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Marcos 9 |
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1 |
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También les dijo: De cierto os digo que
hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que
hayan visto el reino de Dios venido con poder. |
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2 |
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Y seis días después Jesús tomó a Pedro,
a Jacobo, y a Juan, y los sacó solos aparte a un monte alto; y fue
transfigurado delante de ellos. |
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3 |
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Y sus vestiduras se volvieron
resplandecientes, tan blancas como la nieve; tanto que ningún lavador en
la tierra las puede hacer tan blancas. |
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4 |
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Y les apareció Elías con Moisés, que
hablaban con Jesús. |
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5 |
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Entonces respondiendo Pedro, dijo a
Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres
tabernáculos; uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías. |
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6 |
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Porque no sabía lo que hablaba; pues
estaban espantados. |
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7 |
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Y vino una nube que les cubrió de sombra,
y desde la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado; a Él oíd. |
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8 |
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Y luego, mirando alrededor, no vieron
más a nadie consigo, sino a Jesús solo. |
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9 |
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Y descendiendo ellos del monte, les
mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino hasta que el Hijo
del Hombre hubiese resucitado de los muertos. |
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10 |
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Y retuvieron la palabra entre sí,
preguntándose entre ellos qué significaría eso de resucitar de los
muertos. |
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11 |
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Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué
dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? |
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12 |
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Y respondiendo Él, les dijo: Elías a la
verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y como está escrito
del Hijo del Hombre, que debe de padecer mucho y ser tenido en nada. |
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13 |
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Pero os digo que Elías ya vino, y le
hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él. |
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14 |
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Y cuando vino a sus discípulos, vio una
gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. |
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15 |
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Y luego todo el pueblo, viéndole, se
asombró, y corriendo a Él, le saludaron. |
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16 |
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Y preguntó a los escribas: ¿Qué
disputáis con ellos? |
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17 |
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Y uno de la multitud respondiendo, dijo:
Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, |
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18 |
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el cual, dondequiera que le toma, le
desgarra; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y
dije a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. |
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19 |
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Y respondiendo Él, les dijo: ¡Oh
generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta
cuándo os tengo que soportar? Traédmele. |
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20 |
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Y se lo trajeron; y cuando le vio, al
instante el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba,
echando espumarajos. |
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21 |
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Y Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto
tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño: |
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22 |
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Y muchas veces le echa en el fuego, y en
el agua, para matarle, mas si puedes hacer algo, ayúdanos, teniendo
compasión de nosotros. |
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23 |
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Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que
cree todo es posible. |
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24 |
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Y luego el padre del muchacho, clamando
con lágrimas, dijo: Señor, creo, ayuda mi incredulidad. |
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25 |
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Y cuando Jesús vio que la multitud se
agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y
sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. |
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26 |
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Entonces el espíritu, clamando y
desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos
decían: Está muerto. |
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27 |
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Mas Jesús tomándole de la mano, le
enderezó; y se levantó. |
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28 |
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Y cuando Él entró en casa, sus
discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle
fuera? |
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29 |
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Y Él les dijo: Este género por nada
puede salir, sino por oración y ayuno. |
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30 |
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Y habiendo salido de allí, caminaron por
Galilea; y no quería que nadie lo supiese. |
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31 |
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Porque enseñaba a sus discípulos, y les
decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le
matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día. |
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32 |
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Mas ellos no entendían este dicho, y
tenían miedo de preguntarle. |
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33 |
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Y llegó a Capernaúm; y estando ya en
casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? |
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34 |
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Mas ellos callaron; porque en el camino
habían disputado entre sí, de quién había de ser el mayor. |
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35 |
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Entonces sentándose, llamó a los doce, y
les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y
el servidor de todos. |
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36 |
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Y tomando a un niño, lo puso en medio de
ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: |
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37 |
|
El que recibiere en mi nombre a un niño
como éste, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí,
sino al que me envió. |
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38 |
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Y Juan le respondió, diciendo: Maestro,
hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, el cual no nos
sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue. |
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39 |
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Mas Jesús dijo: No se lo prohibáis;
porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir
mal de mí. |
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40 |
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Porque el que no es contra nosotros, por
nosotros es. |
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41 |
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Y cualquiera que os diere un vaso de
agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no
perderá su recompensa. |
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42 |
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Y cualquiera que hiciere tropezar a uno
de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una
piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar. |
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43 |
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Y si tu mano te hiciere caer, córtala;
mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al
infierno, al fuego que nunca será apagado; |
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44 |
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donde el gusano de ellos no muere, y el
fuego nunca se apaga. |
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45 |
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Y si tu pie te fuere ocasión de caer,
córtalo; mejor te es entrar en la vida cojo, que teniendo dos pies ser
echado en el infierno, al fuego que nunca será apagado, |
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46 |
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donde el gusano de ellos no muere, y el
fuego nunca se apaga. |
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47 |
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Y si tu ojo te fuere ocasión de caer,
sácalo; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos
ojos ser echado al fuego del infierno, |
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48 |
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donde el gusano de ellos no muere, y el
fuego nunca se apaga. |
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49 |
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Porque todos serán salados con fuego, y
todo sacrificio será salado con sal. |
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50 |
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Buena es la sal; mas si la sal perdiere
su sabor, ¿con qué será sazonada? Tened sal en vosotros; y tened paz los
unos con los otros. |
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Marcos 10 |
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1 |
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Y levantándose de allí, vino a las
costas de Judea al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a
Él, y otra vez les enseñaba como solía. |
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2 |
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Y viniendo los fariseos, para tentarle,
le preguntaron: ¿Es lícito al marido divorciarse de su esposa? |
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3 |
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Y Él respondiendo les dijo: ¿Qué os
mandó Moisés? |
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4 |
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Y ellos dijeron: Moisés permitió
escribir carta de divorcio y despedirla. |
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5 |
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Y Jesús respondiendo, les dijo: Por la
dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento, |
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6 |
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pero al principio de la creación, varón
y hembra los hizo Dios. |
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7 |
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Por esto dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su esposa; |
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8 |
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y los dos serán una sola carne; así que
no son ya más dos, sino una carne. |
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9 |
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Por tanto, lo que Dios unió, no lo
separe el hombre. |
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10 |
|
Y en casa sus discípulos volvieron a
preguntarle de lo mismo. |
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11 |
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Y Él les dijo: Cualquiera que se
divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra ella; |
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12 |
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y si la mujer se divorcia de su marido y
se casa con otro, comete adulterio. |
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13 |
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Y le traían niños para que los tocase; y
los discípulos reprendían a los que los traían. |
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14 |
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Y viéndolo Jesús, se indignó, y les
dijo: Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los
tales es el reino de Dios. |
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15 |
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De cierto os digo que el que no
recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. |
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16 |
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Y tomándolos en sus brazos, poniendo sus
manos sobre ellos, los bendecía. |
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17 |
|
Y saliendo Él para continuar su camino,
vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro
bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? |
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18 |
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Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas
bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. |
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19 |
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Los mandamientos sabes: No adulteres: No
mates: No hurtes: No des falso testimonio: No defraudes: Honra a tu
padre y a tu madre. |
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20 |
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Y él respondiendo, le dijo: Maestro,
todo esto he guardado desde mi juventud. |
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21 |
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Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le
dijo: Una cosa te falta: Ve, vende todo lo que tienes y da a los pobres;
y tendrás tesoro en el cielo; y ven, toma tu cruz, y sígueme. |
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22 |
|
Mas él, afligido por esta palabra, se
fue triste, porque tenía muchas posesiones. |
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23 |
|
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo
a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los
que tienen riquezas! |
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24 |
|
Y los discípulos se asombraron de sus
palabras. Pero Jesús respondiendo otra vez, les dijo: Hijos, ¡cuán
difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las
riquezas! |
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25 |
|
Más fácil es pasar un camello por el ojo
de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. |
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26 |
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Y ellos, muy asombrados decían entre sí:
¿Quién, entonces, podrá ser salvo? |
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27 |
|
Y mirándolos Jesús, dijo: Con los
hombres es imposible; pero con Dios, no; porque con Dios todas las cosas
son posibles. |
|
28 |
|
Entonces Pedro comenzó a decirle: He
aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. |
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29 |
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Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os
digo, que ninguno hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o
padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras, por causa de mí y del
evangelio, |
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30 |
|
que no haya de recibir cien tantos ahora
en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con
persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. |
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31 |
|
Pero muchos primeros serán postreros, y
postreros, primeros. |
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32 |
|
E iban por el camino subiendo a
Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y le
seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce, les comenzó a
decir las cosas que le habían de acontecer: |
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33 |
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He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo
del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los
escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; |
|
34 |
|
y le escarnecerán, y le azotarán, y
escupirán en Él, y le matarán; mas al tercer día resucitará. |
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35 |
|
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo,
vinieron a Él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que
pidiéremos. |
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36 |
|
Y Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? |
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37 |
|
Y ellos le dijeron: Concédenos que en tu
gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. |
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38 |
|
Pero Jesús les dijo: No sabéis lo que
pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el
bautismo con que yo soy bautizado? |
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39 |
|
Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les
dijo: A la verdad, beberéis de la copa de que yo bebo, y con el bautismo
con que yo soy bautizado, seréis bautizados; |
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40 |
|
pero el sentarse a mi derecha o a mi
izquierda, no es mío darlo, sino que será dado a aquellos para quienes
está aparejado. |
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41 |
|
Y cuando lo oyeron los diez, comenzaron
a indignarse contra Jacobo y contra Juan. |
|
42 |
|
Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis
que los que parecen ser príncipes de los gentiles, se enseñorean sobre
ellos; y los que entre ellos son grandes, tienen potestad sobre ellos. |
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43 |
|
Pero no será así entre vosotros; antes
el que quisiere ser grande entre vosotros, será vuestro servidor; |
|
44 |
|
y el que de vosotros quisiere ser el
primero, será siervo de todos. |
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45 |
|
Porque el Hijo del Hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos. |
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46 |
|
Entonces vinieron a Jericó; y saliendo
Él de Jericó, con sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego,
hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. |
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47 |
|
Y oyendo que era Jesús el nazareno,
comenzó a dar voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia
de mí! |
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48 |
|
Y muchos le reprendían para que callara;
pero él, mucho más gritaba: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! |
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49 |
|
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó
llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te
llama. |
|
50 |
|
Él entonces, arrojando su capa, se
levantó y vino a Jesús. |
|
51 |
|
Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué
quieres que te haga? Y el ciego le dice: Señor, que reciba la vista. |
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52 |
|
Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha sanado.
Y al momento recibió su vista, y seguía a Jesús en el camino. |
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Marcos 11 |
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1 |
|
Y cuando llegaron cerca de Jerusalén, a
Betfagé, y a Betania, al monte de los Olivos, Él envió a dos de sus
discípulos, |
|
2 |
|
y les dijo: Id a la aldea que está
delante de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino
atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo. |
|
3 |
|
Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis
eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. |
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4 |
|
Y fueron, y hallaron el pollino atado
afuera a la puerta, donde se unían dos caminos, y le desataron. |
|
5 |
|
Y unos de los que estaban allí les
dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? |
|
6 |
|
Ellos entonces les dijeron como Jesús
había mandado; y los dejaron. |
|
7 |
|
Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron
sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. |
|
8 |
|
Y muchos tendían sus mantos sobre el
camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el
camino. |
|
9 |
|
Y los que iban delante, y los que
seguían detrás, aclamaban, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en
el nombre del Señor! |
|
10 |
|
¡Bendito el reino de nuestro padre
David, que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! |
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11 |
|
Y entró Jesús en Jerusalén, y en el
templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y como ya anochecía,
se fue a Betania con los doce. |
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12 |
|
Y al día siguiente, cuando salieron de
Betania, tuvo hambre. |
|
13 |
|
Y viendo de lejos una higuera que tenía
hojas, vino a ver si quizá hallaría en ella algo; y cuando vino a ella,
nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos. |
|
14 |
|
Entonces Jesús respondiendo, dijo a la
higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti, por siempre. Y sus discípulos
lo oyeron. |
|
15 |
|
Y vinieron a Jerusalén; y entrando Jesús
en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el
templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que
vendían palomas; |
|
16 |
|
y no consentía que nadie atravesase el
templo llevando vaso alguno. |
|
17 |
|
Y les enseñaba, diciendo: ¿No está
escrito: Mi casa, casa de oración será llamada de todas las naciones?
Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. |
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18 |
|
Y lo oyeron los escribas y los príncipes
de los sacerdotes, y buscaban cómo le matarían; porque le tenían miedo,
por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina. |
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19 |
|
Y al llegar la noche, Él salió de la
ciudad. |
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20 |
|
Y en la mañana, pasando por allí, vieron
que la higuera se había secado desde las raíces. |
|
21 |
|
Y Pedro acordándose, le dijo: Maestro,
he aquí la higuera que maldijiste se ha secado. |
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22 |
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Y respondiendo Jesús les dijo: Tened fe
en Dios. |
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23 |
|
Porque de cierto os digo, que cualquiera
que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar; y no dudare en su
corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será
hecho. |
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24 |
|
Por tanto os digo que todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. |
|
25 |
|
Y cuando estuviereis orando, perdonad,
si tuviereis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está
en el cielo os perdone a vosotros vuestras ofensas. |
|
26 |
|
Porque si vosotros no perdonáis, tampoco
vuestro Padre que está en el cielo os perdonará vuestras ofensas. |
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27 |
|
Y vienen de nuevo a Jerusalén; y andando
Él por el templo, vienen a Él los príncipes de los sacerdotes, y los
escribas y los ancianos, |
|
28 |
|
y le dicen: ¿Con qué autoridad haces
estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas? |
|
29 |
|
Y Jesús, respondiendo, les dijo: También
yo os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago
estas cosas: |
|
30 |
|
El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o
de los hombres? Respondedme. |
|
31 |
|
Y ellos cavilaban dentro de sí, diciendo:
Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? |
|
32 |
|
Y si dijéremos: De los hombres, tememos
al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta. |
|
33 |
|
Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús:
No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré
con qué autoridad hago estas cosas. |
|
Marcos 12 |
|
|
1 |
|
Y comenzó a hablarles por parábolas: Un
hombre plantó una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y
edificó una torre, y la arrendó a labradores, y partió lejos. |
|
2 |
|
Y al tiempo envió un siervo a los
labradores, para que recibiese de los labradores del fruto de su viña. |
|
3 |
|
Mas ellos tomándole, le hirieron, y le
enviaron vacío. |
|
4 |
|
Y volvió a enviarles otro siervo, mas
ellos apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le enviaron afrentado. |
|
5 |
|
Y volvió a enviar a otro, y a éste
mataron; y a otros muchos, hiriendo a unos y matando a otros. |
|
6 |
|
Por último, teniendo aún un hijo, su
amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. |
|
7 |
|
Mas aquellos labradores dijeron entre sí:
Éste es el heredero, venid, matémosle, y la heredad será nuestra. |
|
8 |
|
Y prendiéndole, le mataron, y le echaron
fuera de la viña. |
|
9 |
|
¿Qué, pues, hará el señor de la viña?
Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. |
|
10 |
|
¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La
piedra que desecharon los edificadores, ha venida a ser cabeza del
ángulo: |
|
11 |
|
El Señor ha hecho esto, y es cosa
maravillosa en nuestros ojos? |
|
12 |
|
Y procuraban prenderle, porque sabían
que decía contra ellos aquella parábola, mas temían al pueblo, y
dejándole se fueron. |
|
13 |
|
Y enviaron a Él algunos de los fariseos
y de los herodianos, para que le prendiesen en alguna palabra. |
|
14 |
|
Y viniendo ellos, le dijeron: Maestro,
sabemos que eres veraz, y no te cuidas de nadie; porque no miras la
apariencia de los hombres, sino que enseñas el camino de Dios en verdad:
¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? |
|
15 |
|
Pero Él, conociendo la hipocresía de
ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme una moneda para que la
vea. |
|
16 |
|
Y ellos se la trajeron. Y les dice: ¿De
quién es esta imagen e inscripción? Y ellos le dijeron: De César. |
|
17 |
|
Y respondiendo Jesús les dijo: Dad a
César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron
de Él. |
|
18 |
|
Entonces vinieron a Él los saduceos, que
dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: |
|
19 |
|
Maestro, Moisés nos escribió, que si el
hermano de alguno muriese, y dejase esposa, y no dejase hijos, que su
hermano tome su esposa, y levante descendencia a su hermano. |
|
20 |
|
Hubo siete hermanos; y el primero tomó
esposa; y muriendo, no dejó descendencia. |
|
21 |
|
Y la tomó el segundo, y murió, y tampoco
él dejó descendencia; y el tercero, de la misma manera. |
|
22 |
|
Y la tomaron los siete, y no dejaron
descendencia; a la postre murió también la mujer. |
|
23 |
|
En la resurrección, pues, cuando
resucitaren, ¿de cuál de ellos será esposa? Porque los siete la tuvieron
por esposa. |
|
24 |
|
Entonces respondiendo Jesús, les dijo:
¿No erráis por esto, porque no conocéis las Escrituras, ni el poder de
Dios? |
|
25 |
|
Porque cuando resuciten de entre los
muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, mas serán como los
ángeles que están en el cielo. |
|
26 |
|
Y de que los muertos hayan de resucitar,
¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza,
diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de
Jacob? |
|
27 |
|
Él no es Dios de muertos, sino Dios de
vivos; así que vosotros mucho erráis. |
|
28 |
|
Y uno de los escribas que los había oído
disputar, y sabía que les había respondido bien, vino y le preguntó: ¿Cuál
es el primer mandamiento de todos? |
|
29 |
|
Y Jesús le respondió: El primer
mandamiento de todos es: Oye, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor
uno es. |
|
30 |
|
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus
fuerzas. Éste es el principal mandamiento. |
|
31 |
|
Y el segundo es semejante a éste: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. |
|
32 |
|
Entonces el escriba le dijo: Bien,
Maestro, verdad has dicho, porque hay un Dios, y no hay otro fuera de Él. |
|
33 |
|
Y el amarle con todo el corazón, y con
todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas las fuerzas; y
amar al prójimo como a sí mismo, más es que todos los holocaustos y
sacrificios. |
|
34 |
|
Y Jesús, viendo que respondió sabiamente,
le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba
preguntarle. |
|
35 |
|
Y enseñando en el templo, respondió
Jesús y dijo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? |
|
36 |
|
Porque el mismo David dijo por el
Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta
que ponga tus enemigos por estrado de tus pies. |
|
37 |
|
Y si David mismo le llama Señor; ¿cómo,
pues, es su hijo? Y el pueblo común le oía de buena gana. |
|
38 |
|
Y les decía en su doctrina: Guardaos de
los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las
salutaciones en las plazas, |
|
39 |
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y las primeras sillas en las sinagogas,
y los primeros asientos en las cenas; |
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que devoran las casas de las viudas, y
por pretexto hacen largas oraciones. Éstos recibirán mayor condenación. |
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Y estando Jesús sentado delante del arca
de la ofrenda, miraba como el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos
ricos echaban mucho. |
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Y vino una viuda pobre, y echó dos
blancas, que es un cuadrante. |
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43 |
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Entonces llamando a sus discípulos, les
dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que
han echado en el arca; |
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porque todos han echado de lo que les
sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento. |