1 Reyes 1-8


 
1 Reyes 1
 
  1   Cuando el rey David era viejo, y entrado en días, le cubrían de ropas, mas no se calentaba.
  2   Le dijeron por tanto sus siervos: Busquen a mi señor el rey una joven virgen, para que esté delante del rey, y lo abrigue, y duerma a su lado para que dé calor a mi señor el rey.
  3   Y buscaron una joven hermosa por todo el término de Israel, y hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey.
  4   Y la joven era hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la conoció.
  5   Entonces Adonías hijo de Haguit se enalteció, diciendo: Yo seré rey. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
  6   Y su padre nunca lo entristeció en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Y además éste era de hermoso parecer; y su madre lo había engendrado después de Absalón.
  7   Y tenía tratos con Joab hijo de Sarvia, y con Abiatar sacerdote, los cuales ayudaban a Adonías.
  8   Mas el sacerdote Sadoc, y Benaía hijo de Joiada, y el profeta Natán, y Simeí, y Reihi, y todos los valientes de David, no seguían a Adonías.
  9   Y matando Adonías ovejas y vacas y animales engordados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de Judá, siervos del rey:
  10   Mas no convidó a Natán profeta, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.
  11   Y habló Natán a Betsabé madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonías hijo de Haguit, sin saberlo David nuestro señor?
  12   Ven pues, ahora, y toma mi consejo, para que salves tu vida, y la vida de tu hijo Salomón.
  13   Ve, y entra al rey David, y dile: Rey señor mío, ¿no has jurado tú a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?
  14   Y mientras tú estés aún hablando con el rey, yo entraré tras ti, y confirmaré tus palabras.
  15   Entonces Betsabé entró al rey a la cámara; y el rey era muy viejo; y Abisag sunamita servía al rey.
  16   Y Betsabé se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué quieres?
  17   Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono;
  18   Y he aquí ahora Adonías reina; y tú, mi señor el rey, no lo sabes.
  19   Ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a Abiatar sacerdote, y a Joab general del ejército; mas a Salomón tu siervo no ha convidado.
  20   Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están sobre ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.
  21   De otra manera acontecerá que cuando mi señor el rey durmiere con sus padres, que yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.
  22   Y he aquí que mientras ella aún hablaba con el rey, vino también Natán el profeta.
  23   Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí el profeta Natán; el cual como entró al rey, se postró delante del rey inclinando su rostro a tierra.
  24   Y dijo Natán: Rey señor mío, ¿has dicho tú: Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?
  25   Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército, y también a Abiatar sacerdote; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y han dicho: ¡Viva el rey Adonías!
  26   Pero ni a mí tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía hijo de Joiada, ni a Salomón tu siervo, ha convidado.
  27   ¿Ha sido hecho esto por mi señor el rey, sin haber declarado a tu siervo quién había de sentarse en el trono de mi señor el rey después de él?
  28   Entonces el rey David respondió, y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey, y se puso delante del rey.
  29   Y el rey juró, diciendo: Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia,
  30   que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.
  31   Entonces Betsabé se inclinó ante el rey, con su rostro a tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi señor el rey David para siempre.
  32   Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, y al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey.
  33   Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y haced subir a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón:
  34   Y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán por rey sobre Israel; y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!
  35   Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará en mi lugar; porque a él he elegido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.
  36   Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey, y dijo: Amén. Así lo diga Jehová, Dios de mi señor el rey.
  37   De la manera que Jehová ha sido con mi señor el rey, así sea con Salomón; y Él haga engrandecer su trono más que el trono de mi señor el rey David.
  38   Y descendió Sadoc sacerdote, y Natán profeta, y Benaía hijo de Joiada, y los cereteos y los peleteos, e hicieron subir a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón.
  39   Y tomando Sadoc sacerdote el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón: y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!
  40   Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el estruendo de ellos.
  41   Y lo oyó Adonías, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con estruendo?
  42   Y mientras él aún hablaba, he aquí vino Jonatán hijo del sacerdote Abiatar, al cual dijo Adonías: Entra, porque tú eres hombre valiente, y traerás buenas nuevas.
  43   Y Jonatán respondió, y dijo a Adonías: Ciertamente nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón:
  44   Y el rey ha enviado con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada, y también a los cereteos y a los peleteos, los cuales le hicieron subir en la mula del rey;
  45   y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido por rey en Gihón; y de allá han subido con alegrías, y la ciudad está llena de estruendo. Éste es el alboroto que habéis oído.
  46   Y también Salomón se ha sentado en el trono del reino.
  47   Y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama.
  48   Y también el rey habló así: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos.
  49   Ellos entonces se estremecieron, y se levantaron todos los convidados que estaban con Adonías, y se fue cada uno por su camino.
  50   Mas Adonías, temiendo de la presencia de Salomón, se levantó y se fue, y se asió de los cuernos del altar.
  51   Y fue hecho saber a Salomón, diciendo: He aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón; pues se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.
  52   Y Salomón dijo: Si demuestra ser un hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; mas si se hallare maldad en él, morirá.
  53   Y envió el rey Salomón, y lo trajeron del altar; y él vino, y se inclinó ante el rey Salomón. Y Salomón le dijo: Vete a tu casa.

 
1 Reyes 2
 
  1   Y cuando llegaron los días en que David había de morir, mandó a Salomón su hijo, diciendo:
  2   Yo sigo el camino de toda la tierra; esfuérzate, y sé hombre.
  3   Guarda las ordenanzas de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que seas prosperado en todo lo que hicieres, y en todo lo que emprendieres;
  4   para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren su camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón, y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón sobre el trono de Israel.
  5   Y ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner, y a Amasa hijo de Jeter, los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de guerra, y poniendo la sangre de guerra en su talabarte que tenía sobre sus lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.
  6   Tú, pues, harás conforme a tu sabiduría; no dejarás que sus canas desciendan en paz a la sepultura.
  7   Mas a los hijos de Barzilai galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron así a mí, cuando yo iba huyendo de Absalón tu hermano.
  8   También tienes contigo a Simeí hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por Jehová, diciendo: Yo no te mataré a espada.
  9   Pero ahora no lo absolverás; porque hombre sabio eres, y sabes lo que has de hacer con él; y harás descender sus canas con sangre a la sepultura.
  10   Y David durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David.
  11   Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años; siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén.
  12   Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y fue su reino firme en gran manera.
  13   Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella dijo: ¿Es tu venida de paz? Y él respondió: Sí, de paz.
  14   Y luego dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.
  15   Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro, para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a ser de mi hermano; porque por Jehová era suyo.
  16   Y ahora yo te hago una petición; no me la niegues. Y ella le dijo: Habla.
  17   Él entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón ( porque él no te lo negará ), para que me dé a Abisag la sunamita por esposa.
  18   Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.
  19   Y vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó a ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo poner una silla a la madre del rey, la cual se sentó a su diestra.
  20   Y ella dijo: Tengo una pequeña petición para ti; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te la negaré.
  21   Y ella dijo: Que Abisag la sunamita sea dada por esposa a tu hermano Adonías.
  22   Y el rey Salomón respondió, y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino, porque él es mi hermano mayor; y tiene también a Abiatar sacerdote, y a Joab hijo de Sarvia.
  23   Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y así me añada, que contra su vida ha hablado Adonías esta palabra.
  24   Ahora, pues, vive Jehová, que me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y quien me ha hecho casa, como me había prometido, que Adonías morirá hoy.
  25   Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual arremetió contra él, y murió.
  26   Y el rey dijo al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot a tus heredades, pues tú eres digno de muerte; mas no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca del Señor Jehová delante de David mi padre, y además has sido afligido en todas las cosas en que fue afligido mi padre.
  27   Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Jehová, para que se cumpliese la palabra de Jehová que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.
  28   Y vino la noticia hasta Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo de Jehová, y se asió de los cuernos del altar.
  29   Y fue hecho saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo de Jehová, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y arremete contra él.
  30   Y entró Benaía al tabernáculo de Jehová, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino que aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab, y así me respondió.
  31   Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérralo, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.
  32   Y Jehová hará tornar su sangre sobre su cabeza; porque él arremetió y dio muerte a espada a dos varones más justos y mejores que él, sin que mi padre David lo supiese; a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general de ejército de Judá.
  33   La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su simiente para siempre; mas sobre David y sobre su simiente, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte de Jehová.
  34   Entonces Benaía hijo de Joiada subió, y dio sobre él, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.
  35   Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército; y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.
  36   Después envió el rey, e hizo venir a Simeí, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén, y mora ahí, y no salgas de ahí a ninguna parte;
  37   porque sabe de cierto que el día que salieres, y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.
  38   Y Simeí dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simeí en Jerusalén muchos días.
  39   Pero pasados tres años, aconteció que dos siervos de Simeí huyeron a Aquís, hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simeí, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.
  40   Se levantó entonces Simeí, y enalbardó su asno, y fue a Gat, a Aquís, a procurar sus siervos. Fue, pues, Simeí, y volvió sus siervos de Gat.
  41   Luego fue dicho a Salomón que Simeí había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.
  42   Entonces el rey envió, e hizo venir a Simeí, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová, y te protesté, diciendo: El día que salieres, y fueres a alguna parte, sabe de cierto que has de morir? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.
  43   ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová, y el mandamiento que yo te impuse?
  44   Dijo además el rey a Simeí: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha tornado el mal sobre tu cabeza.
  45   Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová.
  46   Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió y le hirió, y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.

 
1 Reyes 3
 
  1   Y Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, porque tomó la hija de Faraón, y la trajo a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehová, y los muros de Jerusalén alrededor.
  2   Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos; porque no había casa edificada al nombre de Jehová hasta aquellos tiempos.
  3   Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
  4   E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el lugar alto principal, y sacrificaba allí, mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.
  5   Y se apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé.
  6   Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, según que él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has conservado esta tu grande misericordia, que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
  7   Ahora pues, Jehová Dios mío, tú has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo no soy sino un joven, y no sé cómo entrar ni salir.
  8   Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
  9   Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
  10   Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.
  11   Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio;
  12   he aquí he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.
  13   Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
  14   Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.
  15   Y cuando Salomón despertó, vio que era sueño. Y vino a Jerusalén, y se presentó delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó holocaustos, e hizo ofrendas de paz; hizo también banquete a todos sus siervos.
  16   En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres que eran rameras, y se presentaron delante de él.
  17   Y una de las mujeres, dijo: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa.
  18   Y aconteció al tercer día después que yo di a luz, que ésta también dio a luz, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
  19   Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
  20   Y ella se levantó a media noche, y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso a mi lado su hijo muerto.
  21   Y como yo me levanté por la mañana para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; mas le observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, que yo había dado a luz.
  22   Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
  23   El rey entonces dijo: Ésta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
  24   Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
  25   En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
  26   Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey ( porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo ), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.
  27   Entonces el rey respondió y dijo: Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
  28   Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.

 
1 Reyes 4
 
  1   Reinó, pues, el rey Salomón sobre todo Israel.
  2   Y éstos fueron los príncipes que tuvo: Azarías hijo del sacerdote Sadoc;
  3   Elioref y Ahías, hijos de Sisa, escribas; Josafat hijo de Ahilud el cronista;
  4   Benaía hijo de Joiada era sobre el ejército; y Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes;
  5   Azarías hijo de Natán era sobre los gobernadores; Zabud hijo de Natán era el oficial principal y amigo del rey;
  6   Y Ahisar era mayordomo; y Adoniram hijo de Abda era sobre el tributo.
  7   Y tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos le abastecía por un mes en el año.
  8   Y éstos son los nombres de ellos: El hijo de Hur en el monte de Efraín;
  9   el hijo de Decar, en Macas, y en Saalbim, y en Bet-semes, y en Elón, y en Bet-hanan;
  10   el hijo de Hesed, en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la tierra de Hefer;
  11   el hijo de Abinadab, en todos los términos de Dor; éste tenía por esposa a Tafat hija de Salomón;
  12   Baana hijo de Ahilud, en Taanac y Meguido, y en toda Bet-seán, que está cerca de Zaretán, abajo de Jezreel, desde Bet-seán hasta Abel-mehola, y hasta el otro lado de Jocmeam;
  13   el hijo de Geber, en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob, que estaba en Basán, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce;
  14   Ahinadab hijo de Iddo, en Mahanaim;
  15   Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por esposa a Basemat hija de Salomón.
  16   Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot;
  17   Josafat hijo de Parúa, en Isacar;
  18   Simeí hijo de Ela, en Benjamín;
  19   Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los amorreos, y de Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.
  20   Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose.
  21   Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos, desde el río de la tierra de los filisteos hasta el término de Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió.
  22   Y la provisión de Salomón era cada día treinta coros de flor de harina, y sesenta coros de harina,
  23   diez bueyes engordados, y veinte bueyes de pasto, y cien ovejas; sin los ciervos, gacelas, corzos, y aves engordadas.
  24   Porque él señoreaba en toda la región que estaba de este lado del río, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes de este lado del río; y tuvo paz por todos lados en derredor suyo.
  25   Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón.
  26   Tenía además de esto Salomón cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes.
  27   Y estos gobernadores mantenían al rey Salomón, y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes; nada les hacía falta.
  28   Traían también cebada y paja para los caballos y para los dromedarios, al lugar donde estaban los oficiales, cada uno conforme al cargo que tenía.
  29   Y Dios dio a Salomón sabiduría, y prudencia muy grande, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar.
  30   Y la sabiduría de Salomón sobrepasaba a la de todos los orientales, y a toda la sabiduría de Egipto.
  31   Y aun fue más sabio que todos los hombres; más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y se extendió su fama por todas las naciones de alrededor.
  32   Y compuso tres mil proverbios; y sus cantos fueron mil cinco.
  33   También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, las aves, los reptiles, y los peces.
  34   Y venían de todos los pueblos a oír la sabiduría de Salomón, y de todos los reyes de la tierra, donde había llegado la fama de su sabiduría.

 
1 Reyes 5
 
  1   Hiram rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por rey en lugar de su padre; porque Hiram siempre había amado a David.
  2   Entonces Salomón envió a decir a Hiram:
  3   Tú sabes como mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
  4   Ahora Jehová mi Dios me ha dado reposo por todas partes; de modo que ni hay adversarios ni mal que nos azote.
  5   Yo por tanto he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, como Jehová lo habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, que yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.
  6   Manda, pues, ahora que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres; porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar la madera como los sidonios.
  7   Y cuando Hiram oyó las palabras de Salomón, se gozó en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy Jehová, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande.
  8   Y envió Hiram a decir a Salomón: He oído lo que me mandaste a decir; yo haré todo lo que tú desees acerca de la madera de cedro, y la madera de abeto.
  9   Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar; y yo la pondré en balsas por el mar hasta el lugar que tú me señales, y allí se desatará, y tú la tomarás; y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia.
  10   Dio, pues, Hiram a Salomón madera de cedro y madera de abeto, toda la que quiso.
  11   Y Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite limpio; esto daba Salomón a Hiram año tras año.
  12   Y Jehová dio sabiduría a Salomón, como le había prometido; y hubo paz entre Hiram y Salomón, e hicieron alianza entre ambos.
  13   Y el rey Salomón impuso leva a todo Israel, y la leva fue de treinta mil hombres:
  14   Los cuales enviaba al Líbano de diez mil en diez mil, cada mes por su turno, viniendo así a estar un mes en el Líbano, y dos meses en sus casas; y Adoniram estaba a cargo de aquella leva.
  15   Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte;
  16   sin los principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, tres mil trescientos, los cuales tenían cargo del pueblo que hacía la obra.
  17   Y mandó el rey que trajesen grandes piedras, piedras costosas, para los cimientos de la casa, y piedras labradas.
  18   Y los albañiles de Salomón y los albañiles de Hiram, y los giblitas, cortaron y aparejaron la madera y la cantería para labrar la casa.

 
1 Reyes 6
 
  1   Y aconteció en el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, en el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, que él comenzó a edificar la casa de Jehová.
  2   La casa que el rey Salomón edificó a Jehová, tuvo sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto.
  3   Y el pórtico delante del templo de la casa, tenía veinte codos de largo, según la anchura de la casa, y su ancho era de diez codos delante de la casa.
  4   E hizo a la casa ventanas anchas por dentro, y estrechas por fuera.
  5   Edificó también junto al muro de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa en derredor del templo y del oráculo; e hizo cámaras alrededor.
  6   El aposento de abajo era de cinco codos de ancho, y el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho; porque por fuera había hecho ranuras a la casa en derredor, para no trabar las vigas de las paredes de la casa.
  7   Y la casa cuando se edificó, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas; de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.
  8   La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa: y se subía por una escalera de caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero.
  9   Edificó, pues, la casa, y la terminó; y cubrió la casa con artesonados de cedro.
  10   Y edificó asimismo el aposento en derredor de toda la casa, de altura de cinco codos, el cual se apoyaba en la casa con maderas de cedro.
  11   Y vino palabra de Jehová a Salomón, diciendo:
  12   En cuanto a esta casa que tú edificas; si anduvieres en mis estatutos, e hicieres mis decretos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;
  13   y habitaré en medio de los hijos de Israel, y no abandonaré a mi pueblo Israel.
  14   Así pues, Salomón edificó la casa, y la terminó.
  15   Y cubrió las paredes de la casa con tablas de cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la casa hasta las vigas de la techumbre; cubrió también el piso con madera de abeto.
  16   Asimismo hizo al final de la casa un edificio de veinte codos, de tablas de cedro, desde el suelo hasta lo más alto; y edificó en la casa un oráculo, que es el lugar santísimo.
  17   Y la casa, esto es, el templo de adelante, tenía cuarenta codos de largo.
  18   Y la casa estaba cubierta de cedro por dentro, y tenía entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se veía.
  19   Y adornó el lugar santísimo por dentro en medio de la casa, para poner allí el arca del pacto de Jehová.
  20   Y el lugar santísimo estaba en la parte de adentro, el cual tenía veinte codos de largo, y otros veinte de ancho, y otros veinte de altura; y lo cubrió de oro purísimo; asimismo cubrió de oro el altar de cedro.
  21   Luego Salomón cubrió de oro puro la casa por dentro, y cerró la entrada del santuario interior con cadenas de oro, y lo cubrió de oro.
  22   Y cubrió de oro toda la casa, hasta que toda la casa fue terminada; y asimismo cubrió de oro todo el altar que estaba frente al lugar santísimo.
  23   Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura.
  24   Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra.
  25   Asimismo el otro querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un mismo tamaño y de una misma hechura.
  26   La altura de un querubín era de diez codos, y asimismo la del otro.
  27   Y puso estos querubines en la casa de adentro; y los querubines tenían las alas extendidas, de modo que el ala de uno tocaba una pared, y el ala del otro querubín tocaba a la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en la mitad de la casa.
  28   Y cubrió de oro los querubines.
  29   Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras, y de botones de flores, por dentro y por fuera.
  30   Y cubrió de oro el piso de la casa, por dentro y por fuera.
  31   Y a la entrada del oráculo hizo puertas de madera de olivo; y el umbral y los postes tenían cinco esquinas.
  32   Las dos puertas eran de madera de olivo; y entalló en ellas figuras de querubines y de palmeras y de botones de flores, y las cubrió de oro; cubrió también de oro los querubines y las palmeras.
  33   Igualmente hizo a la puerta del templo postes cuadrados de madera de olivo.
  34   Y las dos puertas eran de madera de abeto. Las dos hojas de una puerta eran giratorias, y las dos hojas de la otra puerta también eran giratorias.
  35   Y entalló en ellas querubines y palmeras y botones de flores, y las cubrió de oro ajustado a las entalladuras.
  36   Y edificó el atrio interior de tres hileras de piedras labradas, y de una hilera de vigas de cedro.
  37   En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa de Jehová.
  38   Y en el año undécimo, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la casa con todas sus pertenencias, con todos sus detalles, y con todo lo necesario. La edificó, pues, en siete años.

 
1 Reyes 7
 
  1   Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y terminó toda su casa.
  2   Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, y cincuenta codos de anchura, y treinta codos de altura, sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas.
  3   Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas.
  4   Y había tres hileras de ventanas, una ventana contra la otra en tres hileras.
  5   Y todas las puertas y postes eran cuadrados; y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras.
  6   También hizo un pórtico de columnas, que tenía cincuenta codos de largo, y treinta codos de ancho; y este pórtico estaba delante de aquellas otras, con sus columnas y maderos correspondientes.
  7   Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y lo vistió de cedro desde el suelo hasta el techo.
  8   Y en la casa en que él moraba, había otro atrio dentro del pórtico, de obra semejante a ésta. Edificó también Salomón una casa semejante a aquel pórtico, para la hija de Faraón, la cual había tomado por esposa.
  9   Todas aquellas obras fueron de piedras costosas, cortadas y aserradas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio.
  10   El cimiento era de piedras costosas, de piedras grandes, de piedras de diez codos, y de piedras de ocho codos.
  11   De allí hacia arriba era también de piedras preciosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro.
  12   Y en el gran atrio alrededor había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro; y así el atrio interior de la casa de Jehová, y el atrio de la casa.
  13   Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,
  14   hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, y su padre era de Tiro, y trabajaba en bronce, lleno de sabiduría y de inteligencia y saber en toda obra de bronce. Éste, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.
  15   Y vació dos columnas de bronce, la altura de cada una era de dieciocho codos; y rodeaba a una y a otra columna un cordón de doce codos.
  16   Hizo también dos capiteles de bronce fundido, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel de cinco codos.
  17   Había trenzas a manera de red, y unos cordones a manera de cadenas, para los capiteles que estaban sobre las cabezas de las columnas; siete para cada capitel.
  18   E hizo también dos hileras de granadas alrededor de la red, para cubrir los capiteles que estaban sobre las cabezas de las columnas con las granadas; y de la misma forma hizo en el otro capitel.
  19   Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían forma de lirios, y eran de cuatro codos.
  20   Tenían también los capiteles de sobre las dos columnas, doscientas granadas en dos hileras alrededor en cada capitel, encima de la parte abultada del capitel, el cual estaba rodeado por la red.
  21   Estas columnas erigió en el pórtico del templo; y levantó la columna de la mano derecha, y le puso por nombre Jaquín; y levantó la columna de la mano izquierda, y llamó su nombre Boaz.
  22   Y puso en las cabezas de las columnas tallado en forma de lirios; y así se acabó la obra de las columnas.
  23   Hizo asimismo un mar de fundición, de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos.
  24   Y rodeaban aquel mar por debajo de su borde en derredor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos hileras, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido.
  25   Y estaba asentado sobre doce bueyes; tres miraban al norte, y tres miraban al poniente, y tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre éstos se apoyaba el mar, y las traseras de ellos estaban hacia la parte de adentro.
  26   El grueso del mar era de un palmo menor, y su borde era labrado como el borde de un cáliz, o de flor de lirio; y cabían en él dos mil batos.
  27   Hizo también diez bases de bronce, siendo la longitud de cada base de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura.
  28   La obra de las bases era de esta manera: tenían unos tableros, los cuales estaban entre molduras;
  29   y sobre aquellos tableros que estaban entre molduras, había figuras de leones, de bueyes y de querubines; y sobre las molduras de la base, así encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve.
  30   Cada base tenía cuatro ruedas de bronce con ejes de bronce; y en sus cuatro esquinas tenían soportes de fundición, soportes que quedaban debajo de la fuente, al lado de cada una de las añadiduras.
  31   Y la boca de la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la base; y era su boca redonda, de la hechura del mismo remate, y éste era de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus tableros, los cuales eran cuadrados, no redondos.
  32   Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas nacían en la misma base. La altura de cada rueda era de un codo y medio.
  33   Y la hechura de las ruedas era como la hechura de las ruedas de un carro; sus ejes, sus rayos, y sus cubos, y sus cinchos, todo era de fundición.
  34   Asimismo los cuatro soportes a las cuatro esquinas de cada base; y los soportes eran de la misma base.
  35   Y en lo alto de la base había medio codo de altura redondo por todas partes; y encima de la base sus molduras y tableros, los cuales salían de ella misma.
  36   E hizo en las tablas de las molduras, y en los tableros, entalladuras de querubines, y de leones, y de palmeras, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos.
  37   De esta forma hizo diez bases fundidas de una misma manera, de una misma medida, y de una misma entalladura.
  38   Hizo también diez fuentes de bronce; cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y asentó una fuente sobre cada una de las diez bases.
  39   Y puso las cinco bases a la mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda: y asentó el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el sur.
  40   Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así terminó Hiram toda la obra que hizo a Salomón para la casa de Jehová:
  41   Las dos columnas, y los dos tazones redondos de los capiteles que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos tazones redondos de los capiteles que estaban sobre la cabeza de las columnas;
  42   y cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas en cada red, para cubrir los dos tazones redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas;
  43   y las diez bases, y las diez fuentes sobre las bases;
  44   y un mar, y doce bueyes debajo del mar;
  45   y calderos, paletas, cuencos, y todos los vasos que Hiram hizo al rey Salomón para la casa de Jehová eran de bronce bruñido.
  46   Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Zaretán.
  47   Y Salomón no inquirió el peso del bronce de todos los utensilios, por la grande cantidad de ellos.
  48   E hizo Salomón todos los utensilios que pertenecían a la casa de Jehová; un altar de oro, y una mesa sobre la cual estaban los panes de la proposición, también de oro;
  49   y cinco candeleros de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, delante del oráculo; con las flores, las lámparas y las tenazas de oro.
  50   Asimismo los cántaros, despabiladeras, tazas, cucharillas, e incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar santísimo, y los de las puertas del templo.
  51   Así fue terminada toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa de Jehová. Y metió Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y vasos, y lo puso todo en las tesorerías de la casa de Jehová.

 
1 Reyes 8
 
  1   Entonces Salomón reunió a los ancianos de Israel, y a todas las cabezas de las tribus, y a los príncipes de las familias de los hijos de Israel ante el rey Salomón en Jerusalén, para traer el arca del pacto de Jehová de la ciudad de David, que es Sión.
  2   Y se congregaron ante el rey Salomón todos los varones de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día de la fiesta solemne.
  3   Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca.
  4   Y llevaron el arca de Jehová, y el tabernáculo del testimonio, y todos los vasos sagrados que estaban en el tabernáculo; los cuales llevaban los sacerdotes y levitas.
  5   Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar.
  6   Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el oráculo de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.
  7   Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los querubines el arca y sus varas por encima.
  8   E hicieron salir las varas; de modo que las cabezas de las varas se dejaban ver desde el lugar santo delante del oráculo, mas no se veían desde afuera; y así se quedaron hasta hoy.
  9   Ninguna cosa había en el arca, salvo las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto.
  10   Y como los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.
  11   Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.
  12   Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que Él habitaría en la densa oscuridad.
  13   Yo he edificado casa por morada para ti, morada en que tú habites para siempre.
  14   Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba en pie.
  15   Y dijo: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que con su boca habló a David mi padre, y con su mano lo ha cumplido, diciendo:
  16   Desde el día que saqué mi pueblo Israel de Egipto, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel.
  17   Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel.
  18   Mas Jehová dijo a David mi padre: En cuanto al haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener esto en tu corazón.
  19   Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.
  20   Y Jehová ha cumplido su palabra que había dicho; porque yo me he levantado en lugar de David mi padre, y me he sentado en el trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehová Dios de Israel.
  21   Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto de Jehová, que Él hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.
  22   Se puso luego Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo,
  23   dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti de todo su corazón;
  24   que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le dijiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede este día.
  25   Ahora pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No faltará varón de ti delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino, que anden delante de mí como tú delante de mí has andado.
  26   Ahora pues, oh Dios de Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.
  27   Pero ¿es verdad que Dios ha de morar sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?
  28   Con todo, tú atiende a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oye el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti:
  29   Que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga hacia este lugar.
  30   Escucha, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren hacia este lugar, escucha tú desde los cielos, lugar de tu habitación; escucha tú y perdona.
  31   Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa;
  32   escucha tú desde el cielo y actúa; y juzga a tus siervos, condenando al impío, tornando su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.
  33   Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos, por haber pecado contra ti, y a ti se volvieren, y confesaren tu nombre, y oraren, y te rogaren y suplicaren en esta casa;
  34   escucha tú en los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazles volver a la tierra que diste a sus padres.
  35   Cuando el cielo se cerrare, y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, si oraren hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los hubieres afligido;
  36   escucha tú en los cielos, y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y da lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.
  37   Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta, o pulgón; si sus enemigos los tuvieren sitiados en la tierra de sus ciudades; cualquier plaga o enfermedad que sea;
  38   toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga de su corazón, y extendiere sus manos hacia esta casa;
  39   escucha tú en los cielos, en la habitación de tu morada, y perdona, y actúa, y da a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces; ( porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres );
  40   para que te teman todos los días que vivieren sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.
  41   Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas tierras a causa de tu nombre
  42   ( porque oirán de tu grande nombre, y de tu mano fuerte, y de tu brazo extendido ), y viniere a orar a esta casa;
  43   escucha tú en los cielos, en la habitación de tu morada, y haz conforme a todo aquello por lo cual el extranjero clamare a ti; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.
  44   Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú los enviares, y oraren a Jehová hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre,
  45   escucha tú en los cielos su oración y su súplica, y ampara su causa.
  46   Si hubieren pecado contra ti ( porque no hay hombre que no peque ), y tú estuvieres airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautiven y lleven a tierra enemiga, sea lejos o cerca,
  47   y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido impiedad;
  48   y si se convirtieren a ti de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren a ti hacia su tierra, que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado a tu nombre;
  49   escucha tú en los cielos, en el lugar de tu morada, su oración y su súplica, y ampara su causa.
  50   Y perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti, y todas sus transgresiones que han cometido contra ti; y haz que tengan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos;
  51   porque ellos son tu pueblo y tu heredad, que tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.
  52   Estén abiertos tus ojos a la oración de tu siervo, y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oírlos en todo aquello por lo que te invocaren;
  53   porque tú los apartaste para ti por tu heredad de todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por mano de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.
  54   Y fue que cuando Salomón acabó de hacer toda esta oración y súplica a Jehová, se levantó de estar de rodillas delante del altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo;
  55   y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:
  56   Bendito sea Jehová, que ha dado reposo a su pueblo Israel, conforme a todo lo que Él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
  57   Sea con nosotros Jehová nuestro Dios, como fue con nuestros padres; y no nos desampare ni nos deje;
  58   y que incline nuestro corazón hacia Él, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, los cuales mandó a nuestros padres.
  59   Y que estas mis palabras con que he orado delante de Jehová estén cerca de Jehová nuestro Dios de día y de noche, para que Él proteja la causa de su siervo, y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;
  60   para que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.
  61   Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos, y guardando sus mandamientos, como el día de hoy.
  62   Entonces el rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios delante de Jehová.
  63   Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová; veintidós mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová.
  64   Aquel mismo día santificó el rey el medio del atrio que estaba delante de la casa de Jehová: porque ofreció allí los holocaustos, y los presentes, y las grosuras de las ofrendas de paz; por cuanto el altar de bronce que estaba delante de Jehová era demasiado pequeño, y no cabían en él los holocaustos, las ofrendas y las grosuras de los sacrificios de paz.
  65   En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una grande congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante de Jehová nuestro Dios, por siete días y otros siete días, esto es, por catorce días.
  66   Y el octavo día despidió al pueblo; y ellos bendiciendo al rey, se fueron a sus tiendas alegres y gozosos de corazón por todos los beneficios que Jehová había hecho a David su siervo, y a su pueblo Israel.

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