tus labios hablaren cosas rectas.
  17   No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo:
  18   Porque ciertamente hay porvenir, y tu esperanza no será cortada.
  19   Oye tú, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino.
  20   No estés con los bebedores de vino, ni con los comilones de carne:
  21   Porque el bebedor y el comilón empobrecerán; y el sueño hará que el hombre vista de harapos.
  22   Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
  23   Compra la verdad y no la vendas; la sabiduría, la instrucción y la inteligencia.
  24   Mucho se alegrará el padre del justo; y el que engendra sabio se gozará con él.
  25   Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te engendró.
  26   Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
  27   Porque sima profunda es la ramera, y pozo angosto la extraña.
  28   También ella, como ladrón, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
  29   ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos?
  30   Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mixtura.
  31   No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa; Se entra suavemente,
  32   mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor.
  33   Tus ojos mirarán a las extrañas, y tu corazón hablará perversidades.
  34   Y serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero.
  35   Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a buscar.

 
Proverbios 24
 
  1   No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos;
  2   porque su corazón trama violencia, e iniquidad hablan sus labios.
  3   Con sabiduría se edifica la casa, y con prudencia se afirma;
  4   y con inteligencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y agradable.
  5   El hombre sabio es fuerte; y de pujante vigor el hombre docto.
  6   Porque con estrategia harás la guerra; y la victoria está en la multitud de consejeros.
  7   La sabiduría está muy alta para el necio; en la puerta no abrirá él su boca.
  8   Al que piensa hacer el mal, le llamarán hombre de malos pensamientos.
  9   El pensamiento del necio es pecado; y abominación a los hombres el escarnecedor.
  10   Si fueres flojo en el día de trabajo, tu fuerza será reducida.
  11   Si dejares de librar a los que son llevados a la muerte, y a los que son llevados al matadero;
  12   Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones, el que mira por tu alma? ¿No dará Él a cada hombre según sus obras?
  13   Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y del panal que es dulce a tu paladar:
  14   Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría; si la hallares tendrá recompensa, y al fin tu esperanza no será cortada.
  15   Oh impío, no aceches la tienda del justo, no saquees su cámara;
  16   porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal.
  17   Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes; y cuando tropezare, no se alegre tu corazón;
  18   no sea que Jehová lo mire, y le desagrade, y aparte de sobre él su enojo.
  19   No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los impíos;
  20   porque para el malo no habrá buen fin, y la lámpara de los impíos será apagada.
  21   Teme a Jehová, hijo mío, y al rey; no te entremetas con los que son inestables;
  22   porque su calamidad surgirá de repente; y la ruina de ambos, ¿quién la sabrá?
  23   También estas cosas pertenecen a los sabios. Tener acepción de personas en el juicio no es bueno.
  24   El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;
  25   mas los que lo reprenden, serán apreciados, y sobre ellos vendrá gran bendición.
  26   Besados serán los labios del que responde palabras rectas.
  27   Prepara tus labores fuera, y disponlas en tu campo; y después edificarás tu casa.
  28   No seas sin causa testigo contra tu prójimo; y no lisonjees con tus labios.
  29   No digas: Como me hizo, así le haré; Pagaré al hombre según su obra.
  30   Pasé junto al campo del perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;
  31   Y vi que por toda ella habían crecido espinos, ortigas habían ya cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida.
  32   Y yo miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y recibí instrucción.
  33   Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;
  34   Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado.

 
Proverbios 25
 
  1   También éstos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá.
  2   Gloria de Dios es ocultar un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo.
  3   La altura de los cielos, y la profundidad de la tierra y el corazón de los reyes, son inescrutables.
  4   Quita las escorias de la plata, y saldrá vaso al fundidor.
  5   Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia.
  6   No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes:
  7   Porque mejor es que se te diga: Sube acá, y no que seas humillado delante del príncipe a quien tus ojos han visto.
  8   No entres apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.
  9   Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro.
  10   No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.
  11   Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha oportunamente.
  12   Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
  13   Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían; pues al alma de su señor da refrigerio.
  14   Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.
  15   Con larga paciencia se aplaca el príncipe; y la lengua blanda quebranta los huesos.
  16   ¿Hallaste la miel? Come lo que te basta; no sea que te hartes de ella y la vomites.
  17   Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que se harte de ti y te aborrezca.
  18   Martillo y cuchillo y saeta aguda, es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.
  19   Diente quebrado y pie descoyuntado, es la confianza en el hombre infiel en el tiempo de angustia.
  20   El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
  21   Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua:
  22   Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará.
  23   El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora.
  24   Mejor es estar en un rincón del terrado, que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.
  25   Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
  26   Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío.
  27   Comer mucha miel no es bueno; ni el buscar la propia gloria es gloria.
  28   Como ciudad derribada y sin muro, es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

 
Proverbios 26
 
  1   Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra.
  2   Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa.
  3   El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio.
  4   Nunca respondas al necio conforme a su necedad, para que no seas tú también como él.
  5   Responde al necio según su necedad, para que no se estime sabio en su propia opinión.
  6   El que envía mensaje por mano de un necio, se corta los pies y bebe su daño.
  7   Las piernas del lisiado, penden inútiles; así el proverbio en la boca del necio.
  8   Como quien liga la piedra en la honda, así hace el que al necio da honra.
  9   Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los necios.
  10   El grande Dios que creó todas las cosas; da la paga al insensato, y da la paga a los transgresores.
  11   Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad.
  12   ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él.
  13   Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles.
  14   Como la puerta gira sobre sus quicios; así el perezoso da vueltas en su cama.
  15   Esconde el perezoso su mano en su seno; se cansa de llevarla a su boca.
  16   En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que pueden aconsejar.
  17   El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, es como el que toma al perro por las orejas.
  18   Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte,
  19   tal es el hombre que engaña a su amigo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando?
  20   Sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
  21   El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda.
  22   Las palabras del chismoso son como estocadas, y penetran hasta lo más profundo del vientre.
  23   Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios enardecidos y el corazón malo.
  24   El que odia, disimula con sus labios; pero en su interior maquina engaño.
  25   Cuando hablare amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón.
  26   Aunque su odio es encubierto con disimulo; su maldad será descubierta en la congregación.
  27   El que cavare foso, caerá en él: y el que ruede la piedra, ésta volverá a él.
  28   La lengua mentirosa aborrece a los afligidos; y la boca lisonjera acarrea ruina.

 
Proverbios 27
 
  1   No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué traerá el día.
  2   Que te alaben otros, y no tu boca; el ajeno, y no tus labios.
  3   Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas.
  4   Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?
  5   Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto.
  6   Fieles son las heridas del que ama; pero engañosos son los besos del que aborrece.
  7   El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hombre hambriento todo lo amargo es dulce.
  8   Cual ave que se va de su nido, tal es el hombre que se va de su lugar.
  9   El ungüento y el perfume alegran el corazón; y el amigo al hombre con el cordial consejo.
  10   No abandones a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.
  11   Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, y tendré qué responder al que me agravie.
  12   El avisado ve el mal, y se esconde, mas los simples pasan, y llevan el daño.
  13   Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño; y al que fió por la extraña, tómale prenda.
  14   El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, por maldición se le contará.
  15   Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes:
  16   El que puede contenerla, puede contener el viento; o el aceite en su mano derecha.
  17   Hierro con hierro se aguza; así el hombre aguza el rostro de su amigo.
  18   El que cuida la higuera, comerá su fruto; y el que atiende a su señor, será honrado.
  19   Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre.
  20   El infierno y la perdición nunca se hartan: Así los ojos del hombre nunca se sacian.
  21   El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; y al hombre la boca del que lo alaba.
  22   Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, no se apartará de él su necedad.
  23   Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños:
  24   Porque las riquezas no son para siempre; ¿acaso perdurará la corona por todas las generaciones?
  25   Sale la grama, aparece la hierba, y siegan las hierbas de los montes.
  26   Los corderos son para tus vestiduras, y los cabritos son el precio del campo;
  27   Y habrá suficiente leche de las cabras para tu mantenimiento, y para el mantenimiento de tu casa, y para el sustento de tus criadas.

 
Proverbios 28
 
  1   Huye el impío sin que nadie lo persiga: Mas el justo está confiado como un león.
  2   Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos: Mas por el hombre entendido y sabio permanecerá estable.
  3   El hombre pobre que oprime al pobre, es como lluvia torrencial que no deja pan.
  4   Los que abandonan la ley, alaban a los impíos; mas los que la guardan, contenderán con ellos.
  5   Los hombres malos no entienden el juicio; mas los que buscan a Jehová, entienden todas las cosas.
  6   Mejor es el pobre que camina en su integridad, que el de perversos caminos, y rico.
  7   El que guarda la ley es hijo prudente; mas el que es compañero de glotones, avergüenza a su padre.
  8   El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés, para el que se compadece de los pobres las aumenta.
  9   El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable.
  10   El que hace errar a los rectos por el mal camino, él caerá en su misma fosa; mas los íntegros heredarán el bien.
  11   El hombre rico es sabio en su propia opinión; mas el pobre entendido lo examinará.
  12   Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; mas cuando los impíos se levantan, los hombres se esconden.
  13   El que encubre sus pecados, no prosperará: Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
  14   Bienaventurado el hombre que siempre teme; mas el que endurece su corazón, caerá en mal.
  15   León rugiente y oso hambriento, es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.
  16   El príncipe falto de entendimiento multiplicará los agravios; mas el que aborrece la avaricia, prolongará sus días.
  17   El hombre que hace violencia con sangre de persona, huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.
  18   El que en integridad camina, será salvo; mas el de perversos caminos caerá en alguno.
  19   El que labra su tierra, se saciará de pan; mas el que sigue a los ociosos, se hartará de pobreza.
  20   El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse, no será sin culpa.
  21   Hacer acepción de personas, no es bueno. Hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.
  22   El hombre de mal ojo se apresura a ser rico; y no sabe que le ha de venir pobreza.
  23   El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua.
  24   El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad, compañero es del hombre destruidor.
  25   El altivo de ánimo suscita contiendas; mas el que confía en Jehová, será prosperado.
  26   El que confía en su propio corazón es necio; mas el que camina en sabiduría, será librado.
  27   El que da al pobre, no tendrá pobreza; mas el que aparta sus ojos, tendrá muchas maldiciones.
  28   Cuando los impíos se levantan, se esconde el hombre; mas cuando perecen, los justos se multiplican.

 
Proverbios 29
 
  1   El hombre que reprendido endurece su cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él remedio.
  2   Cuando los justos están en autoridad, el pueblo se alegra; mas cuando gobierna el impío, el pueblo gime.
  3   El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre; mas el que mantiene rameras desperdiciará sus bienes.
  4   El rey con el juicio afirma la tierra; mas el que acepta el soborno la destruye.
  5   El hombre que lisonjea a su prójimo, red tiende delante de sus pasos.
  6   En la transgresión del hombre malo hay lazo; mas el justo cantará y se alegrará.
  7   Conoce el justo la causa de los pobres; mas el impío no entiende sabiduría.
  8   Los hombres escarnecedores agitan la ciudad; mas los sabios apartan la ira.
  9   Si el hombre sabio contendiere con el necio, que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.
  10   Los hombres sanguinarios aborrecen al íntegro; mas los rectos procuran por su alma.
  11   El necio da rienda suelta a toda su ira; mas el sabio al fin la sosiega.
  12   Si un gobernante presta atención a la palabra mentirosa, todos sus servidores serán impíos.
  13   El pobre y el usurero se encontraron; Jehová alumbra los ojos de ambos.
  14   El rey que juzga con verdad a los pobres, su trono será firme para siempre.
  15   La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.
  16   Cuando los impíos se multiplican, aumenta la transgresión; mas los justos verán la ruina de ellos.
  17   Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará deleite a tu alma.
  18   Donde no hay visión el pueblo perece; mas el que guarda la ley, es bienaventurado.
  19   El siervo no se corregirá con palabras; porque aunque entienda, no responderá.
  20   ¿Has visto hombre ligero en sus palabras? Más esperanza hay del necio que de él.
  21   El que con cuidado cría a su siervo desde su niñez; a la postre éste vendrá a ser su hijo:
  22   El hombre iracundo levanta contiendas; y el furioso muchas veces peca.
  23   La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra.
  24   El cómplice del ladrón aborrece su propia alma; pues oye la maldición, y no lo denuncia.
  25   El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado.
  26   Muchos buscan el favor del príncipe; mas de Jehová viene el juicio de cada uno.
  27   El hombre inicuo es abominación a los justos; y el de caminos rectos es abominación al impío.

 
Proverbios 30
 
  1   Palabras de Agur, hijo de Jaqué: La profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
  2   Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, y no tengo entendimiento de hombre.
  3   Yo ni aprendí sabiduría, ni tengo el conocimiento del Santo.
  4   ¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su Hijo, si sabes?
  5   Toda palabra de Dios es pura; es escudo a los que en Él esperan.
  6   No añadas a sus palabras, no sea que Él te reprenda, y seas hallado mentiroso.
  7   Dos cosas te he demandado. No me las niegues antes que muera.
  8   Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario;
  9   No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.
  10   No acuses al siervo ante su señor, no sea que te maldiga, y seas hallado culpable.
  11   Hay generación que maldice a su padre, y a su madre no bendice.
  12   Hay generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su inmundicia.
  13   Hay generación cuyos ojos son altivos, y cuyos párpados son alzados.
  14   Hay generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.
  15   La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: Dame, dame. Tres cosas hay que nunca se sacian; aun la cuarta nunca dice: ¡Basta!
  16   El sepulcro, la matriz estéril, la tierra que no se sacia de aguas, y el fuego que jamás dice: ¡Basta!
  17   El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia la enseñanza de su madre, los cuervos del valle lo saquen, y lo traguen los aguiluchos.
  18   Tres cosas me son ocultas; aun tampoco sé la cuarta:
  19   El rastro del águila en el aire; el rastro de la culebra sobre la peña; el rastro de la nave en medio del mar; y el rastro del hombre en la doncella.
  20   Tal es el proceder de la mujer adúltera: Come, y limpia su boca, y dice: No he hecho maldad.
  21   Por tres cosas se alborota la tierra, y la cuarta no la puede soportar.
  22   Por el siervo cuando reina; y por el necio cuando se harta de pan;
  23   Por la mujer aborrecida cuando se casa; y por la sierva cuando hereda a su señora.
  24   Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios:
  25   Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida:
  26   Los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra:
  27   Las langostas, que no tienen rey, y salen todas por cuadrillas:
  28   La araña que atrapa con las manos, y está en palacios de rey.
  29   Tres cosas hay de hermoso andar, y la cuarta pasea muy bien:
  30   El león, fuerte entre todos los animales, que no vuelve atrás por nada:
  31   El lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; y un rey contra el cual ninguno se levanta.
  32   Si neciamente te has enaltecido; y si mal pensaste, pon la mano sobre tu boca.
  33   Ciertamente el que bate la leche, sacará mantequilla; y el que recio se suena la nariz, sacará sangre; y el que provoca la ira, causará contienda.

 
Proverbios 31
 
  1   Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
  2   ¿Qué, hijo mío? ¿Y qué, hijo de mi vientre? ¿Y qué, hijo de mis votos?
  3   No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a lo que es para destruir a los reyes.
  4   No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes el licor.
  5   No sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos.
  6   Dad licor al desfallecido, y el vino a los de ánimo amargado.
  7   Beban, y olvídense de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más.
  8   Abre tu boca por el mudo, en el juicio de todos los que están destinados a la muerte.
  9   Abre tu boca, juzga justicia, y el derecho del pobre y del menesteroso.
  10   Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de piedras preciosas.
  11   El corazón de su marido está en ella confiado, y no tendrá necesidad de despojo.
  12   Le dará ella bien y no mal, todos los días de su vida.
  13   Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos.
  14   Es como navío de mercader; trae su pan de lejos.
  15   Se levanta aun de noche, y da comida a su familia, y ración a sus criadas.
  16   Considera la heredad, y la compra; y planta viña del fruto de sus manos.
  17   Ciñe de fortaleza sus lomos, y esfuerza sus brazos.
  18   Ve que su ganancia es buena: Su lámpara no se apaga de noche.
  19   Aplica su mano al huso, y sus manos toman la rueca.
  20   Extiende su mano al pobre, y tiende su mano al menesteroso.
  21   No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles.
  22   Ella se hace tapices; de lino fino y púrpura es su vestido.
  23   Conocido es su marido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
  24   Hace telas y las vende; y provee de cintos al mercader.
  25   Fuerza y honor son su vestidura; y se regocijará en el día postrero.
  26   Abre su boca con sabiduría; y la ley de misericordia está en su lengua.
  27   Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde.
  28   Se levantan sus hijos, y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba.
  29   Muchas mujeres han sido virtuosas; pero tú las sobrepasas a todas.
  30   Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.
  31   Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos.

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