Job 29-35


 
Job 29
 
  1   Volvió Job a tomar su discurso, y dijo:
  2   ¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba,
  3   Cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y por su luz yo caminaba a través de la oscuridad;
  4   Como fui yo en los días de mi juventud, cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda;
  5   Cuando el Omnipotente aún estabaconmigo, y mis hijos alrededor de mí;
  6   Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la rocame derramaba ríos de aceite!
  7   Cuando yo salía a la puerta a juicio, cuando en la plaza preparaba mi asiento;
  8   Los jóvenes me veían, y se escondían; y los ancianos se levantaban, y estaban en pie;
  9   Los príncipes detenían sus palabras, ponían la mano sobre su boca;
  10   Los principales guardaban silencio, y su lengua se pegaba a su paladar:
  11   Cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían, me daban testimonio:
  12   Porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que carecía de ayudador.
  13   La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda daba alegría.
  14   Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi justicia.
  15   Yo era ojos al ciego, y pies al cojo.
  16   A los menesterosos era padre; y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia;
  17   y quebraba los colmillos del inicuo, y de sus dientes hacía soltar la presa.
  18   Y decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días.
  19   Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío.
  20   Mi honra se renovaba en mí, y mi arco se corroboraba en mi mano.
  21   Me oían, y esperaban; y callaban a mi consejo.
  22   Tras mi palabra no replicaban, y mi razón destilaba sobre ellos.
  23   Y me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a la lluvia tardía.
  24   Si me reía con ellos, no lo creían; y no abatían la luz de mi rostro.
  25   Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba en cabecera; y moraba como rey en el ejército, como el que consuela a los que lloran.

 
Job 30
 
  1   Mas ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo; a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado.
  2   ¿Y de qué me serviría la fuerza de sus manos, si el vigor de ellos ha perecido?
  3   Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto.
  4   Recogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse.
  5   Eran arrojados de entre las gentes, les gritaban como tras el ladrón.
  6   Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las rocas.
  7   Bramaban entre las matas, y se reunían debajo de los espinos.
  8   Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra.
  9   Y ahora yo soy su canción, y he venido a ser su refrán.
  10   Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
  11   Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
  12   A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, y prepararon contra mí los caminos de su destrucción.
  13   Mi senda desbarataron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador.
  14   Vinieron como por portillo ancho, en mi calamidad, se volvieron contra mí.
  15   Terrores se han vuelto sobre mí; combatieron como viento mi alma, y mi prosperidad pasó como nube
  16   Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se han apoderado de mí.
  17   De noche taladra sobre mí mis huesos, y los que me roen no reposan.
  18   Con grande fuerza es desfigurada mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica.
  19   Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo y a la ceniza.
  20   Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes.
  21   Te has vuelto cruel para mí; con el poder de tu mano me persigues.
  22   Me levantaste, me hiciste cabalgar sobre el viento, y disolviste mi sustancia.
  23   Pues yo sé que me llevarás a la muerte; y a la casa determinada a todo viviente.
  24   Mas Él no extenderá su mano contra el sepulcro; ¿Clamarán los sepultados cuando Él los quebrante?
  25   ¿No lloré yo al afligido? ¿No se entristeció mi alma sobre el menesteroso?
  26   Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; y cuando esperaba luz, la oscuridad vino.
  27   Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido.
  28   Denegrido ando, y no por el sol; me he levantado en la congregación, y clamado.
  29   He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos.
  30   Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se han quemado del calor.
  31   Y se ha vuelto mi arpa en luto, y mi flauta en voz de lamentadores.

 
Job 31
 
  1   Hice pacto con mis ojos: ¿Cómo, pues, había yo de pensar en virgen?
  2   Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?
  3   ¿No hay quebrantamiento para el impío, y calamidad inesperada para los que obran iniquidad?
  4   ¿No ve Él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
  5   Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
  6   sea yo pesado en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad.
  7   Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo sucio se apegó a mis manos,
  8   siembre yo y otro coma, y sean desarraigados mis renuevos.
  9   Si mi corazón fue engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo:
  10   Muela para otro mi esposa, y sobre ella otros se encorven.
  11   Porque es maldad e iniquidad, que han de castigar los jueces.
  12   Porque es fuego que devoraría hasta la destrucción, y desarraigaría toda mi hacienda.
  13   Si tuve en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos contendían conmigo,
  14   ¿qué haré yo cuando Dios se levante? Y cuando Él me pida cuentas, ¿qué le responderé yo?
  15   El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?
  16   Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
  17   Y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano
  18   ( Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda );
  19   Si he visto a alguno perecer por falta de ropa, o al menesteroso sin abrigo;
  20   si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
  21   si alcé contra el huérfano mi mano, porque vi que me ayudarían en la puerta;
  22   mi espalda se caiga de mi hombro, y sea separado mi brazo de mi antebrazo.
  23   Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.
  24   Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
  25   Si me alegré de que mi riqueza era grande, y de que mi mano había adquirido mucho;
  26   Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
  27   y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano:
  28   Esto también sería maldad que debiera ser castigada por el juez; porque habría negado al Dios soberano.
  29   Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal
  30   ( Ni aun permití que mi lengua pecase, pidiendo maldición para su alma );
  31   si los siervos de mi morada no decían: ¡Oh que nos diese de su carne, pues no estamos saciados!
  32   El extranjero no pasaba fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
  33   ¿Acaso encubrí, como Adán mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,
  34   porque tuve temor de la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta?
  35   ¡Quién me diera alguien que me oyese! He aquí mi deseo es que el Omnipotente me respondiese, y que mi adversario hubiese escrito un libro.
  36   Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ceñiría como una corona.
  37   Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me presentaría ante Él.
  38   Si mi tierra clama contra mí, y lloran todos sus surcos;
  39   Si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
  40   En lugar de trigo me nazcan abrojos, y espinas en lugar de cebada. Terminan las palabras de Job.

 
Job 32
 
  1   Y cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos.
  2   Entonces Eliú hijo de Baraquel, buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira por cuanto él se justificaba más a sí mismo que a Dios.
  3   Se encendió asimismo en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job.
  4   Y Eliú había esperado a que Job terminase de hablar, porque ellos eran más viejos que él.
  5   Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió su ira.
  6   Y respondió Eliú hijo de Baraquel, buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros sois ancianos; por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.
  7   Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría.
  8   Ciertamente espíritu hay en el hombre, y la inspiración del Omnipotente le da entendimiento.
  9   No los grandes son los sabios, ni los viejos entienden el derecho.
  10   Por tanto, yo dije: Escuchadme; también yo declararé lo que pienso.
  11   He aquí yo he esperado a vuestras razones, he escuchado vuestros argumentos, en tanto que buscabais palabras.
  12   Os he prestado atención, y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job, y responda a sus razones.
  13   Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría: Lo derriba Dios, no el hombre.
  14   Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.
  15   Se espantaron, no respondieron más; se les fueron los razonamientos.
  16   Yo, pues, he esperado, porque no hablaban, antes pararon, y no respondieron más.
  17   Por eso yo también responderé mi parte, también yo declararé mi juicio.
  18   Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu dentro de mí me constriñe.
  19   De cierto mi vientre está como el vino que no tiene respiradero, y se rompe como odres nuevos.
  20   Hablaré, pues, y respiraré; abriré mis labios, y responderé.
  21   No haré ahora acepción de personas, ni usaré con hombre alguno de títulos lisonjeros.
  22   Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera en breve mi Hacedor me consumiría.

 
Job 33
 
  1   Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.
  2   He aquí yo abriré ahora mi boca, y mi lengua hablará en mi garganta.
  3   Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán sabiduría pura.
  4   El Espíritu de Dios me hizo, y la inspiración del Omnipotente me dio vida.
  5   Si pudieres, respóndeme: Ordena tus palabras delante de mí, ponte de pie.
  6   Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho: Yo también del barro soy formado.
  7   He aquí que mi terror no te espantará, ni mi mano se agravará sobre ti.
  8   De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían:
  9   Yo soy limpio y sin defecto; y soy inocente, y no hay maldad en mí.
  10   He aquí que Él buscó causas contra mí, y me tiene por su enemigo;
  11   Puso mis pies en el cepo, y vigiló todas mis sendas.
  12   He aquí en esto no has hablado justamente: Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
  13   ¿Por qué tomaste pleito contra Él? Porque Él no da cuenta de ninguna de sus razones.
  14   Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; mas el hombre no entiende.
  15   Por sueño de visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho;
  16   Entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo;
  17   Para quitar al hombre de su obra, y apartar del varón la soberbia.
  18   Él libra su alma del sepulcro, y su vida de perecer a espada.
  19   También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos,
  20   que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave.
  21   Su carne desfallece hasta no verse, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
  22   Y su alma se acerca al sepulcro, y su vida a los que causan la muerte.
  23   Si hubiese con él un elocuente mediador, uno entre mil, que anuncie al hombre su deber;
  24   Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención:
  25   Su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud.
  26   Orará a Dios, y Éste se agradará de él, y él verá su faz con júbilo. Porque Él restituirá al hombre su justicia.
  27   Él mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado;
  28   Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, y su vida mirará la luz.
  29   He aquí, todas estas cosas hace Dios, dos y tres veces con el hombre;
  30   Para apartar su alma del sepulcro, y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
  31   Escucha, Job, y óyeme; calla, y yo hablaré.
  32   Si tienes algo qué decir, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar.
  33   Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría.

 
Job 34
 
  1   Además respondió Eliú, y dijo:
  2   Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros, doctos, estadme atentos.
  3   Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta la comida.
  4   Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno;
  5   Porque Job ha dicho: Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho.
  6   ¿He de mentir yo contra mi razón? Mi herida es incurable sin haber yo transgredido.
  7   ¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua?
  8   Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres malignos.
  9   Porque ha dicho: De nada sirve al hombre deleitarse a sí mismo en Dios.
  10   Por tanto, varones entendidos, oídme; lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad.
  11   Porque Él pagará al hombre según su obra, y Él le hará hallar conforme a su camino.
  12   Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho.
  13   ¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿O quién puso en orden todo el mundo?
  14   Si Él pusiese sobre el hombre su corazón, y recogiese a sí su espíritu y su aliento,
  15   toda carne perecería juntamente, y el hombre se tornaría en polvo.
  16   Si tienes entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.
  17   ¿Gobernará el que aborrece juicio? ¿Y condenarás tú al que es tan justo?
  18   ¿Se dirá al rey: Perverso; Y a los príncipes: Impíos?
  19   ¿Cuánto menos a Aquel que no hace acepción de personas de príncipes, ni respeta al rico más que al pobre? Porque todos son obras de sus manos.
  20   En un momento morirán, y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán, y sin mano será quitado el poderoso.
  21   Porque sus ojos están sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos.
  22   No hay tinieblas ni sombra de muerte donde se oculten los que obran maldad.
  23   No carga, pues, Él al hombre más de lo justo, para que vaya con Dios a juicio.
  24   Él quebrantará a los fuertes sin indagación, y pondrá a otros en lugar de ellos.
  25   Por tanto Él hará notorias las obras de ellos, cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.
  26   Como a malos los herirá en lugar donde sean vistos:
  27   Por cuanto así se apartaron de Él, y no consideraron ninguno de sus caminos;
  28   haciendo venir delante de Él el clamor del pobre, y que oiga el clamor de los necesitados.
  29   Si Él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;
  30   Haciendo que no reine el hombre hipócrita para vejaciones del pueblo.
  31   De seguro conviene que se diga a Dios: He llevado ya castigo, no ofenderé ya más.
  32   Enséñame tú lo que yo no veo; Si hice mal, no lo haré más.
  33   ¿Ha de ser eso según tu mente? Él te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo; por tanto, habla lo que sabes.
  34   Que los hombres de entendimiento me hablen, y el hombre sabio me oirá:
  35   Job habla sin entendimiento, y sus palabras no son con sabiduría.
  36   Deseo yo que Job sea probado ampliamente, a causa de sus respuestas por los hombres inicuos.
  37   Porque a su pecado añadió rebelión; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.

 
Job 35
 
  1   Y procediendo Eliú en su razonamiento, dijo:
  2   ¿Piensas que es correcto esto que dijiste: Más justo soy yo que Dios?
  3   Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacarás tú de ello? ¿O qué provecho tendré de no haber pecado?
  4   Yo te responderé razones, y a tus compañeros contigo.
  5   Mira a los cielos, y ve, y considera que las nubes son más altas que tú.
  6   Si pecares, ¿qué habrás hecho contra Él? Y si tus transgresiones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?
  7   Si fueres justo, ¿qué le darás a Él? ¿O qué recibirá de tu mano?
  8   Al hombre como tú dañará tu impiedad, y al hijo del hombre aprovechará tu justicia.
  9   A causa de la multitud de las violencias clamarán, y se lamentarán por el poderío de los grandes.
  10   Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor, que da canciones en la noche,
  11   que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace sabios más que las aves del cielo?
  12   Allí clamarán, pero Él no oirá, por la soberbia de los malos.
  13   Ciertamente Dios no oirá la vanidad, ni la mirará el Omnipotente.
  14   Aunque digas: No lo mirará; el juicio está delante de Él, espera pues, en Él.
  15   Mas ahora, porque en su ira no visita, ni considera con rigor,
  16   por eso Job abre su boca vanamente, y multiplica palabras sin sabiduría.

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