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Hechos 22 |
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1 |
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Varones hermanos y padres, oíd mi
defensa que hago ahora ante vosotros. |
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2 |
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Y cuando oyeron que les hablaba en
lengua hebrea, guardaron más silencio. Y les dijo: |
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3 |
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Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso
de Cilicia, mas criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, enseñado
estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, siendo celoso de
Dios, como hoy lo sois todos vosotros. |
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4 |
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Y perseguí este Camino hasta la muerte,
prendiendo y entregando en cárceles así hombres como mujeres; |
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5 |
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como también el sumo sacerdote me es
testigo, y todos los ancianos; de los cuales también recibí cartas para
con los hermanos; e iba a Damasco para traer presos a Jerusalén a los
que estuviesen allí, para que fuesen castigados. |
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6 |
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Y aconteció que cuando hacía mi jornada,
y llegaba cerca de Damasco, como a mediodía, repentinamente resplandeció
del cielo una gran luz que me rodeó; |
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7 |
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y caí al suelo, y oí una voz que me
decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? |
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8 |
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Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor?
Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quién tú persigues. |
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9 |
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Y los que estaban conmigo vieron a la
verdad la luz, y se espantaron; mas no oyeron la voz del que hablaba
conmigo. |
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10 |
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Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me
dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está
ordenado que hagas. |
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11 |
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Y como yo no podía ver a causa de la
gloria de aquella luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo,
vine a Damasco. |
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12 |
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Entonces un Ananías, varón piadoso
conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que
moraban allí, |
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13 |
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vino a mí, y acercándose, me dijo:
Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré. |
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14 |
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Y él dijo: El Dios de nuestros padres te
ha escogido, para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo, y
oyeses la voz de su boca. |
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15 |
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Porque serás testigo suyo ante todos los
hombres de lo que has visto y oído. |
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16 |
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Ahora, pues, ¿por qué te detienes?
Levántate y sé bautizado; y lava tus pecados invocando el nombre del
Señor. |
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17 |
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Y me aconteció, que vuelto a Jerusalén,
mientras oraba en el templo, fui arrebatado fuera de mí. |
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18 |
|
Y le vi que me decía: Date prisa, y sal
cuanto antes de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de
mí. |
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19 |
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Y yo dije: Señor, ellos saben que yo
encarcelaba, y azotaba por las sinagogas a los que creían en ti; |
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20 |
|
y cuando se derramaba la sangre de
Esteban tu mártir, yo también estaba presente, y consentía en su muerte,
y guardaba las ropas de los que le mataban. |
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21 |
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Y me dijo: Ve, porque yo te enviaré
lejos, a los gentiles. |
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22 |
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Y le oyeron hasta esta palabra; entonces
alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre, porque no
conviene que viva. |
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23 |
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Y como ellos daban voces y arrojaban sus
ropas y echaban polvo al aire, |
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24 |
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el tribuno mandó que le llevasen a la
fortaleza, y ordenó que fuese interrogado con azotes, para saber por qué
causa clamaban así contra él. |
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25 |
|
Y como le ataron con correas, Pablo dijo
al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un hombre
romano sin ser condenado? |
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26 |
|
Y como el centurión oyó esto, fue y dio
aviso al tribuno, diciendo: Mira bien qué vas a hacer; porque este
hombre es romano. |
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27 |
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Entonces vino el tribuno y le dijo:
Dime, ¿eres tú romano? Él dijo: Sí. |
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28 |
|
Y respondió el tribuno: Yo con grande
suma alcancé esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo la tengo de
nacimiento. |
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29 |
|
Así que, luego se apartaron de él los
que le habían de interrogar; y aun el tribuno al saber que era romano,
tuvo temor por haberle atado. |
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30 |
|
Y al día siguiente, queriendo saber de
cierto la causa por la que era acusado de los judíos, le soltó de las
cadenas, y mandó venir a los príncipes de los sacerdotes y a todo su
concilio; y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos. |
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Hechos 23 |
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1 |
|
Entonces Pablo, mirando fijamente al
concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido
delante de Dios hasta el día de hoy. |
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2 |
|
Y el sumo sacerdote Ananías, mandó a los
que estaban delante de él, que le golpeasen en la boca. |
|
3 |
|
Entonces Pablo le dijo: Dios te golpeará
a ti, pared blanqueada: ¿Y tú estás sentado para juzgarme conforme a la
ley, y contra la ley me mandas golpear? |
|
4 |
|
Y los que estaban presentes dijeron: ¿Al
sumo sacerdote de Dios insultas? |
|
5 |
|
Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que
era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás al príncipe de
tu pueblo. |
|
6 |
|
Y cuando Pablo percibió que una parte
era de saduceos, y la otra de fariseos, alzó la voz en el concilio:
Varones hermanos, yo siendo fariseo, hijo de fariseo; de la esperanza y
de la resurrección de los muertos soy juzgado. |
|
7 |
|
Y cuando hubo dicho esto, se levantó una
disensión entre los fariseos y los saduceos; y la multitud fue dividida. |
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8 |
|
Porque los saduceos dicen que no hay
resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos profesan estas
cosas. |
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9 |
|
Y se levantó un gran vocerío; y
levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían
diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha
hablado, o un ángel, no peleemos contra Dios. |
|
10 |
|
Y como hubo gran disensión, el tribuno,
teniendo temor de que Pablo fuese despedazado de ellos, ordenó a los
soldados que bajaran para arrebatarlo de en medio de ellos, y llevarlo a
la fortaleza. |
|
11 |
|
Y a la noche siguiente se le presentó el
Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo; pues como has testificado de mí en
Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma. |
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12 |
|
Y cuando fue de día, algunos de los
judíos se juntaron, e hicieron voto bajo maldición, diciendo que no
comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo. |
|
13 |
|
Y eran más de cuarenta los que habían
hecho esta conjura; |
|
14 |
|
los cuales vinieron a los príncipes de
los sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: Nosotros hemos hecho voto
bajo maldición, que no hemos de gustar nada hasta que hayamos dado
muerte a Pablo. |
|
15 |
|
Ahora, pues, vosotros, con el concilio,
pedid al tribuno que le saque mañana a vosotros, como que queréis
inquirir acerca de él alguna cosa más cierta; y nosotros estaremos
apercibidos para matarle antes que él llegue. |
|
16 |
|
Mas cuando el hijo de la hermana de
Pablo oyó de la asechanza, fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a
Pablo. |
|
17 |
|
Y Pablo, llamando a uno de los
centuriones, dice: Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que
decirle. |
|
18 |
|
Entonces él le tomó y le llevó al
tribuno, y dijo: El preso Pablo, llamándome, me rogó que trajese a ti a
este joven, porque tiene algo que decirte. |
|
19 |
|
Y el tribuno, tomándole de la mano y
retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme? |
|
20 |
|
Y él dijo: Los judíos han concertado
rogarte que mañana lleves a Pablo ante el concilio, como que van a
inquirir de él alguna cosa más cierta. |
|
21 |
|
Mas tú no les creas; porque más de
cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales han hecho voto bajo
maldición, de no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora
están apercibidos esperando de ti promesa. |
|
22 |
|
Entonces el tribuno despidió al joven,
mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de esto. |
|
23 |
|
Y llamando a dos centuriones, mando que
apercibiesen para la hora tercera de la noche doscientos soldados, y
setenta de a caballo y doscientos lanceros, para que fuesen hasta
Cesarea; |
|
24 |
|
y que aparejasen cabalgaduras en que
poniendo a Pablo le llevasen en salvo a Félix el gobernador. |
|
25 |
|
Y escribió una carta de esta manera: |
|
26 |
|
Claudio Lisias al excelentísimo
gobernador Félix: Salud. |
|
27 |
|
A este hombre, aprehendido por los
judíos, y que iban ellos a matar, libré yo acudiendo con la tropa,
habiendo entendido que era romano. |
|
28 |
|
Y queriendo saber la causa por qué le
acusaban, le llevé ante el concilio de ellos; |
|
29 |
|
y hallé que le acusaban de cuestiones de
la ley de ellos, pero que ninguna acusación tenía digna de muerte o de
prisión. |
|
30 |
|
Y cuando me fue dicho de como los judíos
asechaban a este hombre, al punto le he enviado a ti, mandando también a
los acusadores que digan delante de ti lo que tienen contra él. Pásalo
bien. |
|
31 |
|
Entonces los soldados, tomando a Pablo
como les era mandado, le llevaron de noche a Antípatris. |
|
32 |
|
Y al día siguiente, dejando a los de a
caballo que fuesen con él, se volvieron a la fortaleza. |
|
33 |
|
Los cuales, como llegaron a Cesarea, y
dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él. |
|
34 |
|
Y cuando el gobernador leyó la carta,
preguntó de qué provincia era; y entendiendo que de Cilicia, |
|
35 |
|
dijo: Te oiré cuando vengan tus
acusadores. Y mandó que le guardasen en el pretorio de Herodes. |
|
Hechos 24 |
|
|
1 |
|
Y cinco días después el sumo sacerdote
Ananías, descendió con algunos de los ancianos y cierto orador llamado
Tértulo; y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. |
|
2 |
|
Y cuando éste fue llamado, Tértulo
comenzó a acusarle, diciendo: Debido a ti gozamos de gran quietud, y
muchas cosas son bien gobernadas en la nación por tu providencia; |
|
3 |
|
en todo tiempo y en todo lugar lo
recibimos con toda gratitud, oh excelentísimo Félix. |
|
4 |
|
Pero por no serte muy tedioso, te ruego
que nos oigas brevemente conforme a tu gentileza. |
|
5 |
|
Porque hemos hallado que este hombre es
pestilencial, y levantador de sediciones entre todos los judíos por todo
el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. |
|
6 |
|
Quien también intentó profanar el
templo; y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra ley. |
|
7 |
|
Mas interviniendo el tribuno Lisias, con
gran violencia le quitó de nuestras manos, |
|
8 |
|
mandando a sus acusadores que viniesen a
ti. Tú mismo, al interrogarle, podrás enterarte de todas estas cosas de
que le acusamos. |
|
9 |
|
Y asentían también los judíos, diciendo
ser así estas cosas. |
|
10 |
|
Y habiéndole hecho señal el gobernador
para que hablase, Pablo respondió: Porque sé que desde hace muchos años
eres juez de esta nación, de buen ánimo haré mi defensa. |
|
11 |
|
Porque tú puedes verificar que no hace
más de doce días yo subí a adorar a Jerusalén; |
|
12 |
|
y no me hallaron en el templo disputando
con alguno, ni alborotando al pueblo, ni en las sinagogas, ni en la
ciudad; |
|
13 |
|
ni pueden probar las cosas de que ahora
me acusan. |
|
14 |
|
Pero te confieso esto, que conforme al
Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres,
creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; |
|
15 |
|
teniendo esperanza en Dios que ha de
haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la
cual también ellos esperan. |
|
16 |
|
Y por esto yo procuro tener siempre una
conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. |
|
17 |
|
Mas pasados muchos años, vine a hacer
limosnas a mi nación, y ofrendas. |
|
18 |
|
Y en esto, unos judíos de Asia me
hallaron purificado en el templo no con multitud ni con alboroto; |
|
19 |
|
los cuales debían haber comparecido ante
ti, y acusar, si contra mí tenían algo. |
|
20 |
|
O digan estos mismos si hallaron en mí
alguna cosa mal hecha, cuando comparecí ante el concilio, |
|
21 |
|
a no ser por aquella voz, que clamé
estando entre ellos: Acerca de la resurrección de los muertos soy
juzgado hoy por vosotros. |
|
22 |
|
Entonces Félix, oídas estas cosas,
teniendo mejor conocimiento de este Camino, les puso dilación, diciendo:
Cuando descendiere el tribuno Lisias acabaré de conocer de vuestro
asunto. |
|
23 |
|
Y mandó al centurión que se guardase a
Pablo, y que tuviese libertades; y que no impidiesen a ninguno de los
suyos servirle o venir a él. |
|
24 |
|
Y algunos días después, viniendo Félix
con Drusila, su esposa, la cual era judía, llamó a Pablo, y le oyó
acerca de la fe en Cristo. |
|
25 |
|
Y disertando él de la justicia, del
dominio propio y del juicio venidero, Félix, se espantó, y dijo: Vete
ahora, y teniendo oportunidad te llamaré. |
|
26 |
|
Esperando también con esto, que de parte
de Pablo le sería dado dinero para que le soltase; por lo cual,
haciéndole venir muchas veces, hablaba con él. |
|
27 |
|
Pero al cabo de dos años recibió Félix
por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los
judíos, dejó preso a Pablo. |
|
Hechos 25 |
|
|
1 |
|
Festo, pues, entrado en la provincia,
tres días después subió de Cesarea a Jerusalén. |
|
2 |
|
Entonces el sumo sacerdote y los
principales de los judíos se presentaron ante él contra Pablo; y le
rogaron, |
|
3 |
|
pidiendo favor contra él, que le hiciese
traer a Jerusalén, poniendo ellos asechanza para matarle en el camino. |
|
4 |
|
Mas Festo respondió que Pablo estuviese
guardado en Cesarea, y que él mismo iría allá en breve. |
|
5 |
|
Los que de vosotros puedan, dijo,
desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este varón, acúsenle. |
|
6 |
|
Y deteniéndose entre ellos más de diez
días, descendió a Cesarea; y el día siguiente se sentó en el tribunal, y
mandó que Pablo fuese traído. |
|
7 |
|
Y venido él, le rodearon los judíos que
habían venido de Jerusalén, y pusieron contra Pablo muchas y graves
acusaciones, las cuales no podían probar; |
|
8 |
|
alegando él en su defensa: Ni contra la
ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en
nada. |
|
9 |
|
Pero Festo, queriendo congraciarse con
los judíos, respondió a Pablo, y dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y
allá ser juzgado de estas cosas delante de mí? |
|
10 |
|
Y Pablo dijo: Ante el tribunal de César
estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho agravio
alguno, como tú sabes muy bien. |
|
11 |
|
Porque si algún agravio, o alguna cosa
digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas
de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo. |
|
12 |
|
Entonces Festo, habiendo hablado con el
consejo, respondió: A César has apelado; a César irás. |
|
13 |
|
Y pasados algunos días, el rey Agripa y
Bernice vinieron a Cesarea a saludar a Festo. |
|
14 |
|
Y como estuvieron allí muchos días,
Festo declaró al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido
dejado preso por Félix, |
|
15 |
|
acerca del cual, cuando estuve en
Jerusalén, comparecieron ante mí los príncipes de los sacerdotes y los
ancianos de los judíos, pidiendo juicio contra él. |
|
16 |
|
A los cuales respondí: No es costumbre
de los romanos entregar alguno a la muerte antes que el acusado tenga
presentes a sus acusadores, y tenga oportunidad de defenderse de la
acusación. |
|
17 |
|
Así que, habiendo venido ellos juntos
acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal,
mandé traer al hombre. |
|
18 |
|
Y estando presentes los acusadores,
ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba, |
|
19 |
|
sino que tenían contra él ciertas
cuestiones acerca de su superstición, y de un cierto Jesús, ya muerto,
el cual Pablo afirmaba estar vivo. |
|
20 |
|
Y yo, dudando en cuestión semejante, le
pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. |
|
21 |
|
Mas apelando Pablo a ser reservado para
la audiencia de Augusto, mandé que le guardasen hasta que le enviara a
César. |
|
22 |
|
Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también
quisiera oír a ese hombre. Y él dijo: Mañana le oirás. |
|
23 |
|
Y al otro día, viniendo Agripa y Bernice
con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y
principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo. |
|
24 |
|
Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos
los varones aquí presentes con nosotros; veis a este hombre, del cual
toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí,
dando voces que no debe vivir más; |
|
25 |
|
pero yo, hallando que ninguna cosa digna
de muerte ha hecho, y él mismo ha apelado a Augusto, he determinado
enviarle. |
|
26 |
|
Del cual no tengo cosa cierta que
escribir a mi señor; por lo que le he traído ante vosotros, y mayormente
ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, tenga yo qué
escribir. |
|
27 |
|
Porque me parece fuera de razón enviar
un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra. |
|
Hechos 26 |
|
|
1 |
|
Entonces Agripa dijo a Pablo: Se te
permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano,
comenzó así su defensa: |
|
2 |
|
Me tengo por dichoso, oh rey Agripa, de
que hoy haya de defenderme delante de ti acerca de todas las cosas de
que soy acusado por los judíos. |
|
3 |
|
Mayormente sabiendo que tú eres
conocedor de todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos;
por lo cual te ruego que me oigas con paciencia. |
|
4 |
|
Mi vida, pues, desde mi juventud, la
cual desde el principio pasé en mi nación, en Jerusalén, la conocen
todos los judíos; |
|
5 |
|
los cuales saben que yo desde el
principio, si quieren testificarlo, conforme a la más estricta secta de
nuestra religión, he vivido fariseo. |
|
6 |
|
Y ahora, por la esperanza de la promesa
que hizo Dios a nuestros padres, comparezco y soy juzgado; |
|
7 |
|
promesa que nuestras doce tribus,
sirviendo constantemente de día y de noche, esperan ha de llegar. Por
esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado de los judíos. |
|
8 |
|
¡Qué! ¿Se ha de juzgar entre vosotros
como cosa increíble, que Dios resucite a los muertos? |
|
9 |
|
Yo ciertamente había pensando dentro de
mí, que era mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de
Nazaret; |
|
10 |
|
lo cual también hice en Jerusalén, y yo
encerré en cárceles a muchos de los santos, recibida autoridad de los
príncipes de los sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. |
|
11 |
|
Y muchas veces, castigándolos por todas
las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra
ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. |
|
12 |
|
Y ocupado en ello, yendo a Damasco con
autoridad y comisión de los príncipes de los sacerdotes, |
|
13 |
|
al mediodía, oh rey, yendo en el camino
vi una luz del cielo, que sobrepasaba el resplandor del sol, iluminando
en derredor de mí y de los que iban conmigo. |
|
14 |
|
Y habiendo caído todos nosotros en
tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el
aguijón. |
|
15 |
|
Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y
Él dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. |
|
16 |
|
Mas levántate, y ponte sobre tus pies;
porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de
las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti: |
|
17 |
|
librándote de este pueblo y de los
gentiles, a los cuales ahora te envío, |
|
18 |
|
para que abras sus ojos, para que se
conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a
Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y
herencia entre los santificados. |
|
19 |
|
Por lo cual, oh rey Agripa, no fui
rebelde a la visión celestial, |
|
20 |
|
sino que anuncié primeramente a los que
están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los
gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras
dignas de arrepentimiento. |
|
21 |
|
Por causa de esto los judíos,
prendiéndome en el templo, intentaron matarme. |
|
22 |
|
Pero habiendo obtenido auxilio de Dios,
persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes,
no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron
que habían de venir. |
|
23 |
|
Que Cristo había de padecer, y ser el
primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y
a los gentiles. |
|
24 |
|
Y diciendo él estas cosas en su defensa,
Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven
loco. |
|
25 |
|
Mas él dijo: No estoy loco,
excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. |
|
26 |
|
Pues el rey sabe estas cosas, delante
del cual también hablo confiadamente. Pues estoy seguro que no ignora
nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón. |
|
27 |
|
¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas?
Yo sé que crees. |
|
28 |
|
Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco
me persuades a ser cristiano. |
|
29 |
|
Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios, que por
poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me
oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas! |
|
30 |
|
Y cuando hubo dicho esto, se levantó el
rey, y el gobernador, y Bernice, y los que estaban sentados con ellos; |
|
31 |
|
Y cuando se retiraron aparte, hablaban
entre sí, diciendo: Ninguna cosa digna de muerte ni de prisión, hace
este hombre. |
|
32 |
|
Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre
ser puesto en libertad, si no hubiera apelado a César. |
|
Hechos 27 |
|
|
1 |
|
Mas cuando fue determinado que habíamos
de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un
centurión llamado Julio, de la compañía Augusta. |
|
2 |
|
Y embarcándonos en una nave adrumentina,
queriendo navegar junto a las costas de Asia, zarpamos, estando con
nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. |
|
3 |
|
Y al otro día llegamos a Sidón; y Julio,
tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a sus amigos, para
ser de ellos asistido. |
|
4 |
|
Y haciéndonos a la vela desde allí,
navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. |
|
5 |
|
Y habiendo pasado el mar de Cilicia y
Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. |
|
6 |
|
Y hallando allí el centurión una nave de
Alejandría que navegaba a Italia, nos puso en ella. |
|
7 |
|
Y navegando muchos días despacio, y
habiendo apenas llegado delante de Gnido, no dejándonos el viento,
navegamos a sotavento de Creta, junto a Salmón. |
|
8 |
|
Y costeándola difícilmente, llegamos a
un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de
Lasea. |
|
9 |
|
Y pasado mucho tiempo, y siendo ya
peligrosa la navegación, habiendo ya pasado el ayuno, Pablo les
amonestaba, |
|
10 |
|
diciéndoles: Varones, veo que con
perjuicio y mucho daño, no sólo del cargamento y de la nave, mas aun de
nuestras personas, habrá de ser la navegación. |
|
11 |
|
Mas el centurión creía más al piloto y
al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía. |
|
12 |
|
Y porque el puerto era incómodo para
invernar, la mayoría acordaron pasar también de allí, por si pudiesen
arribar a Fenice, que es un puerto de Creta que mira hacia el nordeste y
sudeste, e invernar allí. |
|
13 |
|
Y soplando una suave brisa del sur,
pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, izando velas, iban
costeando Creta. |
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14 |
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Pero no mucho después se levantó en su
contra un viento tempestuoso, que se llama Euroclidón. |
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15 |
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Y siendo arrebatada la nave, y no
pudiendo resistir contra el viento, resignados, dejamos la nave a la
deriva. |
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16 |
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Y corriendo a sotavento de una pequeña
isla que se llama Clauda, apenas pudimos salvar el esquife; |
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17 |
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el cual subido a bordo, usaban de
refuerzos, ciñendo la nave; y teniendo temor de que diesen en la Sirte,
arriando velas eran así llevados. |
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18 |
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Y siendo azotados por una vehemente
tempestad, al día siguiente alijaron la nave; |
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19 |
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y al tercer día nosotros con nuestras
manos arrojamos los aparejos de la nave. |
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20 |
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Y no apareciendo ni sol ni estrellas por
muchos días, siendo azotados por una tempestad no pequeña, ya habíamos
perdido toda esperanza de salvarnos. |
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21 |
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Entonces Pablo, como hacía ya mucho que
no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Señores, debían por
cierto haberme oído, y no haber zarpado de Creta, para recibir este daño
y pérdida. |
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22 |
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Mas ahora os exhorto a que tengáis buen
ánimo; porque no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino
solamente de la nave. |
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23 |
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Porque esta noche ha estado conmigo el
Ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, |
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24 |
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diciendo: Pablo, no temas; es menester
que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha dado todos los que
navegan contigo. |
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25 |
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Por tanto, oh varones, tened buen ánimo;
porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho. |
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26 |
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Si bien, es menester que demos en una
isla. |
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27 |
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Y venida la decimacuarta noche, y siendo
llevados por el mar Adriático, los marineros a la media noche
sospecharon que estaban cerca de alguna tierra; |
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28 |
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y echando la sonda, hallaron veinte
brazas, y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda,
hallaron quince brazas. |
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29 |
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Y temiendo dar en escollos, echaron
cuatro anclas de la popa; y ansiaban que se hiciese de día. |
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30 |
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Entonces como los marineros estaban por
huir de la nave, habiendo echado el esquife al mar, aparentando como que
querían largar las anclas de proa, |
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31 |
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Pablo dijo al centurión y a los soldados:
Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. |
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32 |
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Entonces los soldados cortaron las
cuerdas del esquife y dejaron que se perdiera. |
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33 |
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Y cuando comenzaba a amanecer, Pablo
exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Éste es el decimocuarto día
que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. |
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34 |
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Por tanto, os ruego que comáis por
vuestra salud; que ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros
perecerá. |
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35 |
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Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio
gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. |
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36 |
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Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo,
comieron también. |
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37 |
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Y éramos todas las personas en la nave
doscientas setenta y seis. |
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38 |
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Y ya saciados de comida, aligeraron la
nave, echando el trigo en el mar. |
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39 |
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Y cuando se hizo de día, no reconocían
la tierra; mas veían una bahía que tenía playa, en la cual acordaron
encallar, si pudiesen, la nave. |
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40 |
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Y cortando las anclas, las dejaron en el
mar, largando también las amarras del timón; e izada al viento la vela
de proa, tomaron rumbo a la playa. |
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41 |
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Mas dando en un lugar de dos mares,
hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa
se abría con la violencia de las olas. |
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42 |
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Entonces los soldados acordaron matar a
los presos, para que ninguno se fugase nadando. |
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43 |
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Mas el centurión, queriendo salvar a
Pablo, estorbó este acuerdo, y mandó que los que pudiesen nadar, fuesen
los primeros en echarse al mar, y saliesen a tierra; |
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44 |
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y los demás, parte en tablas, parte en
cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a
tierra. |
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Hechos 28 |
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1 |
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Y ya a salvo, entonces supieron que la
isla se llamaba Melita. |
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2 |
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Y los bárbaros nos mostraron no poca
humanidad; porque, encendieron un fuego, y nos recibieron a todos, a
causa de la lluvia que caía, y del frío. |
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3 |
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Entonces, habiendo recogido Pablo
algunos sarmientos, y poniéndolos en el fuego, una víbora, huyendo del
calor, le acometió a la mano. |
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4 |
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Y como los bárbaros vieron la serpiente
venenosa colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este
hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir. |
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5 |
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Mas él, sacudiendo la víbora en el fuego,
ningún mal padeció. |
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6 |
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Y ellos estaban esperando cuándo se
había de hinchar, o caer muerto de repente; mas habiendo esperado mucho,
y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era
un dios. |
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7 |
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En aquellos lugares había heredades del
principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y nos hospedó
amigablemente tres días. |
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8 |
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Y aconteció que el padre de Publio
estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; al cual Pablo entró a
ver, y después de haber orado, puso sobre él las manos, y le sanó. |
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9 |
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Y hecho esto, también otros que en la
isla tenían enfermedades, venían, y eran sanados; |
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10 |
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los cuales también nos honraron con
mucho aprecio; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias. |
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11 |
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Y después de tres meses, navegamos en
una nave de Alejandría, que había invernado en la isla, la cual tenía
por insignia a Cástor y Pólux. |
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12 |
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Y llegados a Siracusa, estuvimos allí
tres días. |
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13 |
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De allí, costeando alrededor, llegamos a
Regio; y después de un día, soplando el sur, vinimos al segundo día a
Puteoli, |
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14 |
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donde hallamos hermanos, y nos rogaron
que nos quedásemos con ellos siete días; y así, nos fuimos a Roma; |
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15 |
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de donde, oyendo de nosotros los
hermanos, nos salieron a recibir hasta el foro de Appio y Las Tres
Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento. |
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16 |
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Y cuando llegamos a Roma, el centurión
entregó los presos al prefecto de la guardia, mas a Pablo le fue
permitido estar aparte, con un soldado que le guardase. |
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17 |
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Y aconteció que tres días después, Pablo
convocó a los principales de los judíos; a los cuales, luego que
estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho
nada contra el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he
sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; |
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18 |
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los cuales, habiéndome interrogado, me
querían soltar; por no haber en mí ninguna causa de muerte. |
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19 |
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Pero contradiciendo los judíos, me vi
obligado a apelar a César; no que tenga de qué acusar a mi nación. |
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20 |
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Así que, por esta causa, os he llamado
para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy rodeado
de esta cadena. |
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21 |
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Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni
hemos recibido de Judea cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los
hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de ti. |
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22 |
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Mas queremos oír de ti lo que piensas;
porque de esta secta nos es notorio que en todas partes es contradicha. |
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23 |
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Y habiéndole señalado un día, vinieron a
él muchos a la posada, a los cuales declaraba y testificaba el reino de
Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús,
tanto por la ley de Moisés como por los profetas. |
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24 |
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Y algunos asentían a lo que se decía,
pero algunos no creían. |
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25 |
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Y como no estuvieron de acuerdo entre sí,
partiendo ellos, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu
Santo por el profeta Isaías a nuestros padres, |
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26 |
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diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De
oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis: |
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27 |
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Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, y de los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para
que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón,
y se conviertan, y yo los sane. |
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28 |
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Os sea, pues, notorio, que a
los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán. |
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29 |
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Y habiendo dicho esto, los judíos
salieron, teniendo gran discusión entre sí. |
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30 |
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Y Pablo, se quedó dos años enteros en su
casa de alquiler, y recibía a todos los que a él venían, |
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31 |
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predicando el reino de Dios y enseñando
acerca del Señor Jesucristo, con toda confianza y sin impedimento. |