Capitulo 3

U = Elección Incondicional

La U en el acrónimo TULIP significa elección incondicional. La elección no es un tema felíz para muchas personas porque lleva consigo el hecho de que Dios nos elige; nosotros no lo elegimos a El. Al hombre por naturaleza no le gusta este punto de vista porque subraya su estado de muerte espiritual y le roba de su orgullo propio. Le recuerda que él no es el amo de su destino, ni el capitán de su alma, pero esto es el punto de vista que la Biblia enseña claramente. En nuestro estudio aprenderemos que se requiere la elección a cualquiera para ser salvo. Es parte necesaria del programa de salvación de Dios. Ya hemos aprendido que el hombre está muerto en sus pecados. El no buscará a Dios; él ama su pecado. De su propia voluntad, él nunca se acercará a Dios. Por lo tanto, si Cristo no fué más allá de tan sólo ofrecer salvación al mundo, no habrían creyentes. La bondadosa y amorosa oferta de salvación de Dios podría ser proclamada a la humanidad por mil años, pero ningún individuo en toda la raza humana respondería de sí mismo. La naturaleza del hombre es estar por completo en rebelión contra Dios; ninguno busca a Dios. Si Dios no actuase en el corazón, ninguno llegaría a ser salvo.

Cristo determinó que El edificaría Su iglesia y que las puertas del infierno no prevalecerían contra El. Para edificar Su iglesia, El eligió a ciertas personas para ser salvas. Así, la elección es absolutamente esencial al programa de salvación de Dios.

¿Cuándo escogió Dios a quienes habrán de ser salvos?
¿Cuándo decidió Dios o eligió a quienes El salvaría? La Biblia nos dice en Efesios 1:4 que El nos escogió en Cristo desde antes de la fundación del mundo. En otras palabras, Dios ya había escogido a quienes El salvaría antes que el hombre fuera creado y, consecuentemente desde luego, antes que el hombre cayese en pecado.
En Apocalipsis 17:8 Dios habla de aquellos "cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida desde la fundación del mundo". El habla allí de los malos, aquellos que son esclavos de la Bestia y del reino de Satanás. El hecho de que sus nombres no están escritos en el Libro de la Vida desde la fundación del mundo implica que los nombres de los creyentes en Cristo, que no son esclavos de Satanás, estaban escritos en el Libro de la Vida desde antes de la fundación del mundo, lo cual está de acuerdo con Efesios 1:4, donde se nos dice que "nos escogió en El antes de la fundación del mundo". Por consiguiente, la Biblia nos muestra que la elección de Dios se llevó a cabo antes de los tiempos y antes que Dios comenzara Su creación.
A raíz de que Dios conoce el final desde el principio (Isaías 46:10), El sabía que el hombre, al cual El crearía perfecto y sin pecado, habría de su propia voluntad de rebelarse contra Dios y se sumergiría en el pecado. Por tanto, nuestro Padre Celestial hizo provisión para esta eventualidad dando a aquellos a quienes El planeó salvar al Señor Jesucristo. Leemos en Juan 6:37, "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera". Este versículo se refiere a los elegidos, quienes fueron escogidos por Dios antes de la fundación de la tierra y cuyos nombres El escribió en el Libro de la Vida del Cordero.
Tres palabras griegas, ekloge, eklektos, y eklego, se traducen igualmente elección, elegido, o escogido, y se usan cincuenta veces en el Nuevo Testamento. Algunos ejemplos incluyen: Romanos 11:5, "Así también, aún en este tiempo ha quedado un remanente por la elección [ekloge] de gracia". II de Pedro 1:10, "Por lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firmes vuestra vocación y elección [ekloge]".
También, Colosenses 3:12, "Vestíos, pues, como escogidos [eklektos] de Dios, santos y amados..." Tito 1:1, "Según la fe de los escogidos [eklektos] de Dios...". Mateo 22:14, "Porque muchos son llamados, y pocos escogidos [eklektos]". I de Pedro 2:9, "Mas vosotros sois linaje escogido [eklektos]". Efesios 1:4, "Según nos escogió [eklego] en él antes de la fundación del mundo".
 
La Doctrina Bíblica de la Predestinación
Una doctrina corolaria en la Biblia del programa electivo de Dios es la predestinación. La predestinación, tal como la palabra elección, es una palabra incómoda para mucha gente, que podría estar esperanzada de que se trata solamente de una palabra teológica que no está en la Biblia.
El hecho es que la palabra griega proorizo, de la cual viene predestinación, se encuentra seis veces en el Nuevo Testamento. La hallamos en Romanos 8:29, "Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo", y Romanos 8:30, "Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó".
Leemos en Efesios 1:5, "Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro afecto de su voluntad", y Efesios 1:11, "En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad".
La palabra predestinar se halla en otros dos lugares en el Nuevo Testamento. En Hechos 4:28 es traducida "antes determinado", y habla acerca de la voluntad de Dios que Cristo sufriría por nuestros pecados y que era parte de Su plan divino que Herodes y Poncio Pilato y otros estuvieran contra El. En este contexto Dios dice en el versículo 28, "Para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado [predestinado] que había de ser hecho". Así que vemos que el consejo de Dios había predestinado de antemano lo que había de ser hecho.
La palabra proorizo (predestinar) se traduce como "ordenado" en I de Corintios 2:7, "Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios ordenó (predestinó) antes de los siglos para nuestra gloria". Dios habla aquí del plan completo del Evangelio que fue predestinado por Dios.
En esos versículos Dios enseña que El predeterminó todo aspecto del programa de salvación antes de la fundación del mundo, incluyendo quiénes serían salvos. El no predestinó a aquellos a quienes El vió que de sí mismos vendrían a Dios; esa es una imposibilidad porque todo ser humano está muerto en sus pecados - "No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios" (Romanos 3:11). Dios vió a través de los corredores del tiempo y vio la miserable raza humana después de la caída de Adán, y El escogió a algunos de tales pecadores miserables y rebeldes y los eligió para salvación; la Biblia enseña que El los predestinó para ser salvos.
Si Dios simplemente buscó y salvó a aquellos que vinieron a El de su propia libre voluntad, entonces El no podría hablar de los tales como siendo escogidos. Sería incorrecto porque Dios no habría hecho la elección; sería elección del hombre. El hombre elegiría o escogería acercarse a Dios, y Dios simplemente reconocería a aquellos que son salvos. Dios hablaría de ellos como los recipientes de la gracia de Dios solamente y no de elegir a aquellos que son salvos. Leemos en Juan 15:16, "No me elegísteis vosotros a mí, mas yo os elegí a vosotros". Nosotros somos los elegidos de Dios si hemos comenzado a creer en Cristo como nuestro Salvador y Señor.
 
Los Elegidos son Pecadores salvados Incondicionalmente
La elección incondicional es un principio de la Biblia. Dios salva a Sus elegidos sin importar lo terrible de sus pecados. Los elegidos son salvos no porque sean buenos, ni porque sean hermosos; El salva a los elegidos a pesar de sus pecados. Recuerde, leemos en Romanos 3:10-18 que Dios describe a toda la raza humana, sin excepción, como perversa; y en Jeremías 17:9: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso." De esas personas, El eligió a algunas para ser salvas.
La Biblia no enseña que Cristo vino a salvar a aquellos que fueren buenos; la Biblia enseña que Cristo vino a salvar a los pecadores. Dios declara en Santiago 2:5, "¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?" Somos ricos en fe, por supuesto, debido a que Dios nos da fe; es un regalo. Leemos en Efesios 2:8-9, "Porque por gracia sois salvos por la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe". En I de Corintios 1:27-28 Dios declara:

"Antes lo necio del mundo escogió Dios,
Para avergonzar a los sabios:
Y lo flaco del mundo escogió Dios,
Para avergonzar lo fuerte;
Y lo vil del mundo
Y lo menospreciado escogió Dios,
Y lo que no es, para deshacer lo que es"

En estos versículos, Dios habla de aquellos que El salvará como necios y menospreciados; es Su elección salvar aquello que no es de valor en sí mismo. Ese es nuestro estado cuando Dios nos salva; no merecemos en ninguna manera ser elegidos de Dios. Nuestra elección es absolutamente y completamente incondicional.
Cuando Cristo llamó a Lázaro de la tumba (Juan 11:43), mucha gente estaba en los cementerios, y nuestro Señor podría haberse dirigido a cualquier tumba y decirle a un muerto que saliese, y esa persona habría salido. Cristo en Su voluntad soberana decidió resucitar a Lázaro. Lázaro no reunía las condiciones para responder a la orden de Cristo; él no reunía las condiciones para ser elegido para ser levantado de entre los muertos. El simplemente era uno de los muertos. El no tenía calificaciones particulares que lo hicieran más fácil de resucitar que a otro cualquiera. Lázaro estaba muerto y su cuerpo se estaba corrompiendo, y no había nada que lo calificara para salir, pero él salió. Cristo lo eligió y le ordenó salir.

Cuando Cristo levantó a Lázaro, El nos dió un cuadro dramático de la elección incondicional. Somos elegidos de Dios para ser salvos, pero no hay condiciones que tengamos que llenar para ser salvos por El. Venimos a El tal como somos - en nuestra rebelión, perversidad, corrupción, y bancarrota espiritual. Dios declara en el Salmo 34:18, "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salvará a los contritos de espíritu", y en el Salmo 51:17, "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios".

¿Promueve el Fatalismo la Idea de la Elección?
Podría hacerse la pregunta: "Si Dios eligió desde antes de la fundación del mundo a aquellos a quienes El salvaría, y si no hay nada que yo pueda hacer acerca de mi elección, ¿entonces de qué sirve tratar de obedecer el mandamiento de la Biblia de creer en el Señor Jesucristo? Si soy elegido, yo creeré. Si no soy escogido, no creeré. No puedo hacer nada para hacerme a mí mismo un elegido; todo depende del plan soberano de Dios".
El hecho es que cuando Dios nos ordena creer, tenemos que obedecer esa orden. Ocasionalmente, alguien obedece esa orden; si esa persona es elegida o no no debe importarle en ese momento. Cuando oímos el Evangelio, debemos fielmente obedecer el Evangelio creyendo en el Señor Jesucristo.
Aquellos que llegan a creer en el Señor Jesucristo luego comenzarán a preguntarse, "¿Por qué creí? ¿Por qué me convertí al Señor Jesucristo cuando muchos otros a mi alrededor no lo hicieron?" Entonces, cuando examinen las Escrituras para averigüar por qué, ellos descubrirán que llegaron a ser creyentes porque Dios los eligió y los atrajo a Sí mismo.
Dios ha abierto los ojos y oídos espirituales a todo individuo que se salva. Dios ha capacitado a ese individuo a fin de que responda al Evangelio, del mismo modo que capacitó a Lázaro, quien estaba muerto y en la tumba, para ser obediente cuando Jesús dijo, "Lázaro, ven fuera" (Juan 11:43). Esta es la doctrina de la elección.
Nuestro trabajo es proclamar el Evangelio, pero no nos incumbe saber quién es elegido de Dios. Sabemos que entre los no salvos están los elegidos de Dios. Cristo sabe quiénes son ellos - son las ovejas perdidas a las que El vino a buscar y a salvar. A medida que testificamos y oramos, y ellos oyen el Evangelio, Dios los atraerá a Sí mismo. No sabemos si son elegidos o no, pero Dios lo sabe.
La elección es una doctrina maravillosa y una promesa maravillosa. Esta asegura el éxito al presentar nosotros el Evangelio. El éxito de la presentación del Evangelio no depende de nuestros métodos de ganar; no depende de nuestra espléndida retórica, ni de nuestro arte de vender. El éxito depende de la fidelidad de Dios a su propio Evangelio. Es por medio del mensaje del Evangelio que El buscará y salvará a aquellos a quienes ha predestinado para ser salvos. El los llamará; El los justificará; El los glorificará (Romanos 8:30). Esta es la promesa absoluta de Dios. Esta es la elección incondicional. ¡Qué doctrina tan maravillosa es ésta! Es una lástima que haya gente que tiene miedo de la misma.
La doctrina de la elección y predestinación es hermosa. ¿Por qué entonces hay tanta gente que le teme? No les gusta la doctrina porque a ellos les gusta creer que Dios no predestina contra la voluntad del hombre. Es decir, a ellos les gusta creer que Dios predestina a aquellas personas quienes El sabe que se tornarán a El; el hombre quiere al menos un poco de crédito por su salvación.
Además, el hombre quiere desesperadamente ser soberano en su propio derecho, lo cual fue la naturaleza de Lucifer cuando cayó en pecado. Lucifer quería ser un rey; él quería ser como Dios (Isaías 14). El hombre, también, quiere ser el rey en el trono de su vida. Por la misma naturaleza del hombre, es reprensible a él reconocer la soberanía de Dios. Sin embargo, la doctrina de elección incondicional, que es enseñada claramente por la Biblia, subraya que Dios es soberano. ¡El salva a aquellos a quienes El salvará! Bajo ninguna circunstancia es el hombre quien escoge. Es Dios quien escoge.
 
La Voluntad de Dios concerniente a la Salvación es completamente Soberana
Dios insiste en Su soberanía en Romanos 9, por ejemplo, donde El usa a Esaú y a Jacob como figuras de Su doctrina de predestinación y elección. Romanos 9:11-13:

"(Porque no siendo aún nacidos, ni habiendo hecho aún
ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme
a la elección, no por las obras sino por el que llama,
permaneciese;)
Le fué dicho que el mayor serviría al menor.
Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí".

Allí está, ¿se da cuenta? Dios indica que El fué completamente soberano en esto. En Romanos 9:15 El declara, "Tendré misericordia del que tendré misericordia". "Tendré" es enfatizado porque Dios hace la decisión. En Romanos 9:16 Dios dice: "Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia". Este versículo deliberada y plenamente excluye la voluntad del hombre.

Otro versículo que da más refuerzo a esta doctrina Bíblica maravillosa es Romanos 9:18, "De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece". La doctrina de la gracia soberana funciona en el programa electivo de Dios.

Cuando leemos en el libro de Romanos, podríamos ser recordados de la letra de un antiguo himno, que dice: "Tú el Alfarero, yo el barro soy; tómame y hazme, a TU querer" Esta súplica está basada en la enseñanza de Romanos 9:20-23:

"Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú,
para que alterques con Dios?
Dirá el vaso de barro al que le labró:
¿Por qué me has hecho tal?
¿O no tiene potestad el alfarero
Para hacer de la misma masa
Un vaso para honra,
Y otro para vergüenza?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira
Y hacer notoria su potencia,
Soportó con mucha mansedumbre
Los vasos de ira preparados para muerte,
Y para hacer notorias las riquezas de su gloria,
Mostrólas para con los vasos de misericordia
Que él ha preparado para gloria".

En estos versículos Dios enfatiza que El es supremo; El tiene el poder y el derecho de salvar a aquellos a quienes El desea salvar. Dios no está bajo ninguna obligación de salvar tan siquiera a una sola persona en toda la raza humana. Todos merecemos ir al infierno. Todos merecemos pasar la eternidad en la condenación, bajo Su ira. El hecho de que El salve a algunos de acuerdo a Su divina elección, Su programa electivo, es asunto sólo de Dios.

Juan 1:12 presenta la verdad: "Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre". Si nos detuviésemos precisamente aquí, parecería como si la elección es del hombre - aquellos que le reciben son salvos. Pero note la declaración que establece calificación en el versículo siguiente: "Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios" (Juan 1:13). Dios insiste que El hace la elección. Es Su voluntad la que decide quién ha de ser salvo. Aquellos que creen en Cristo no lo hacen de su propia voluntad porque su voluntad está totalmente bajo pecado.

La doctrina de que la salvación llega solamente a aquellos que son elegidos de Dios es enseñada también en Hechos 13:48, donde leemos: "... y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna". Esto vuelve a repetirlo una vez más, ¿no es cierto? No todos creyeron, sino solamente aquellos que fueron ordenados por Dios para creer.

Dios da el Arrepentimiento
Dios manda a los hombres en todos los lugares que se arrepientan de sus pecados (Hechos 17:30). Es fácil asumir, por lo tanto, que aunque la salvación es por gracia, por lo menos el hecho de que yo me he arrepentido y alejado de mis pecados es un resultado de mi voluntad independiente. Yo podría concluir de que a causa de que me he alejado de mis pecados, Dios me va a salvar. De alguna manera yo quiero creer que el arrepentimiento tiene algo que ver con mi voluntad y que es aparte del accionar de Dios. Pero aún el pensamiento de independencia aparte de la acción de Dios no será tolerado por la Biblia. En Hechos 5:31 leemos:

"A este ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador,
para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados"

Dios evidentemente declara que aun nuestro arrepentimiento nos es dado de Dios. Dios no requiere que se cumplan condiciones antes que podamos ser salvos. El toma a un pecador indigno, rebelde, y malvado y le da arrepentimiento a fín de que el programa de salvación de Dios pueda continuar en la vida de esa persona. No es extraño entonces que en Efesios 2:8-10 se declare:

"Porque por gracia sois salvos por la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios:
No por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó
para que anduviésemos en ellas".

La buena obra de arrepentimiento de nuestros pecados es también un don o regalo de Dios.

Dios da la Fe
La Biblia fortalece nuestro conocimiento del papel total de Dios en nuestra salvación cuando habla de nuestra fe. Leemos en Romanos 4:3, "Porque ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fué atribuído a justicia". Podríamos concluir de que no obstante nuestras obras no son meritorias para nuestra salvación, nuestra fe debe ser contada para la misma. Sin embargo, cuando estudiamos la Biblia más cuidadosamente, descubrimos que no fue la fe de Abraham la que fué contada para justicia, sino que fué Dios mismo quien fué contado para justicia.

Desarrollaremos más este pensamiento. En Gálatas 2:16 leemos:

"Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley,
sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído
en Jesucristo, para que fuésemos justificados por la fe de Cristo,
y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley
ninguna carne será justificada"

Dios declara que es "por [Griego dia - por medio de] la fe de Jesucristo", y "fuésemos justificados por [Griego ek - a partir de] la fe de Cristo". En otras palabras, la base de nuestra salvación no es nuestra fe - la base de nuestra salvación es la fe de Cristo. Porque El fue perfectamente fiel en llevar a cabo el plan de salvación de Dios, nosotros somos salvos. Con razón Cristo es llamado "Fiel y Verdadero" en Apocalipsis 19:11.

Además, vemos que en Gálatas 2:16 Dios declara que no somos justificados por [Griego ek - a partir de] las obras de la ley. En Juan 6:28 los Judíos preguntaron a Jesús, "¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?" Jesús contestó en el versículo siguiente: "Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado". En esta declaración, el Señor Jesucristo enseña que nuestra fe por medio de la cual creemos en Cristo como Salvador es una obra. Gálatas 2:16 indica que no podemos ser justificados por las obras de la ley; por lo tanto, sabemos que podemos ser justificados solamente por la obra de Cristo y no por la nuestra.

Nuestro conocimiento de la grandiosa verdad de Gálatas 2:16 es fortalecida además por Gálatas 2:20, donde leemos: "...y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en [Griego en - en] la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí". Vea también Romanos 3:22 y Filipenses 3:9. Volviendo a Romanos, en el Capítulo 4, versículo 5, Dios declara:

"Mas al que no obra, pero cree en aquél que justifica al impío,
la fe le es contada por [ Griego eis - a ] justicia".

"La fe" puede referirse solamente a la fe de Dios, es decir, a la fidelidad de Dios, la cual lleva al creyente dentro de la justicia. Esto explica el significado de la frase en Romanos 1:17, "Porque en él, la justicia de Dios se descubre de[Griego ek - a partir de] fe en[Griego eis - a] fe". Dios enseña en este y en el versículo previo que la salvación tanto de Judíos como de Griegos es a partir de la fe (la fe de Cristo), y a fe (nuestra fe), la cual es un reflejo o resultado de la fe de Cristo.

Así, podemos entender Efesios 2:8, donde Dios declara: "Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios".

En todo aspecto de nuestra salvación, no merecemos nada. A Dios va todo el honor y la gloria. Por virtud de la fidelidad de Cristo somos contados justos. La fe de Cristo nos es dada a nosotros como un regalo a fin de que podamos confiar en Cristo como Salvador.

Un último versículo, y completaremos este estudio del principio de elección incondicional. En Juan 6:37 leemos: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera". En este versículo Cristo insiste que aquellos que el Padre le ha entregado a El vendrán a El. No hay implicación de que la raza humana entera le haya sido dada a El, pero si así fuera, entonces toda la raza humana vendría a El. Dios ha escogido de entre la raza humana aquellos a quienes El ha de salvar.

Por lo tanto, las preguntas lógicas siguen: "Si Dios ha decidido por Su voluntad soberana el salvar a algunos y dejar a otros enfrentar el trono del juicio, y ser sentenciados al infierno y a la condenación eterna por causa de sus pecados, entonces ¿fue Cristo a la cruz a favor de todos los seres humanos? ¿O Cristo pagó solamente por los pecados de aquellos que habrían de creer en El, es decir, aquellos que fueron escogidos para ser de El, lo cual es un número limitado?"

Históricamente, la iglesia ha hablado de este principio como expiación limitada o expiación particular, es decir, el pago de Cristo en la cruz fue efectivo sólo para aquellos que fueron elegidos de Dios. No hubo provisión hecha para aquellos que no creerían en El.

Algunos enseñan que Cristo pagó por los pecados de todos y que es solamente nuestro rechazo de Cristo el que nos envía al infierno. Esta enseñanza va de la mano con la idea de que es por nuestra propia elección que nos volvemos a Cristo; sostiene la idea errónea de que Dios ha hecho todo lo que pudo, y ahora depende de nosotros. Estas son algunas de las ideas que serán exploradas en el capítulo siguiente.

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