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Lucas 19 |
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1 |
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Y entrando Jesús pasó por Jericó. |
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2 |
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Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el
cual era principal de los publicanos, y era rico; |
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3 |
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y procuraba ver quién era Jesús; mas no
podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura. |
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4 |
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Y corriendo delante, se subió a un árbol
sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. |
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5 |
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Y cuando Jesús llegó a aquel lugar,
mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende,
porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. |
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6 |
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Entonces él descendió aprisa, y le
recibió gozoso. |
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7 |
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Y viendo esto, todos murmuraban,
diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. |
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8 |
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Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al
Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en
algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. |
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9 |
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Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la
salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. |
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10 |
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Porque el Hijo del Hombre vino a buscar
y a salvar lo que se había perdido. |
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11 |
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Y oyendo ellos estas cosas, Él prosiguió
y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque
pensaban que pronto había de ser manifestado el reino de Dios. |
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12 |
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Dijo, pues: Un hombre noble partió a una
provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver. |
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13 |
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Y llamó diez siervos suyos y les dio
diez minas, diciéndoles: Negociad entre tanto que vengo. |
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14 |
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Pero sus ciudadanos le aborrecían, y
enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine
sobre nosotros. |
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15 |
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Y aconteció, que vuelto él, habiendo
tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos siervos a los cuales había
dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. |
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16 |
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Y vino el primero, diciendo: Señor, tu
mina ha ganado diez minas. |
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17 |
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Y él le dice: Bien, buen siervo; pues
que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. |
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18 |
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Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha
ganado cinco minas. |
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19 |
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E igualmente dijo a éste: Tú también sé
sobre cinco ciudades. |
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20 |
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Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu
mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; |
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21 |
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porque tuve miedo de ti, que eres hombre
severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. |
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22 |
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Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu
boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse,
y que siego lo que no sembré; |
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23 |
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¿por qué, pues, no diste mi dinero al
banco, para que al venir yo, lo hubiera recibido con los intereses? |
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24 |
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Y dijo a los que estaban presentes:
Quitadle la mina, y dadla al que tiene diez minas. |
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25 |
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Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez
minas. |
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26 |
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Pues yo os digo que a todo el que tiene
le será dado; mas al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. |
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27 |
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Y también a aquellos mis enemigos que no
querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante
de mí. |
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28 |
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Y dicho esto, iba delante subiendo a
Jerusalén. |
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29 |
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Y aconteció, que llegando cerca de
Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de
sus discípulos, |
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30 |
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diciendo: Id a la aldea de enfrente; y
entrando en ella, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se
ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo. |
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31 |
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Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo
desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. |
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32 |
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Y fueron los que habían sido enviados, y
hallaron como les dijo. |
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33 |
|
Y desatando ellos el pollino, sus dueños
les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? |
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34 |
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Y ellos dijeron: Porque el Señor lo
necesita. |
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35 |
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Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado
sus mantos sobre el pollino, pusieron a Jesús encima. |
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36 |
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Y yendo Él, tendían sus mantos por el
camino. |
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37 |
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Y cuando Él llegó ya cerca de la bajada
del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose,
comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que
habían visto, |
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38 |
|
diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en
el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! |
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39 |
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Entonces algunos de los fariseos de
entre la multitud, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. |
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40 |
|
Y Él respondiendo, les dijo: Os digo que
si éstos callaren, las piedras clamarían. |
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41 |
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Y cuando llegó cerca de la ciudad, al
verla, lloró sobre ella, |
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42 |
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diciendo: ¡Oh si hubieses conocido, aun
tú, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! Pero ahora está
encubierto a tus ojos. |
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43 |
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Porque vendrán días sobre ti, que tus
enemigos te cercarán con vallado, y te pondrán cerco, y de todas partes
te pondrán en estrecho, |
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44 |
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y te derribarán a tierra, y a tus hijos
dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no
conociste el tiempo de tu visitación. |
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45 |
|
Y entrando en el templo, comenzó a echar
fuera a todos los que vendían y compraban en él, |
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46 |
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diciéndoles: Escrito está: Mi casa, es
casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. |
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47 |
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Y enseñaba cada día en el templo; mas
los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del
pueblo procuraban matarle. |
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48 |
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Y no hallaban qué hacer, porque todo el
pueblo estaba muy atento oyéndole. |
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Lucas 20 |
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1 |
|
Y aconteció un día, que enseñando Él al
pueblo en el templo, y predicando el evangelio, vinieron los príncipes
de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos, |
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2 |
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y le hablaron, diciendo: Dinos: ¿Con qué
autoridad haces estas cosas? ¿O quién es el que te ha dado esta
autoridad? |
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3 |
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Respondiendo entonces Jesús, les dijo:
Os preguntaré yo también una cosa; respondedme: |
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4 |
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El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o
de los hombres? |
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5 |
|
Mas ellos pensaban dentro de sí,
diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? |
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6 |
|
Y si decimos: De los hombres, todo el
pueblo nos apedreará; porque están convencidos que Juan era profeta. |
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7 |
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Y respondieron que no sabían de dónde
era. |
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8 |
|
Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os
digo con qué autoridad hago estas cosas. |
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9 |
|
Y comenzó a decir al pueblo esta
parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y partió
lejos por mucho tiempo. |
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10 |
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Y al tiempo, envió un siervo a los
labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores,
le golpearon, y le enviaron vacío. |
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11 |
|
Y volvió a enviar otro siervo; mas ellos
a éste también golpearon, y ultrajándole, le enviaron vacío. |
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12 |
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Y volvió a enviar un tercer siervo; y
ellos también a éste hirieron, y le echaron fuera. |
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13 |
|
Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué
haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá le respetarán cuando le vean. |
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14 |
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Mas los labradores, viéndole, pensaron
entre sí, diciendo: Éste es el heredero; venid, matémosle para que la
heredad sea nuestra. |
|
15 |
|
Y echándole fuera de la viña, le
mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? |
|
16 |
|
Vendrá, y destruirá a estos labradores,
y dará su viña a otros. Y cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos
libre! |
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17 |
|
Mas Él mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es
lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores, ésta
vino a ser cabeza del ángulo? |
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18 |
|
Cualquiera que cayere sobre aquella
piedra, será quebrantado; mas sobre el que ella cayere, le desmenuzará. |
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19 |
|
Y procuraban los príncipes de los
sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque
entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; mas temieron al
pueblo. |
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20 |
|
Y acechándole enviaron espías que se
fingiesen justos, para sorprenderle en palabras, y así poder entregarle
a la potestad y autoridad del gobernador. |
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21 |
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Y le preguntaron, diciendo: Maestro,
sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de
personas; sino que enseñas el camino de Dios con verdad. |
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22 |
|
¿Nos es lícito dar tributo a César, o
no? |
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23 |
|
Mas Él, entendiendo la malicia de ellos,
les dijo: ¿Por qué me tentáis? |
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24 |
|
Mostradme una moneda. ¿De quién tiene la
imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. |
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25 |
|
Entonces les dijo: Pues dad a César lo
que es de César; y a Dios, lo que es de Dios. |
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26 |
|
Y no pudieron prenderle en sus palabras
delante del pueblo; y se maravillaron de su respuesta, y callaron. |
|
27 |
|
Entonces vinieron unos de los saduceos,
los cuales niegan haber resurrección, y le preguntaron, |
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28 |
|
diciendo: Maestro, Moisés nos escribió:
Si el hermano de alguno muriere teniendo esposa, y él muriere sin hijos,
que su hermano tome a su esposa, y levante simiente a su hermano. |
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29 |
|
Hubo, pues, siete hermanos; y el primero
tomó esposa, y murió sin hijos. |
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30 |
|
Y el segundo la tomó como esposa, el
cual también murió sin hijos. |
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31 |
|
Y la tomó el tercero; asimismo también
los siete; y murieron sin dejar descendencia. |
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32 |
|
Y a la postre de todos murió también la
mujer. |
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33 |
|
En la resurrección, pues, ¿de cuál de
ellos será esposa? porque los siete la tuvieron por esposa. |
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34 |
|
Entonces respondiendo Jesús, les dijo:
Los hijos de este mundo se casan, y se dan en casamiento; |
|
35 |
|
pero los que fueren tenidos por dignos
de aquel mundo y la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan
en casamiento. |
|
36 |
|
Porque no pueden morir ya más; porque
son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la
resurrección. |
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37 |
|
Y que los muertos hayan de resucitar,
aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor:
Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. |
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38 |
|
Porque Él no es Dios de muertos, sino de
vivos; porque todos viven para Él. |
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39 |
|
Y respondiéndole unos de los escribas,
dijeron: Maestro, bien has dicho. |
|
40 |
|
Y no osaron más preguntarle algo. |
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41 |
|
Y Él les dijo: ¿Cómo dicen que Cristo es
hijo de David? |
|
42 |
|
Y el mismo David dice en el libro de los
Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, |
|
43 |
|
entre tanto que pongo a tus enemigos por
estrado de tus pies. |
|
44 |
|
Así que David le llama Señor; ¿cómo
entonces es su hijo? |
|
45 |
|
Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus
discípulos: |
|
46 |
|
Guardaos de los escribas, que quieren
andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las
primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; |
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47 |
|
Que devoran las casas de las viudas, y
por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación. |
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Lucas 21 |
|
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1 |
|
Y mirando, vio a los ricos que echaban
sus ofrendas en el arca de las ofrendas. |
|
2 |
|
Y vio también a una viuda pobre, que
echaba allí dos blancas. |
|
3 |
|
Y dijo: De verdad os digo, que esta
viuda pobre echó más que todos. |
|
4 |
|
Porque todos éstos, de lo que les sobra
echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el
sustento que tenía. |
|
5 |
|
Y a unos que decían del templo que
estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: |
|
6 |
|
En cuanto a estas cosas que veis, días
vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. |
|
7 |
|
Y le preguntaron, diciendo: Maestro,
¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de
suceder? |
|
8 |
|
Él entonces dijo: Mirad que no seáis
engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el
Cristo; el tiempo está cerca; por tanto, no vayáis en pos de ellos. |
|
9 |
|
Y cuando oyereis de guerras y sediciones,
no os espantéis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero;
mas aún no es el fin. |
|
10 |
|
Entonces les dijo: Se levantará nación
contra nación, y reino contra reino; |
|
11 |
|
Y habrá grandes terremotos en varios
lugares, y hambres y pestilencias; y habrá espantos y grandes señales
del cielo. |
|
12 |
|
Pero antes de todas estas cosas os
echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las
cárceles, y os traerán ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. |
|
13 |
|
Y se os tornará para testimonio. |
|
14 |
|
Poned, pues, en vuestro corazón no
pensar antes cómo habéis de responder; |
|
15 |
|
porque yo os daré palabra y sabiduría,
la cual ninguno de vuestros adversarios podrá resistir ni contradecir. |
|
16 |
|
Y seréis entregados aun por vuestros
padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de
vosotros. |
|
17 |
|
Y seréis aborrecidos de todos por causa
de mi nombre. |
|
18 |
|
Mas ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá. |
|
19 |
|
En vuestra paciencia poseed vuestras
almas. |
|
20 |
|
Y cuando viereis a Jerusalén rodeada de
ejércitos, sabed entonces que su destrucción está cerca. |
|
21 |
|
Entonces los que estuvieren en Judea,
huyan a los montes; y los que estuvieren en medio de ella, váyanse; y
los que estén en los campos, no entren en ella. |
|
22 |
|
Porque éstos son días de venganza, para
que se cumplan todas las cosas que están escritas. |
|
23 |
|
Mas ¡ay de las que estén encintas, y de
las que amamanten en aquellos días! porque habrá gran angustia sobre la
tierra, e ira sobre este pueblo. |
|
24 |
|
Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los
gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles sean cumplidos. |
|
25 |
|
Entonces habrá señales en el sol, en la
luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de naciones en
confusión; bramando el mar y las olas; |
|
26 |
|
desfalleciendo los hombres a causa del
temor y expectación de las cosas que vendrán sobre la tierra; porque las
potencias de los cielos serán conmovidas. |
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27 |
|
Y entonces verán al Hijo del Hombre,
viniendo en una nube con poder y gran gloria. |
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28 |
|
Y cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está
cerca. |
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29 |
|
Y les dijo una parábola: Mirad la
higuera y todos los árboles: |
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30 |
|
Cuando ya brotan, viéndolo, de vosotros
mismos sabéis que el verano ya está cerca. |
|
31 |
|
Así también vosotros, cuando veáis que
suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. |
|
32 |
|
De cierto os digo, que no pasará esta
generación hasta que todo esto acontezca. |
|
33 |
|
El cielo y la tierra pasarán; mas mis
palabras no pasarán. |
|
34 |
|
Y mirad por vosotros, que vuestros
corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los afanes de
esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. |
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35 |
|
Porque como un lazo vendrá sobre todos
los que habitan sobre la faz de toda la tierra. |
|
36 |
|
Velad, pues, orando en todo tiempo, que
seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que han de
venir, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre. |
|
37 |
|
Y enseñaba de día en el templo; y de
noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos. |
|
38 |
|
Y por la mañana todo el pueblo venía a
Él para oírle en el templo. |
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Lucas 22 |
|
|
1 |
|
Y se acercaba el día de la fiesta de los
panes sin levadura, que es llamada la Pascua. |
|
2 |
|
Y los príncipes de los sacerdotes y los
escribas buscaban cómo matarle; porque temían al pueblo. |
|
3 |
|
Y entró Satanás en Judas, por
sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; |
|
4 |
|
y éste fue y habló con los príncipes de
los sacerdotes, y con los magistrados, de cómo se lo entregaría. |
|
5 |
|
Y ellos se alegraron, y convinieron en
darle dinero. |
|
6 |
|
Y prometió, y buscó oportunidad para
entregárselo en ausencia del pueblo. |
|
7 |
|
Y vino el día de los panes sin levadura,
en el cual era necesario sacrificar la pascua. |
|
8 |
|
Y envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id,
aparejadnos la pascua para que comamos. |
|
9 |
|
Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que
aparejemos? |
|
10 |
|
Y Él les dijo: He aquí cuando entrareis
en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua;
seguidle hasta la casa donde entrare, |
|
11 |
|
y decid al padre de familia de esa casa:
El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua
con mis discípulos? |
|
12 |
|
Entonces él os mostrará un gran aposento
alto aderezado; aparejad allí. |
|
13 |
|
Fueron, pues, y hallaron como les había
dicho; y aparejaron la pascua. |
|
14 |
|
Y llegada la hora, se sentó a la mesa, y
con Él los doce apóstoles. |
|
15 |
|
Y les dijo: ¡Con cuánto anhelo he
deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! |
|
16 |
|
Porque os digo que no comeré más de
ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios. |
|
17 |
|
Y tomando la copa, dio gracias, y dijo:
Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; |
|
18 |
|
porque os digo, que no beberé del fruto
de la vid, hasta que el reino de Dios venga. |
|
19 |
|
Y tomando el pan, dio gracias, y lo
partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado;
haced esto en memoria de mí. |
|
20 |
|
De igual manera, después que hubo
cenado, tomó también la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo testamento
en mi sangre, que por vosotros es derramada. |
|
21 |
|
Mas he aquí, conmigo en la mesa, la mano
del que me entrega. |
|
22 |
|
Y a la verdad el Hijo del Hombre va,
según lo que está determinado; mas ¡ay de aquel hombre por el cual es
entregado! |
|
23 |
|
Ellos entonces comenzaron a preguntar
entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto. |
|
24 |
|
Y hubo también entre ellos una disputa,
de quién de ellos sería el mayor. |
|
25 |
|
Y Él les dijo: Los reyes de los gentiles
se enseñorean de ellos; y los que sobre ellos tienen autoridad, son
llamados bienhechores; |
|
26 |
|
mas no así vosotros; antes el que es
mayor entre vosotros, sea como el menor; y el que es príncipe, sea como
el siervo. |
|
27 |
|
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta
a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pero yo
soy entre vosotros como el que sirve. |
|
28 |
|
Mas vosotros sois los que habéis
permanecido conmigo en mis pruebas. |
|
29 |
|
Yo, pues, os asigno un reino, como mi
Padre me lo asignó a mí, |
|
30 |
|
para que comáis y bebáis a mi mesa en mi
reino, y os sentéis sobre tronos juzgando a las doce tribus de Israel. |
|
31 |
|
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he
aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; |
|
32 |
|
mas yo he rogado por ti para que tu fe
no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. |
|
33 |
|
Y él le dijo: Señor, presto estoy a ir
contigo a la cárcel, y aun a la muerte. |
|
34 |
|
Y Él dijo: Pedro, te digo que el gallo
no cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces. |
|
35 |
|
Y a ellos dijo: Cuando os envié sin
bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron:
Nada. |
|
36 |
|
Entonces les dijo: Pues ahora, el que
tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene espada,
venda su capa y compre una. |
|
37 |
|
Porque os digo que es necesario que se
cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los malos fue
contado; porque lo que concierne a mí, cumplimiento tiene. |
|
38 |
|
Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí
dos espadas. Y Él les dijo: Basta. |
|
39 |
|
Y saliendo, se fue, como solía, al monte
de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. |
|
40 |
|
Y cuando llegó a aquel lugar, les dijo:
Orad que no entréis en tentación. |
|
41 |
|
Y Él se apartó de ellos como a un tiro
de piedra; y puesto de rodillas oró, |
|
42 |
|
diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí
esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. |
|
43 |
|
Y le apareció un ángel del cielo para
fortalecerle. |
|
44 |
|
Y estando en agonía, oraba más
intensamente; y fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían
hasta la tierra. |
|
45 |
|
Y cuando se levantó de la oración, y
vino a sus discípulos, los halló durmiendo de tristeza; |
|
46 |
|
y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos,
y orad que no entréis en tentación. |
|
47 |
|
Y mientras Él aún hablaba, he aquí una
turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos;
y se acercó a Jesús para besarle. |
|
48 |
|
Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un
beso entregas al Hijo del Hombre? |
|
49 |
|
Y viendo los que estaban con Él lo que
estaba por acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? |
|
50 |
|
Y uno de ellos hirió a un siervo del
sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. |
|
51 |
|
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad
hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó. |
|
52 |
|
Entonces Jesús dijo a los príncipes de
los sacerdotes, y a los magistrados del templo, y a los ancianos que
habían venido contra Él: ¿Como contra un ladrón habéis salido, con
espadas y palos? |
|
53 |
|
Habiendo estado con vosotros cada día en
el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora,
y la potestad de las tinieblas. |
|
54 |
|
Y prendiéndole le trajeron, y le
metieron en casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. |
|
55 |
|
Y habiendo encendido fuego en medio de
la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre
ellos. |
|
56 |
|
Pero una criada le vio que estaba
sentado al fuego, y observándole, dijo: Éste también con Él estaba. |
|
57 |
|
Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no
le conozco. |
|
58 |
|
Y un poco después, viéndole otro, dijo:
Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no soy. |
|
59 |
|
Y como una hora después, otro afirmó,
diciendo: Verdaderamente éste también estaba con Él, porque es galileo. |
|
60 |
|
Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y
al instante, mientras él aún hablaba, el gallo cantó. |
|
61 |
|
Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro;
y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que
el gallo cante, me negarás tres veces. |
|
62 |
|
Y Pedro, saliendo fuera, lloró
amargamente. |
|
63 |
|
Y los hombres que custodiaban a Jesús se
burlaban de Él y le golpeaban; |
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64 |
|
y vendándole los ojos, le golpeaban el
rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza quién es el que te golpeó. |
|
65 |
|
Y muchas otras blasfemias decían contra
Él. |
|
66 |
|
Y cuando fue de día, se reunieron los
ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y
le trajeron al concilio de ellos, |
|
67 |
|
diciendo: ¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y
Él les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; |
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68 |
|
y también si os preguntare, no me
responderéis, ni me soltaréis. |
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69 |
|
Desde ahora el Hijo del Hombre se
sentará a la diestra del poder de Dios. |
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70 |
|
Entonces todos dijeron: ¿Luego eres tú
el Hijo de Dios? Y Él les dijo: Vosotros decís que lo soy. |
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71 |
|
Entonces ellos dijeron: ¿Qué más
testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca. |
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Lucas 23 |
|
|
1 |
|
Levantándose entonces toda la multitud
de ellos, le llevaron a Pilato. |
|
2 |
|
Y comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos
hallado que Éste pervierte la nación; y que prohíbe dar tributo a César,
diciendo que Él mismo es Cristo; un Rey. |
|
3 |
|
Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres
tú el Rey de los judíos? Y respondiendo Él, dijo: Tú lo dices. |
|
4 |
|
Y Pilato dijo a los príncipes de los
sacerdotes, y a la gente: Ninguna falta hallo en este hombre. |
|
5 |
|
Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota
al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta
aquí. |
|
6 |
|
Entonces Pilato, al oír, de Galilea,
preguntó si el hombre era galileo. |
|
7 |
|
Y luego que supo que era de la
jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, el cual también estaba en
Jerusalén en aquellos días. |
|
8 |
|
Y Herodes, viendo a Jesús, se gozó
mucho, pues hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de Él
muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer algún milagro. |
|
9 |
|
Y le preguntaba con muchas palabras; mas
Él nada le respondió. |
|
10 |
|
Y estaban los príncipes de los
sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. |
|
11 |
|
Mas Herodes con sus soldados le
menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y le
volvió a enviar a Pilato. |
|
12 |
|
Y aquel mismo día Pilato y Herodes entre
ellos se hicieron amigos; porque antes estaban enemistados entre sí. |
|
13 |
|
Entonces Pilato, convocando a los
príncipes de los sacerdotes, y a los magistrados, y al pueblo, |
|
14 |
|
les dijo: Me habéis presentado a Éste
como un hombre que pervierte al pueblo; y he aquí, yo, habiéndole
interrogado delante de vosotros, no he hallado en este hombre falta
alguna de aquellas cosas de que le acusáis. |
|
15 |
|
Y ni aun Herodes; porque os remití a él;
y he aquí, nada digno de muerte ha hecho. |
|
16 |
|
Le castigaré, pues, y le soltaré. |
|
17 |
|
Y tenía necesidad de soltarles uno en la
fiesta. |
|
18 |
|
Mas toda la multitud dio voces a una,
diciendo: Fuera con Éste, y suéltanos a Barrabás. |
|
19 |
|
( El cual había sido echado en la cárcel
por una sedición hecha en la ciudad, y por un homicidio. ) |
|
20 |
|
Y les habló otra vez Pilato, queriendo
soltar a Jesús. |
|
21 |
|
Pero ellos volvieron a dar voces,
diciendo: ¡Crucifícale, crucifícale! |
|
22 |
|
Y él les dijo la tercera vez: ¿Por qué?
¿Qué mal ha hecho Éste? No he hallado culpa de muerte en Él; le
castigaré, pues, y le soltaré. |
|
23 |
|
Pero ellos instaban a grandes voces,
pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes
de los sacerdotes prevalecieron. |
|
24 |
|
Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo
que ellos pedían; |
|
25 |
|
y les soltó a aquél que había sido
echado en la cárcel por sedición y homicidio, al cual habían pedido; y
entregó a Jesús a la voluntad de ellos. |
|
26 |
|
Y llevándole, tomaron a un Simón cireneo,
que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase en
pos de Jesús. |
|
27 |
|
Y le seguía una gran multitud de pueblo,
y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban. |
|
28 |
|
Mas Jesús, volviéndose a ellas, les
dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras
mismas y por vuestros hijos. |
|
29 |
|
Porque he aquí vendrán días en que dirán:
Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los
pechos que no amamantaron. |
|
30 |
|
Entonces comenzarán a decir a los montes:
Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. |
|
31 |
|
Porque si en el árbol verde hacen estas
cosas, ¿en el seco, qué se hará? |
|
32 |
|
Y llevaban también con Él a otros dos,
que eran malhechores, a ser muertos. |
|
33 |
|
Y cuando llegaron al lugar que es
llamado El Calvario, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la
derecha, y otro a la izquierda. |
|
34 |
|
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestiduras, echaron suertes. |
|
35 |
|
Y el pueblo estaba mirando; y los
príncipes con ellos se burlaban de Él, diciendo: A otros salvó: sálvese
a sí mismo, si Él es el Cristo, el escogido de Dios. |
|
36 |
|
Y los soldados también le escarnecían,
acercándose y presentándole vinagre, |
|
37 |
|
y diciendo: Si tú eres el Rey de los
judíos, sálvate a ti mismo. |
|
38 |
|
Y había también sobre Él un título
escrito con letras griegas, y latinas, y hebreas: ÉSTE ES EL REY DE LOS
JUDÍOS. |
|
39 |
|
Y uno de los malhechores que estaban
colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti
mismo y a nosotros. |
|
40 |
|
Y respondiendo el otro, le reprendió,
diciendo: ¿No temes tú a Dios, aun estando en la misma condenación? |
|
41 |
|
Y nosotros, a la verdad, justamente
padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Éste
ningún mal hizo. |
|
42 |
|
Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí
cuando vengas en tu reino. |
|
43 |
|
Entonces Jesús le dijo: De cierto te
digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso. |
|
44 |
|
Y era como la hora sexta, y hubo
tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. |
|
45 |
|
Y el sol se oscureció; y el velo del
templo se rasgó por el medio. |
|
46 |
|
Entonces Jesús, clamando a gran voz,
dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto,
expiró. |
|
47 |
|
Y cuando el centurión vio lo que había
acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era
justo. |
|
48 |
|
Y toda la multitud de los que estaban
presentes a este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían
golpeándose el pecho. |
|
49 |
|
Y todos sus conocidos, y las mujeres que
le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas. |
|
50 |
|
Y he aquí había un varón llamado José,
el cual era consejero y un varón bueno y justo |
|
51 |
|
( Éste, no había consentido con el
consejo ni con los hechos de ellos ), de Arimatea, ciudad de los judíos,
y quien también esperaba el reino de Dios. |
|
52 |
|
Éste fue a Pilato, y pidió el cuerpo de
Jesús. |
|
53 |
|
Y bajándolo, lo envolvió en una sábana,
y le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún nadie había
sido puesto. |
|
54 |
|
Y era el día de la preparación; y estaba
para comenzar el sábado. |
|
55 |
|
Y las mujeres que con Él habían venido
de Galilea, también le acompañaron y vieron el sepulcro, y cómo fue
puesto su cuerpo. |
|
56 |
|
Y regresando, prepararon especias
aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento. |
|
Lucas 24 |
|
|
1 |
|
Y el primer día de la semana, muy de
mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que
habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. |
|
2 |
|
Y hallaron removida la piedra del
sepulcro. |
|
3 |
|
Y entrando, no hallaron el cuerpo del
Señor Jesús. |
|
4 |
|
Y aconteció, que estando ellas perplejas
de esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras
resplandecientes; |
|
5 |
|
y como tuvieron temor, y bajaron el
rostro a tierra, ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos
al que vive? |
|
6 |
|
No está aquí, mas ha resucitado.
Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, |
|
7 |
|
diciendo: Es necesario que el Hijo del
Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea
crucificado, y resucite al tercer día. |
|
8 |
|
Entonces ellas se acordaron de sus
palabras. |
|
9 |
|
Y regresando del sepulcro, dijeron todas
estas cosas a los once, y a todos los demás. |
|
10 |
|
Eran María Magdalena, y Juana, y María
madre de Jacobo, y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas a
los apóstoles. |
|
11 |
|
Pero a ellos les parecían como locura
las palabras de ellas, y no las creían. |
|
12 |
|
Entonces levantándose Pedro, corrió al
sepulcro; y asomándose hacia adentro, miró los lienzos puestos solos; y
se fue maravillándose en sí mismo de aquello que había acontecido. |
|
13 |
|
Y he aquí, el mismo día dos de ellos
iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a sesenta estadios de
Jerusalén. |
|
14 |
|
E iban hablando entre sí de todas
aquellas cosas que habían acaecido. |
|
15 |
|
Y aconteció que mientras conversaban y
discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminó con ellos. |
|
16 |
|
Mas los ojos de ellos estaban
embargados, para que no le conociesen. |
|
17 |
|
Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que
tenéis entre vosotros mientras camináis y estáis tristes? |
|
18 |
|
Y respondiendo uno de ellos, que se
llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú sólo un forastero en Jerusalén, y no
has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días? |
|
19 |
|
Entonces Él les dijo: ¿Qué cosas? Y
ellos le dijeron: De Jesús nazareno, el cual fue varón profeta, poderoso
en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; |
|
20 |
|
y cómo los príncipes de los sacerdotes y
nuestros magistrados, le entregaron a condenación de muerte, y le
crucificaron. |
|
21 |
|
Pero nosotros esperábamos que Él era el
que había de redimir a Israel, y además de todo esto, hoy es el tercer
día que estas cosas acontecieron. |
|
22 |
|
Aunque también unas mujeres de entre
nosotros nos han asombrado, las cuales antes del amanecer fueron al
sepulcro; |
|
23 |
|
y no hallando su cuerpo, vinieron,
diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron
que Él vive. |
|
24 |
|
Y fueron algunos de los nuestros al
sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más a Él no le
vieron. |
|
25 |
|
Entonces Él les dijo: ¡Oh insensatos, y
tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! |
|
26 |
|
¿No era necesario que el Cristo
padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? |
|
27 |
|
Y comenzando desde Moisés, y de todos
los profetas, les declaró en todas las Escrituras lo concerniente a Él. |
|
28 |
|
Y llegando a la aldea a donde iban; Él
hizo como que iba más lejos. |
|
29 |
|
Pero ellos le constriñeron, diciendo:
Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado.
Entró, pues, a quedarse con ellos. |
|
30 |
|
Y aconteció que estando sentado con
ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, y partió, y les dio. |
|
31 |
|
Entonces les fueron abiertos los ojos, y
le reconocieron; mas Él se desapareció de su vista. |
|
32 |
|
Y se decían el uno al otro: ¿No ardía
nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando
nos abría las Escrituras? |
|
33 |
|
Y levantándose en la misma hora, se
regresaron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que
estaban con ellos. |
|
34 |
|
Que decían: Ha resucitado el Señor
verdaderamente, y ha aparecido a Simón. |
|
35 |
|
Entonces ellos contaron las cosas que
les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al
partir el pan. |
|
36 |
|
Y estando ellos hablando estas cosas,
Jesús mismo se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. |
|
37 |
|
Entonces ellos espantados y atemorizados,
pensaban que veían un espíritu. |
|
38 |
|
Mas Él les dijo: ¿Por qué estáis
turbados, y suben pensamientos en vuestros corazones? |
|
39 |
|
Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo
soy; palpad, y ved; que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis
que yo tengo. |
|
40 |
|
Y habiendo dicho esto, les mostró las
manos y los pies. |
|
41 |
|
Y como todavía ellos, de gozo, no lo
creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? |
|
42 |
|
Entonces ellos le presentaron parte de
un pez asado, y un panal de miel. |
|
43 |
|
Y Él lo tomó, y comió delante de ellos. |
|
44 |
|
Y les dijo: Éstas son las palabras que
os hablé, estando aún con vosotros; que era necesario que se cumpliesen
todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los
profetas, y en los Salmos. |
|
45 |
|
Entonces les abrió el entendimiento,
para que comprendiesen las Escrituras; |
|
46 |
|
y les dijo: Así está escrito, y así fue
necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer
día; |
|
47 |
|
y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén. |
|
48 |
|
Y vosotros sois testigos de estas cosas. |
|
49 |
|
Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la
promesa de mi Padre: mas vosotros quedaos en la ciudad de Jerusalén,
hasta que seáis investidos con poder de lo alto. |
|
50 |
|
Y los sacó fuera hasta Betania, y
alzando sus manos, los bendijo. |
|
51 |
|
Y aconteció que bendiciéndolos, fue
apartado de ellos, y llevado arriba al cielo. |
|
52 |
|
Y ellos, habiéndole adorado, se
regresaron a Jerusalén con gran gozo; |
|
53 |
|
y estaban siempre en el templo, alabando
y bendiciendo a Dios. Amén. |