Capitulo 3
U = Elección Incondicional
La U en el acrónimo TULIP significa elección incondicional. La elección no es un tema felíz para muchas personas porque lleva consigo el hecho de que Dios nos elige; nosotros no lo elegimos a El. Al hombre por naturaleza no le gusta este punto de vista porque subraya su estado de muerte espiritual y le roba de su orgullo propio. Le recuerda que él no es el amo de su destino, ni el capitán de su alma, pero esto es el punto de vista que la Biblia enseña claramente. En nuestro estudio aprenderemos que se requiere la elección a cualquiera para ser salvo. Es parte necesaria del programa de salvación de Dios. Ya hemos aprendido que el hombre está muerto en sus pecados. El no buscará a Dios; él ama su pecado. De su propia voluntad, él nunca se acercará a Dios. Por lo tanto, si Cristo no fué más allá de tan sólo ofrecer salvación al mundo, no habrían creyentes. La bondadosa y amorosa oferta de salvación de Dios podría ser proclamada a la humanidad por mil años, pero ningún individuo en toda la raza humana respondería de sí mismo. La naturaleza del hombre es estar por completo en rebelión contra Dios; ninguno busca a Dios. Si Dios no actuase en el corazón, ninguno llegaría a ser salvo.
Cristo determinó que El edificaría Su iglesia y que las puertas del infierno no prevalecerían contra El. Para edificar Su iglesia, El eligió a ciertas personas para ser salvas. Así, la elección es absolutamente esencial al programa de salvación de Dios.
"Antes lo necio del mundo escogió Dios,
Para avergonzar a los sabios:
Y lo flaco del mundo escogió Dios,
Para avergonzar lo fuerte;
Y lo vil del mundo
Y lo menospreciado escogió Dios,
Y lo que no es, para deshacer lo que es"
En estos versículos, Dios habla de aquellos que El salvará como necios y
menospreciados; es Su elección salvar aquello que no es de valor en sí mismo. Ese es
nuestro estado cuando Dios nos salva; no merecemos en ninguna manera ser elegidos de Dios.
Nuestra elección es absolutamente y completamente incondicional.
Cuando Cristo llamó a Lázaro de la tumba (Juan 11:43), mucha gente estaba en los
cementerios, y nuestro Señor podría haberse dirigido a cualquier tumba y decirle a un
muerto que saliese, y esa persona habría salido. Cristo en Su voluntad soberana decidió
resucitar a Lázaro. Lázaro no reunía las condiciones para responder a la orden de
Cristo; él no reunía las condiciones para ser elegido para ser levantado de entre los
muertos. El simplemente era uno de los muertos. El no tenía calificaciones particulares
que lo hicieran más fácil de resucitar que a otro cualquiera. Lázaro estaba muerto y su
cuerpo se estaba corrompiendo, y no había nada que lo calificara para salir, pero él
salió. Cristo lo eligió y le ordenó salir.
Cuando Cristo levantó a Lázaro, El nos dió un cuadro dramático de la elección incondicional. Somos elegidos de Dios para ser salvos, pero no hay condiciones que tengamos que llenar para ser salvos por El. Venimos a El tal como somos - en nuestra rebelión, perversidad, corrupción, y bancarrota espiritual. Dios declara en el Salmo 34:18, "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salvará a los contritos de espíritu", y en el Salmo 51:17, "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios".
Allí está, ¿se da cuenta? Dios indica que El fué completamente soberano en esto. En Romanos 9:15 El declara, "Tendré misericordia del que tendré misericordia". "Tendré" es enfatizado porque Dios hace la decisión. En Romanos 9:16 Dios dice: "Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia". Este versículo deliberada y plenamente excluye la voluntad del hombre.
Otro versículo que da más refuerzo a esta doctrina Bíblica maravillosa es Romanos 9:18, "De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece". La doctrina de la gracia soberana funciona en el programa electivo de Dios.
Cuando leemos en el libro de Romanos, podríamos ser recordados de la letra de un antiguo himno, que dice: "Tú el Alfarero, yo el barro soy; tómame y hazme, a TU querer" Esta súplica está basada en la enseñanza de Romanos 9:20-23:
"Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú,
para que alterques con Dios?
Dirá el vaso de barro al que le labró:
¿Por qué me has hecho tal?
¿O no tiene potestad el alfarero
Para hacer de la misma masa
Un vaso para honra,
Y otro para vergüenza?
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira
Y hacer notoria su potencia,
Soportó con mucha mansedumbre
Los vasos de ira preparados para muerte,
Y para hacer notorias las riquezas de su gloria,
Mostrólas para con los vasos de misericordia
Que él ha preparado para gloria".
En estos versículos Dios enfatiza que El es supremo; El tiene el poder y el derecho de salvar a aquellos a quienes El desea salvar. Dios no está bajo ninguna obligación de salvar tan siquiera a una sola persona en toda la raza humana. Todos merecemos ir al infierno. Todos merecemos pasar la eternidad en la condenación, bajo Su ira. El hecho de que El salve a algunos de acuerdo a Su divina elección, Su programa electivo, es asunto sólo de Dios.
Juan 1:12 presenta la verdad: "Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre". Si nos detuviésemos precisamente aquí, parecería como si la elección es del hombre - aquellos que le reciben son salvos. Pero note la declaración que establece calificación en el versículo siguiente: "Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios" (Juan 1:13). Dios insiste que El hace la elección. Es Su voluntad la que decide quién ha de ser salvo. Aquellos que creen en Cristo no lo hacen de su propia voluntad porque su voluntad está totalmente bajo pecado.
La doctrina de que la salvación llega solamente a aquellos que son elegidos de Dios es enseñada también en Hechos 13:48, donde leemos: "... y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna". Esto vuelve a repetirlo una vez más, ¿no es cierto? No todos creyeron, sino solamente aquellos que fueron ordenados por Dios para creer.
"A este ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador,
para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados"
Dios evidentemente declara que aun nuestro arrepentimiento nos es dado de Dios. Dios no requiere que se cumplan condiciones antes que podamos ser salvos. El toma a un pecador indigno, rebelde, y malvado y le da arrepentimiento a fín de que el programa de salvación de Dios pueda continuar en la vida de esa persona. No es extraño entonces que en Efesios 2:8-10 se declare:
"Porque por gracia sois salvos por la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios:
No por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó
para que anduviésemos en ellas".
La buena obra de arrepentimiento de nuestros pecados es también un don o regalo de
Dios.
Dios da la Fe
La Biblia fortalece nuestro conocimiento del papel total de Dios en nuestra salvación
cuando habla de nuestra fe. Leemos en Romanos 4:3, "Porque ¿qué dice la Escritura?
Y creyó Abraham a Dios, y le fué atribuído a justicia". Podríamos concluir de que
no obstante nuestras obras no son meritorias para nuestra salvación, nuestra fe debe ser
contada para la misma. Sin embargo, cuando estudiamos la Biblia más cuidadosamente,
descubrimos que no fue la fe de Abraham la que fué contada para justicia, sino que fué
Dios mismo quien fué contado para justicia.
Desarrollaremos más este pensamiento. En Gálatas 2:16 leemos:
"Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley,
sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído
en Jesucristo, para que fuésemos justificados por la fe de Cristo,
y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley
ninguna carne será justificada"
Dios declara que es "por [Griego dia - por medio de] la fe de Jesucristo", y "fuésemos justificados por [Griego ek - a partir de] la fe de Cristo". En otras palabras, la base de nuestra salvación no es nuestra fe - la base de nuestra salvación es la fe de Cristo. Porque El fue perfectamente fiel en llevar a cabo el plan de salvación de Dios, nosotros somos salvos. Con razón Cristo es llamado "Fiel y Verdadero" en Apocalipsis 19:11.
Además, vemos que en Gálatas 2:16 Dios declara que no somos justificados por [Griego ek - a partir de] las obras de la ley. En Juan 6:28 los Judíos preguntaron a Jesús, "¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?" Jesús contestó en el versículo siguiente: "Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado". En esta declaración, el Señor Jesucristo enseña que nuestra fe por medio de la cual creemos en Cristo como Salvador es una obra. Gálatas 2:16 indica que no podemos ser justificados por las obras de la ley; por lo tanto, sabemos que podemos ser justificados solamente por la obra de Cristo y no por la nuestra.
Nuestro conocimiento de la grandiosa verdad de Gálatas 2:16 es fortalecida además por Gálatas 2:20, donde leemos: "...y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en [Griego en - en] la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí". Vea también Romanos 3:22 y Filipenses 3:9. Volviendo a Romanos, en el Capítulo 4, versículo 5, Dios declara:
"Mas al que no obra, pero cree en aquél que justifica al impío,
la fe le es contada por [ Griego eis - a ] justicia".
"La fe" puede referirse solamente a la fe de Dios, es decir, a la fidelidad de Dios, la cual lleva al creyente dentro de la justicia. Esto explica el significado de la frase en Romanos 1:17, "Porque en él, la justicia de Dios se descubre de[Griego ek - a partir de] fe en[Griego eis - a] fe". Dios enseña en este y en el versículo previo que la salvación tanto de Judíos como de Griegos es a partir de la fe (la fe de Cristo), y a fe (nuestra fe), la cual es un reflejo o resultado de la fe de Cristo.
Así, podemos entender Efesios 2:8, donde Dios declara: "Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios".
En todo aspecto de nuestra salvación, no merecemos nada. A Dios va todo el honor y la gloria. Por virtud de la fidelidad de Cristo somos contados justos. La fe de Cristo nos es dada a nosotros como un regalo a fin de que podamos confiar en Cristo como Salvador.
Un último versículo, y completaremos este estudio del principio de elección incondicional. En Juan 6:37 leemos: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera". En este versículo Cristo insiste que aquellos que el Padre le ha entregado a El vendrán a El. No hay implicación de que la raza humana entera le haya sido dada a El, pero si así fuera, entonces toda la raza humana vendría a El. Dios ha escogido de entre la raza humana aquellos a quienes El ha de salvar.
Por lo tanto, las preguntas lógicas siguen: "Si Dios ha decidido por Su voluntad soberana el salvar a algunos y dejar a otros enfrentar el trono del juicio, y ser sentenciados al infierno y a la condenación eterna por causa de sus pecados, entonces ¿fue Cristo a la cruz a favor de todos los seres humanos? ¿O Cristo pagó solamente por los pecados de aquellos que habrían de creer en El, es decir, aquellos que fueron escogidos para ser de El, lo cual es un número limitado?"
Históricamente, la iglesia ha hablado de este principio como expiación limitada o expiación particular, es decir, el pago de Cristo en la cruz fue efectivo sólo para aquellos que fueron elegidos de Dios. No hubo provisión hecha para aquellos que no creerían en El.
Algunos enseñan que Cristo pagó por los pecados de todos y que es solamente nuestro rechazo de Cristo el que nos envía al infierno. Esta enseñanza va de la mano con la idea de que es por nuestra propia elección que nos volvemos a Cristo; sostiene la idea errónea de que Dios ha hecho todo lo que pudo, y ahora depende de nosotros. Estas son algunas de las ideas que serán exploradas en el capítulo siguiente.