Salmos 101-110


 
Salmos 101
 
  1   «Salmo de David» Misericordia y juicio cantaré; a ti cantaré yo, oh Jehová.
  2   Me conduciré con sabiduría en el camino de la perfección cuando vengas a mí. En integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.
  3   No pondré delante de mis ojos cosa inicua; aborrezco la obra de los que se desvían; no se acercarán a mí.
  4   Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado.
  5   Al que solapadamente infama a su prójimo, yo le cortaré; no sufriré al de ojos altaneros, y de corazón vanidoso.
  6   Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que anduviere en el camino de la perfección, éste me servirá.
  7   No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.
  8   Por las mañanas cortaré a todos los impíos de la tierra; para extirpar de la ciudad de Jehová a todos los que hacen iniquidad.

 
Salmos 102
 
  1   «Oración del afligido, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento» Oh Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor.
  2   No escondas de mí tu rostro; en el día de mi angustia inclina a mí tu oído; en el día que te invocare, apresúrate a responderme.
  3   Porque mis días se han consumido como humo; y mis huesos cual tizón están quemados.
  4   Mi corazón está herido, y secó como la hierba; por lo cual me olvido de comer mi pan.
  5   Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
  6   Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades.
  7   Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.
  8   Cada día me afrentan mis enemigos; los que contra mí se enfurecen se han conjurado contra mí.
  9   Por lo cual he comido ceniza a manera de pan, y mi bebida mezclo con lágrimas,
  10   a causa de tu enojo y de tu ira; pues me alzaste, y me has arrojado.
  11   Mis días son como la sombra que se va; y me he secado como la hierba.
  12   Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación.
  13   Te levantarás y tendrás misericordia de Sión; porque es tiempo de tener misericordia de ella, pues el plazo ha llegado.
  14   Porque tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión.
  15   Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová, y todos los reyes de la tierra tu gloria;
  16   por cuanto Jehová habrá edificado a Sión, y en su gloria será visto;
  17   Habrá considerado la oración de los desamparados, y no habrá desechado el ruego de ellos.
  18   Se escribirá esto para la generación venidera; y el pueblo que será creado, alabará a JAH.
  19   Porque miró de lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra,
  20   para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte;
  21   Para que anuncien en Sión el nombre de Jehová, y su alabanza en Jerusalén,
  22   cuando los pueblos se congreguen en uno, y los reinos, para servir a Jehová.
  23   Él debilitó mi fuerza en el camino; acortó mis días.
  24   Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días; por generación de generaciones son tus años.
  25   Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.
  26   Ellos perecerán, y tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados:
  27   Mas tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.
  28   Los hijos de tus siervos permanecerán, y su simiente será establecida delante de ti.

 
Salmos 103
 
  1   «Salmo de David» Bendice, alma mía a Jehová; y bendiga todo mi ser su santo nombre.
  2   Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
  3   Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias;
  4   el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias;
  5   el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.
  6   Jehová el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.
  7   Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras.
  8   Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia.
  9   No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo.
  10   No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades; ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
  11   Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
  12   Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
  13   Como el padre se compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen.
  14   Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda que somos polvo.
  15   El hombre, como la hierba son sus días, florece como la flor del campo;
  16   que pasa el viento por ella, y perece; y su lugar no la conoce más.
  17   Mas la misericordia de Jehová desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos;
  18   Sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.
  19   Jehová afirmó en los cielos su trono; y su reino domina sobre todos.
  20   Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis sus mandamientos, obedeciendo a la voz de su palabra.
  21   Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad.
  22   Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía, a Jehová.

 
Salmos 104
 
  1   Bendice, alma mía, a Jehová. Jehová, Dios mío, mucho te has engrandecido; te has vestido de gloria y de magnificencia.
  2   El que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina;
  3   que establece sus aposentos entre las aguas; el que hace de las nubes su carruaje, el que anda sobre las alas del viento;
  4   el que hace a sus ángeles espíritus, sus ministros fuego flameante.
  5   Él fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida.
  6   Con el abismo, como con vestido, la cubriste; sobre los montes estaban las aguas.
  7   A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se apresuraron;
  8   subieron los montes, descendieron los valles, al lugar que tú les fundaste.
  9   Les pusiste término, el cual no traspasarán; ni volverán a cubrir la tierra.
  10   Tú eres el que envías las fuentes por los arroyos; van entre los montes.
  11   Abrevan a todas las bestias del campo; mitigan su sed los asnos monteses.
  12   Junto a ellos habitarán las aves de los cielos, que elevan su trino entre las ramas.
  13   El que riega los montes desde sus aposentos; del fruto de sus obras se sacia la tierra.
  14   El que hace producir el pasto para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre; para que saque el pan de la tierra.
  15   Y el vino que alegra el corazón del hombre, y el aceite que hace lucir el rostro, y el pan que sustenta el corazón del hombre.
  16   Se llenan de savia los árboles de Jehová, los cedros del Líbano que Él plantó.
  17   Allí anidan las aves; en las hayas hace su casa la cigüeña.
  18   Los montes altos para las cabras monteses; las peñas, madrigueras para los conejos.
  19   Hizo la luna para los tiempos; el sol conoce su ocaso.
  20   Pones las tinieblas, y es la noche; en ella corretean todas las bestias de la selva.
  21   Los leoncillos rugen tras la presa, y buscan de Dios su comida.
  22   Sale el sol, se recogen, y se echan en sus cuevas.
  23   Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta la tarde.
  24   ¡Cuán numerosas son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios.
  25   He allí el grande y anchuroso mar; en él hay innumerables peces, animales pequeños y grandes.
  26   Allí andan navíos; allí este leviatán que hiciste para que jugase en él.
  27   Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.
  28   Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de bien.
  29   Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo.
  30   Envías tu Espíritu, son creados; y renuevas la faz de la tierra.
  31   La gloria de Jehová será para siempre; Jehová se alegrará en sus obras;
  32   el cual mira a la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean.
  33   A Jehová cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva.
  34   Dulce será mi meditación en Él: Yo me alegraré en Jehová.
  35   Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, oh alma mía, a Jehová. Aleluya.

 
Salmos 105
 
  1   Alabad a Jehová, invocad su nombre. Dad a conocer sus obras entre los pueblos.
  2   Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas.
  3   Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehová.
  4   Buscad a Jehová, y su fortaleza; buscad siempre su rostro.
  5   Acordaos de las maravillas que Él ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca,
  6   oh vosotros, simiente de Abraham su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos.
  7   Él es Jehová nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios.
  8   Se acordó para siempre de su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones,
  9   del pacto que hizo con Abraham; y de su juramento a Isaac.
  10   Y lo estableció a Jacob por decreto, a Israel por pacto sempiterno,
  11   diciendo: A ti daré la tierra de Canaán, como porción de vuestra heredad.
  12   Cuando ellos eran pocos en número, y extranjeros en ella;
  13   cuando andaban de nación en nación, de un reino a otro pueblo;
  14   No consintió que hombre los agraviase; y por causa de ellos castigó a los reyes.
  15   No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.
  16   Y llamó al hambre sobre la tierra, y quebrantó todo sustento de pan.
  17   Envió un varón delante de ellos, a José, que fue vendido por siervo.
  18   Afligieron sus pies con grillos; en hierro fue puesta su persona.
  19   Hasta la hora que llegó su palabra, la palabra de Jehová le probó.
  20   Envió el rey, y le soltó; el señor de los pueblos, y le dejó ir libre.
  21   Lo puso por señor de su casa, y por gobernador de todas sus posesiones;
  22   para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, y a sus ancianos enseñara sabiduría.
  23   Después entró Israel en Egipto, y Jacob peregrinó en la tierra de Cam.
  24   Y multiplicó su pueblo en gran manera, y lo hizo más fuerte que sus enemigos.
  25   Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, para que contra sus siervos pensasen mal.
  26   Envió a su siervo Moisés, y a Aarón al cual escogió.
  27   Pusieron en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam.
  28   Envió tinieblas, e hizo que oscureciera; y no fueron rebeldes a su palabra.
  29   Volvió sus aguas en sangre, y mató sus peces.
  30   Produjo su tierra ranas, aun en las cámaras de sus reyes.
  31   Habló, y vinieron enjambres de moscas, y piojos en todos sus términos.
  32   Les dio granizo en vez de lluvia, y llamas de fuego en su tierra.
  33   E hirió sus viñas y sus higueras, y quebró los árboles de sus términos.
  34   Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número;
  35   y comieron toda la hierba de su país, y devoraron el fruto de su tierra.
  36   También hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra, las primicias de toda su fuerza;
  37   y los sacó con plata y oro; y no hubo enfermo entre sus tribus.
  38   Egipto se alegró de que salieran; porque su terror había caído sobre ellos.
  39   Extendió una nube por cubierta, y fuego para alumbrar la noche.
  40   Pidieron, e hizo venir codornices; y los sació de pan del cielo.
  41   Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como un río.
  42   Porque se acordó de su santa palabra, dada a Abraham su siervo.
  43   Y sacó a su pueblo con gozo; con júbilo a sus escogidos.
  44   Y les dio las tierras de las naciones; y las labores de los pueblos heredaron;
  45   para que guardasen sus estatutos, y observasen sus leyes. Aleluya.

 
Salmos 106
 
  1   Aleluya. Alabad a Jehová, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia.
  2   ¿Quién expresará las proezas de Jehová? ¿Quién contará sus alabanzas?
  3   Dichosos los que guardan juicio, los que hacen justicia en todo tiempo.
  4   Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo; visítame con tu salvación;
  5   para que yo vea el bien de tus escogidos, para que me goce en la alegría de tu gente, y me gloríe con tu heredad.
  6   Pecamos como nuestros padres, hicimos iniquidad, hicimos impiedad.
  7   Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias; sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.
  8   No obstante, Él los salvó por amor de su nombre, para hacer notoria su fortaleza;
  9   y reprendió al Mar Rojo, y lo secó; y les llevó por el abismo, como por un desierto;
  10   y los salvó de mano del enemigo, y los rescató de mano del adversario.
  11   Cubrieron las aguas a sus enemigos; no quedó ni uno de ellos.
  12   Entonces creyeron a sus palabras, y cantaron su alabanza.
  13   Pero pronto se olvidaron de sus obras; no esperaron su consejo.
  14   Y ardieron de deseo en el desierto; y tentaron a Dios en la soledad.
  15   Y Él les dio lo que pidieron; mas envió flaqueza en sus almas.
  16   Tuvieron envidia de Moisés en el campamento, y de Aarón, el santo de Jehová.
  17   Se abrió la tierra, y tragó a Datán, y cubrió la compañía de Abiram.
  18   Y se encendió el fuego en su junta; la llama quemó a los impíos.
  19   Hicieron becerro en Horeb, y adoraron una imagen de fundición.
  20   Así cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba.
  21   Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto;
  22   Maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables sobre el Mar Rojo.
  23   Y dijo que los hubiera destruido, de no haberse interpuesto Moisés su escogido ante Él en la brecha, a fin de apartar su ira, para que no los destruyese.
  24   Pero aborrecieron la tierra deseable; no creyeron a su palabra;
  25   Antes murmuraron en sus tiendas, y no oyeron la voz de Jehová.
  26   Por lo que alzó su mano contra ellos, para derrocarlos en el desierto,
  27   y humillar su simiente entre las naciones, y esparcirlos por las tierras.
  28   Se unieron también a Baal-peor, y comieron los sacrificios de los muertos.
  29   Provocaron la ira de Dios con sus obras, y se desató entre ellos la mortandad.
  30   Entonces se levantó Finees, e hizo juicio; y se detuvo la plaga.
  31   Y le fue contado por justicia, de generación en generación para siempre.
  32   También le irritaron en las aguas de Meriba; y le fue mal a Moisés por causa de ellos;
  33   Porque hicieron que el espíritu de Moisés se rebelase, haciéndole hablar precipitadamente con sus labios.
  34   No destruyeron a los pueblos que Jehová les dijo;
  35   Antes se mezclaron con las naciones, y aprendieron sus obras.
  36   Y sirvieron a sus ídolos; los cuales les fueron por lazo.
  37   Y sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios;
  38   y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, que sacrificaron a los ídolos de Canaán; y la tierra fue contaminada con sangre.
  39   Así se contaminaron con sus obras, y se prostituyeron con sus hechos.
  40   Por tanto, la ira de Jehová se encendió contra su pueblo, tanto, que aborreció a su propia heredad;
  41   y los entregó en poder de las naciones, y se enseñorearon de ellos los que los aborrecían.
  42   Y sus enemigos los oprimieron, y fueron quebrantados debajo de su mano.
  43   Muchas veces los libró; mas ellos se rebelaron contra su consejo y fueron humillados por su iniquidad.
  44   Con todo, Él miraba cuando estaban en angustia, y oía su clamor:
  45   Y se acordaba de su pacto con ellos, y se arrepentía conforme a la muchedumbre de sus misericordias.
  46   Hizo asimismo que tuviesen misericordia de ellos todos los que los tenían cautivos.
  47   Sálvanos, Jehová Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, para que alabemos tu santo nombre, para que nos gloriemos en tus alabanzas.
  48   Bendito Jehová Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad; y diga todo el pueblo: Amén. Aleluya.

 
Salmos 107
 
  1   Alabad a Jehová, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia.
  2   Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo,
  3   y los ha congregado de las tierras; del oriente y del occidente, del norte y del sur.
  4   Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde morar.
  5   Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos.
  6   Pero clamaron a Jehová en su angustia, y Él los libró de sus aflicciones;
  7   y los dirigió por camino derecho, para que viniesen a una ciudad en la cual morar.
  8   Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
  9   Porque Él sacia al alma sedienta, y llena de bien al alma hambrienta.
  10   Los que moraban en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en aflicción y en hierros;
  11   Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová, y aborrecieron el consejo del Altísimo.
  12   Por lo que quebrantó con trabajo sus corazones, cayeron y no hubo quien les ayudase;
  13   entonces clamaron a Jehová en su angustia, y Él los libró de sus aflicciones.
  14   Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones.
  15   Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
  16   Porque quebrantó las puertas de bronce, y desmenuzó los cerrojos de hierro.
  17   Los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades, fueron afligidos.
  18   Su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte.
  19   Pero clamaron a Jehová en su angustia, y Él los libró de sus aflicciones.
  20   Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.
  21   Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres;
  22   y ofrezcan sacrificios de acción de gracias, y publiquen sus obras con júbilo.
  23   Los que descienden al mar en navíos, y hacen negocio en las muchas aguas,
  24   ellos han visto las obras de Jehová, y sus maravillas en las profundidades.
  25   Porque Él habló, e hizo levantar el viento tempestuoso, que encrespa las olas.
  26   Suben a los cielos, descienden a los abismos; sus almas se derriten con el mal.
  27   Tiemblan, y titubean como borrachos, y toda su destreza es inútil.
  28   Entonces claman a Jehová en su angustia, y Él los libra de sus aflicciones.
  29   Él cambia la tormenta en calma, y se apaciguan sus olas.
  30   Se alegran luego porque se aquietaron; y así Él los guía al puerto anhelado.
  31   Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
  32   Exáltenlo en la congregación del pueblo; y alábenlo en la reunión de los ancianos.
  33   Él convierte los ríos en desierto, y los manantiales de las aguas en sequedales;
  34   la tierra fructífera en yermo, por la maldad de los que la habitan.
  35   Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca en manantiales.
  36   Y hace que allí habiten los hambrientos, para que dispongan ciudad donde morar;
  37   y siembran campos, y plantan viñas, y rinden abundante fruto.
  38   Y los bendice, y se multiplican en gran manera; y no disminuye su ganado.
  39   Y luego son menoscabados y abatidos a causa de tiranía, de males y congojas.
  40   Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errantes, vagabundos y sin camino:
  41   Él levanta de la miseria al pobre, y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.
  42   Véanlo los rectos, y alégrense; y toda maldad cierre su boca.
  43   ¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Jehová?

 
Salmos 108
 
  1   «Canción: Salmo de David» Mi corazón está dispuesto, oh Dios; cantaré y entonaré salmos, todavía en mi gloria.
  2   Despiértate, salterio y arpa; despertaré al alba.
  3   Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos; a ti cantaré salmos entre las naciones.
  4   Porque grande más que los cielos es tu misericordia, y hasta los cielos tu verdad.
  5   Exaltado seas oh Dios, sobre los cielos; y sobre toda la tierra sea tu gloria.
  6   Para que sean librados tus amados, salva con tu diestra y respóndeme.
  7   Dios dijo en su santuario; me alegraré, repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
  8   Mío es Galaad, mío es Manasés; y Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá es mi legislador;
  9   Moab, la vasija en que me lavo; sobre Edom echaré mi zapato; me regocijaré sobre Filistea.
  10   ¿Quién me guiará a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom?
  11   ¿No eres tú, oh Dios, el que nos habías desechado, y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?
  12   Danos socorro en la angustia; porque vana es la ayuda del hombre.
  13   En Dios haremos proezas; y Él hollará a nuestros enemigos.

 
Salmos 109
 
  1   «Al Músico principal: Salmo de David» Oh Dios de mi alabanza, no calles;
  2   Porque la boca del impío y la boca del engañador se han abierto contra mí: Han hablado de mí con lengua mentirosa,
  3   y con palabras de odio me rodearon; Y pelearon contra mí sin causa.
  4   En pago de mi amor me han sido adversarios; mas yo oraba.
  5   Y me han devuelto mal por bien, y odio por amor.
  6   Pon sobre él al impío; y Satanás esté a su diestra.
  7   Cuando sea juzgado, salga culpable; y su oración sea para pecado.
  8   Sean pocos sus días; tome otro su oficio.
  9   Sean huérfanos sus hijos, y viuda su esposa.
  10   Y anden sus hijos vagabundos, y mendiguen; y procuren su pan lejos de sus desolados hogares.
  11   Tome el acreedor todo lo que tiene, y extraños saqueen su trabajo.
  12   No tenga quien le haga misericordia; ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.
  13   Su posteridad sea talada; sea borrado su nombre en la siguiente generación.
  14   Venga en memoria ante Jehová la maldad de sus padres, y el pecado de su madre no sea borrado.
  15   Estén siempre delante de Jehová, y Él corte de la tierra su memoria.
  16   Por cuanto no se acordó de hacer misericordia, y persiguió al hombre afligido y menesteroso y quebrantado de corazón, para matarlo.
  17   Y amó la maldición, y le vino; y no quiso la bendición, y ésta se alejó de él.
  18   Y se vistió de maldición como de su vestidura, y entró como agua en sus entrañas, y como aceite en sus huesos.
  19   Séale como vestidura con que se cubra, y en lugar de cinto con que se ciña siempre.
  20   Sea éste el pago de parte de Jehová para los que me calumnian, y para los que hablan mal contra mi alma.
  21   Y tú, Señor Jehová, sé conmigo, por amor de tu nombre; líbrame, porque tu misericordia es buena.
  22   Porque yo estoy afligido y necesitado; y mi corazón está herido dentro de mí.
  23   Me voy como la sombra cuando declina; soy sacudido como langosta.
  24   Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno, y mi carne desfallecida por falta de gordura.
  25   Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban, y meneaban su cabeza.
  26   Ayúdame, Jehová Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia.
  27   Y entiendan que ésta es tu mano; que tú, Jehová, lo has hecho.
  28   Maldigan ellos, pero bendice tú; levántense, mas sean avergonzados, y regocíjese tu siervo.
  29   Sean vestidos de ignominia los que me calumnian; y sean cubiertos de su confusión como con manto.
  30   Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca, y en medio de muchos le alabaré.
  31   Porque Él se pondrá a la diestra del pobre, para librar su alma de los que le juzgan.

 
Salmos 110
 
  1   «Salmo de David» Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
  2   Jehová enviará desde Sión la vara de tu poder: Domina en medio de tus enemigos.
  3   Tu pueblo estará dispuesto en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad: desde el seno de la aurora, tienes tú el rocío de tu juventud.
  4   Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
  5   El Señor a tu diestra herirá a los reyes en el día de su furor:
  6   Juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres; herirá las cabezas en muchas tierras.
  7   Del arroyo beberá en el camino; por lo cual levantará la cabeza.

Retorno