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Mateo 8 |
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1 |
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Y descendiendo Él del monte, grandes
multitudes le seguían. |
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2 |
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Y he aquí vino un leproso y le adoraba,
diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. |
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3 |
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Y Jesús extendiendo su mano le tocó,
diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante fue limpio de su lepra. |
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4 |
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Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo
digas a nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece la ofrenda que
mandó Moisés, para testimonio a ellos. |
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5 |
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Y entrando Jesús en Capernaúm, vino a Él
un centurión, rogándole, |
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6 |
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y diciendo: Señor, mi siervo yace en
casa, paralítico, gravemente atormentado. |
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7 |
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Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. |
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8 |
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Respondió el centurión y dijo: Señor, no
soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra, y mi
siervo sanará. |
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9 |
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Porque también yo soy hombre bajo
autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y a
otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. |
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10 |
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Y oyéndolo Jesús, se maravilló, y dijo a
los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado
tanta fe. |
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11 |
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Y os digo que vendrán muchos del oriente
y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino
de los cielos. |
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12 |
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Mas los hijos del reino serán echados a
las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. |
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13 |
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Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y
como creíste te sea hecho. Y su siervo fue sano en aquella misma hora. |
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14 |
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Y vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la
suegra de éste, postrada, y con fiebre. |
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15 |
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Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y
ella se levantó, y les servía. |
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16 |
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Y caída la tarde, trajeron a Él muchos
endemoniados; y con la palabra echó fuera a los espíritus, y sanó a
todos los que estaban enfermos: |
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17 |
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Para que se cumpliese lo que fue dicho
por el profeta Isaías, que dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y
llevó nuestras dolencias. |
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18 |
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Y viendo Jesús a una gran multitud
alrededor de sí, mandó que pasasen al otro lado. |
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19 |
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Y cierto escriba vino y le dijo:
Maestro, te seguiré adondequiera que fueres. |
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20 |
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Y Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene
donde recostar su cabeza. |
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21 |
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Y otro de sus discípulos le dijo: Señor,
permíteme que primero vaya y entierre a mi padre. |
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22 |
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Pero Jesús le dijo: Sígueme; y deja que
los muertos entierren a sus muertos. |
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23 |
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Y cuando Él hubo entrado en una barca,
sus discípulos le siguieron. |
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24 |
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Y he aquí que se levantó en el mar una
tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; mas Él dormía. |
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25 |
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Y vinieron sus discípulos y le
despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. |
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26 |
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Y Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres
de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y
se hizo grande bonanza. |
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27 |
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Y los hombres se maravillaron, diciendo:
¿Qué clase de hombre es Éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? |
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28 |
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Y cuando Él llegó a la otra ribera, a la
región de los gergesenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que
salían de los sepulcros, fieros en gran manera, tanto que nadie podía
pasar por aquel camino. |
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29 |
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Y he aquí, clamaron diciendo: ¿Qué
tenemos que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para
atormentarnos antes de tiempo? |
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30 |
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Y lejos de ellos, estaba paciendo un
hato de muchos puercos. |
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31 |
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Y los demonios le rogaron diciendo: Si
nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de puercos. |
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32 |
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Y Él les dijo: Id. Y ellos saliendo, se
fueron a aquel hato de puercos; y he aquí, todo el hato de puercos se
precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. |
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33 |
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Y los que los apacentaban huyeron; y
viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había
acontecido con los endemoniados. |
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34 |
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Y he aquí, toda la ciudad salió a
encontrar a Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus
contornos. |
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Mateo 9 |
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1 |
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Y entrando Él en una barca, pasó al otro
lado, y vino a su ciudad. |
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2 |
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Y he aquí, le trajeron a un paralítico
echado en una cama; y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:
Hijo, ten ánimo, tus pecados te son perdonados. |
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3 |
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Y he aquí, ciertos de los escribas
decían dentro de sí: Éste blasfema. |
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4 |
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Y conociendo Jesús los pensamientos de
ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? |
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5 |
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Porque, ¿qué es más fácil, decir: Tus
pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? |
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6 |
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Pues para que sepáis que el Hijo del
Hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados ( dijo entonces
al paralítico ): Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. |
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7 |
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Entonces él se levantó y se fue a su
casa. |
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8 |
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Pero cuando las multitudes vieron esto,
se maravillaron y glorificaron a Dios, que había dado tal potestad a los
hombres. |
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9 |
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Y pasando Jesús de allí, vio a un hombre
llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos; y
le dijo: Sígueme. Y él se levantó y le siguió. |
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10 |
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Y aconteció que estando Él sentado a la
mesa en la casa, he aquí muchos publicanos y pecadores que habían venido,
se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. |
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11 |
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Y cuando vieron esto los fariseos,
dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los
publicanos y pecadores? |
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12 |
|
Y oyéndolo Jesús, les dijo: Los que
están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. |
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13 |
|
Id, pues, y aprended lo que significa:
Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a
justos, sino a pecadores al arrepentimiento. |
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14 |
|
Entonces vinieron a Él los discípulos de
Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces,
y tus discípulos no ayunan? |
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15 |
|
Y Jesús les dijo: ¿Pueden, los que están
de bodas, entristecerse entre tanto que el esposo está con ellos? Mas
los días vendrán, cuando el esposo les será quitado, y entonces
ayunarán. |
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16 |
|
Nadie pone remiendo de paño nuevo en
vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la
rotura. |
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17 |
|
Tampoco echan vino nuevo en odres viejos;
de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se
pierden; mas echan el vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan. |
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18 |
|
Hablándoles Él estas cosas, he aquí vino
un principal y le adoró, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon
tu mano sobre ella, y vivirá. |
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19 |
|
Y Jesús se levantó, y le siguió, y sus
discípulos. |
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20 |
|
Y he aquí una mujer que estaba enferma
de flujo de sangre por ya doce años, se le acercó por detrás y tocó el
borde de su manto. |
|
21 |
|
Porque decía dentro de sí: Si tan sólo
tocare su manto, seré sana. |
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22 |
|
Mas Jesús, volviéndose y mirándola, dijo:
Hija, ten ánimo, tu fe te ha sanado. Y la mujer fue sana desde aquella
hora. |
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23 |
|
Y cuando Jesús llegó a casa del
principal, y vio los tañedores de flautas, y la gente que hacía bullicio, |
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24 |
|
les dijo: Apartaos, que la muchacha no
está muerta, sino duerme. Y se burlaban de Él. |
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25 |
|
Mas cuando hubieron echado fuera a la
gente, entró, y la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. |
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26 |
|
Y la fama de esto salió por toda aquella
tierra. |
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27 |
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Y partiendo Jesús de allí, le siguieron
dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Hijo de David, ten misericordia de
nosotros! |
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28 |
|
Y llegado a casa, los ciegos vinieron a
Él; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le dijeron: Sí,
Señor. |
|
29 |
|
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
Conforme a vuestra fe os sea hecho. |
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30 |
|
Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y
Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. |
|
31 |
|
Pero cuando ellos salieron, divulgaron
su fama por toda aquella tierra. |
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32 |
|
Y al salir ellos, he aquí, le trajeron a
un hombre mudo, endemoniado. |
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33 |
|
Y echado fuera el demonio, el mudo
habló; y las multitudes se maravillaron, diciendo: Jamás se había visto
cosa semejante en Israel. |
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34 |
|
Pero los fariseos decían: Por el
príncipe de los demonios echa fuera los demonios. |
|
35 |
|
Y recorría Jesús todas las ciudades y
aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio
del reino, y sanando toda enfermedad y todo achaque en el pueblo. |
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36 |
|
Y al ver las multitudes, tuvo compasión
de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no
tienen pastor. |
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37 |
|
Entonces dijo a sus discípulos: A la
verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. |
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38 |
|
Rogad, pues, al Señor de la mies, que
envíe obreros a su mies. |
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Mateo 10 |
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1 |
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Entonces llamando a sus doce discípulos,
les dio potestad contra los espíritus inmundos, para que los echasen
fuera, y sanasen toda enfermedad y toda dolencia. |
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2 |
|
Y los nombres de los doce apóstoles son
estos: El primero, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano;
Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, |
|
3 |
|
Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el
publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo, |
|
4 |
|
Simón el cananita, y Judas Iscariote,
quien también le entregó. |
|
5 |
|
A estos doce envió Jesús, y les mandó,
diciendo: No vayáis por camino de los gentiles, y no entréis en ciudad
de samaritanos, |
|
6 |
|
sino id antes a las ovejas perdidas de
la casa de Israel. |
|
7 |
|
Y yendo, predicad, diciendo: El reino de
los cielos se ha acercado. |
|
8 |
|
Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de
gracia. |
|
9 |
|
No os proveáis oro, ni plata, ni cobre
en vuestras bolsas; |
|
10 |
|
ni alforja para el camino, ni dos
túnicas, ni calzado, ni bordón; porque el obrero digno es de su
alimento. |
|
11 |
|
Y en cualquier ciudad o aldea donde
entréis, inquirid quién en ella sea digno, y quedad allí hasta que
salgáis. |
|
12 |
|
Y cuando entréis en una casa, saludadla. |
|
13 |
|
Y si la casa fuere digna, vuestra paz
vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a
vosotros. |
|
14 |
|
Y si alguno no os recibiere, ni oyere
vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de
vuestros pies. |
|
15 |
|
De cierto os digo: En el día del juicio,
será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que
para aquella ciudad. |
|
16 |
|
He aquí yo os envío como a ovejas en
medio de lobos; sed, pues, sabios como serpientes, y sencillos como
palomas. |
|
17 |
|
Y guardaos de los hombres, porque os
entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán. |
|
18 |
|
Y seréis llevados ante reyes y
gobernadores por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. |
|
19 |
|
Mas cuando os entregaren, no os
preocupéis de cómo o qué habéis de hablar; porque en aquella misma hora,
os será dado lo que habéis de hablar. |
|
20 |
|
Porque no sois vosotros los que habláis,
sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. |
|
21 |
|
Y el hermano entregará a la muerte al
hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra sus
padres, y los harán morir. |
|
22 |
|
Y seréis aborrecidos de todos por causa
de mi nombre, mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. |
|
23 |
|
Y cuando os persiguieren en esta ciudad,
huid a la otra; porque de cierto os digo: No acabaréis de recorrer todas
las ciudades de Israel, sin que haya venido el Hijo del Hombre. |
|
24 |
|
El discípulo no es más que su maestro,
ni el siervo más que su señor. |
|
25 |
|
Bástale al discípulo ser como su
maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron
Belcebú, ¿cuánto más a los de su casa? |
|
26 |
|
Así que, no les temáis; porque nada hay
encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de
saberse. |
|
27 |
|
Lo que os digo en tinieblas, decidlo en
la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. |
|
28 |
|
Y no temáis a los que matan el cuerpo,
mas el alma no pueden matar; temed más bien a Aquél que puede destruir
el alma y el cuerpo en el infierno. |
|
29 |
|
¿No se venden dos pajarillos por un
cuadrante? Y ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. |
|
30 |
|
Pues aun los cabellos de vuestra cabeza
están todos contados. |
|
31 |
|
Así que, no temáis; de más estima sois
vosotros que muchos pajarillos. |
|
32 |
|
Cualquiera, pues, que me confesare
delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que
está en el cielo. |
|
33 |
|
Y cualquiera que me negare delante de
los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en el
cielo. |
|
34 |
|
No penséis que he venido para meter paz
en la tierra; no he venido para meter paz, sino espada. |
|
35 |
|
Porque he venido para poner en disensión
al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera
contra su suegra. |
|
36 |
|
Y los enemigos del hombre serán los de
su propia casa. |
|
37 |
|
El que ama padre o madre más que a mí,
no es digno de mí; y el que ama hijo o hija más que a mí, no es digno de
mí. |
|
38 |
|
Y el que no toma su cruz y sigue en pos
de mí, no es digno de mí. |
|
39 |
|
El que hallare su vida, la perderá; mas
el que perdiere su vida por causa de mí, la hallará. |
|
40 |
|
El que a vosotros recibe, a mí me
recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. |
|
41 |
|
El que recibe a un profeta en nombre de
profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo en
nombre de justo, recompensa de justo recibirá. |
|
42 |
|
Y cualquiera que diere a uno de estos
pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de
cierto os digo que no perderá su recompensa. |
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Mateo 11 |
|
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1 |
|
Y aconteció que acabando Jesús de dar
comisión a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y predicar en
las ciudades de ellos. |
|
2 |
|
Y oyendo Juan en la prisión los hechos
de Cristo, envió dos de sus discípulos, |
|
3 |
|
diciéndole: ¿Eres tú Aquél que había de
venir, o esperaremos a otro? |
|
4 |
|
Y respondiendo Jesús les dijo: Id, y
decid a Juan las cosas que oís y veis. |
|
5 |
|
Los ciegos ven, los cojos andan, los
leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y
a los pobres es predicado el evangelio. |
|
6 |
|
Y bienaventurado es el que no fuere
escandalizado en mí. |
|
7 |
|
Y yéndose ellos, comenzó Jesús a decir a
las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una
caña sacudida por el viento? |
|
8 |
|
¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre
cubierto de ropas delicadas? He aquí, los que visten ropas delicadas, en
las casas de los reyes están. |
|
9 |
|
Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. |
|
10 |
|
Porque éste es de quien está escrito: He
aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu
camino delante de ti. |
|
11 |
|
De cierto os digo: Entre los nacidos de
mujer jamás se levantó otro mayor que Juan el Bautista; pero el que es
menor en el reino de los cielos, mayor es que él. |
|
12 |
|
Y desde los días de Juan el Bautista
hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo
arrebatan. |
|
13 |
|
Porque todos los profetas y la ley,
hasta Juan profetizaron. |
|
14 |
|
Y si queréis recibirlo, él es aquel
Elías que había de venir. |
|
15 |
|
El que tiene oídos para oír, oiga. |
|
16 |
|
Mas ¿a qué compararé esta generación? Es
semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a
sus compañeros, |
|
17 |
|
diciendo: Os tañimos flauta, y no
bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis. |
|
18 |
|
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía,
y dicen: Demonio tiene. |
|
19 |
|
Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe,
y dicen: He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos
y pecadores. Mas la sabiduría es justificada de sus hijos. |
|
20 |
|
Entonces comenzó a reconvenir a las
ciudades donde la mayoría de sus milagros habían sido hechos, porque no
se habían arrepentido, diciendo: |
|
21 |
|
¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!
Que si los milagros hechos en vosotras, se hubiesen hecho en Tiro y en
Sidón, hace mucho que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. |
|
22 |
|
Por tanto os digo: En el día del juicio,
será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. |
|
23 |
|
Y tú, Capernaúm, que hasta el cielo eres
levantada, hasta el infierno serás abajada; porque si en Sodoma hubiesen
sido hechos los milagros hechos en ti, habría permanecido hasta el día
de hoy. |
|
24 |
|
Por tanto te digo, que en el día del
juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para
ti. |
|
25 |
|
En aquel tiempo, respondió Jesús y dijo:
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los
niños. |
|
26 |
|
Sí, Padre, porque así agradó a tus ojos. |
|
27 |
|
Todas las cosas me son entregadas por mi
Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre,
sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar. |
|
28 |
|
Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. |
|
29 |
|
Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas. |
|
30 |
|
Porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga. |
|
Mateo 12 |
|
|
1 |
|
En aquel tiempo iba Jesús por los
sembradíos en sábado; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a
arrancar espigas y a comer. |
|
2 |
|
Y viéndolo los fariseos, le dijeron: He
aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. |
|
3 |
|
Mas Él les dijo: ¿No habéis leído qué
hizo David cuando tuvo hambre, él y los que con él estaban; |
|
4 |
|
cómo entró en la casa de Dios, y comió
del pan de la proposición, que no le era lícito comer, ni a los que
estaban con él, sino sólo a los sacerdotes? |
|
5 |
|
¿O no habéis leído en la ley, cómo los
sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado y son sin culpa? |
|
6 |
|
Pues os digo que uno mayor que el templo
está aquí. |
|
7 |
|
Mas si supieseis qué significa:
Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes. |
|
8 |
|
Porque el Hijo del Hombre es Señor aun
del sábado. |
|
9 |
|
Y partiendo de allí, vino a la sinagoga
de ellos: |
|
10 |
|
Y he aquí había un hombre que tenía seca
una mano. Y le preguntaron para poder acusarle, diciendo: ¿Es lícito
sanar en sábado? |
|
11 |
|
Y Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de
vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un pozo en sábado, no
le eche mano, y la levante? |
|
12 |
|
Pues ¿cuánto más vale un hombre que una
oveja? Así que es lícito hacer el bien en sábado. |
|
13 |
|
Entonces dijo a aquel hombre: Extiende
tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. |
|
14 |
|
Entonces salieron los fariseos y tomaron
consejo contra Él, de cómo le matarían. |
|
15 |
|
Mas sabiéndolo Jesús, se apartó de allí;
y grandes multitudes le seguían, y sanaba a todos. |
|
16 |
|
Y les encargaba rigurosamente que no le
diesen a conocer: |
|
17 |
|
Para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, que dijo: |
|
18 |
|
He aquí mi siervo, a quien he escogido:
Mi amado, en quien se agrada mi alma: Pondré mi Espíritu sobre Él, y a
los gentiles anunciará juicio. |
|
19 |
|
No contenderá, ni voceará; ni nadie oirá
en las calles su voz. |
|
20 |
|
La caña cascada no quebrará, y el pábilo
que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio. |
|
21 |
|
Y en su nombre esperarán los gentiles. |
|
22 |
|
Entonces fue traído a Él un endemoniado,
ciego y mudo, y le sanó; de tal manera que el ciego y mudo veía y
hablaba. |
|
23 |
|
Y todo el pueblo estaba maravillado y
decía: ¿No es Éste el Hijo de David? |
|
24 |
|
Mas los fariseos oyéndolo decían: Éste
no echa fuera los demonios sino por Belcebú, príncipe de los demonios. |
|
25 |
|
Y conociendo Jesús los pensamientos de
ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y
toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. |
|
26 |
|
Y si Satanás echa fuera a Satanás,
contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? |
|
27 |
|
Y si yo por Belcebú echo fuera los
demonios, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán
vuestros jueces. |
|
28 |
|
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo
fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros. |
|
29 |
|
De otra manera, ¿cómo puede uno entrar a
la casa del hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al
hombre fuerte? Y entonces podrá saquear su casa. |
|
30 |
|
El que no es conmigo, contra mí es; y el
que conmigo no recoge, desparrama. |
|
31 |
|
Por tanto os digo: Todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el
Espíritu Santo no les será perdonada a los hombres. |
|
32 |
|
Y a cualquiera que dijere palabra contra
el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hablare
contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este mundo, ni en
el venidero. |
|
33 |
|
O haced el árbol bueno y su fruto bueno,
o haced el árbol malo y su fruto malo, porque el árbol por su fruto es
conocido. |
|
34 |
|
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis
hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla
la boca. |
|
35 |
|
El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas
cosas. |
|
36 |
|
Mas yo os digo que de toda palabra
ociosa que el hombre hablare, de ella dará cuenta en el día del juicio. |
|
37 |
|
Porque por tus palabras serás
justificado, y por tus palabras serás condenado. |
|
38 |
|
Entonces respondieron unos de los
escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro querríamos ver de ti señal. |
|
39 |
|
Mas Él respondió y les dijo: La
generación perversa y adúltera demanda señal; mas señal no le será dada,
sino la señal del profeta Jonás. |
|
40 |
|
Porque como estuvo Jonás en el vientre
de la ballena tres días y tres noches; así estará el Hijo del Hombre
tres días y tres noches en el corazón de la tierra. |
|
41 |
|
Los hombres de Nínive se levantarán en
el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se
arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí, uno mayor que Jonás
en este lugar. |
|
42 |
|
La reina del Sur se levantará en el
juicio con esta generación, y la condenará; porque vino de los fines de
la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y he aquí, uno mayor que
Salomón en este lugar. |
|
43 |
|
Cuando el espíritu inmundo ha salido del
hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. |
|
44 |
|
Entonces dice: Volveré a mi casa de
donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. |
|
45 |
|
Entonces va, y toma consigo otros siete
espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de
aquel hombre viene a ser peor que el primero. |
|
46 |
|
Y cuando Él aún hablaba a la gente, he
aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y querían hablar con Él. |
|
47 |
|
Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus
hermanos están afuera, y quieren hablar contigo. |
|
48 |
|
Y respondiendo Él al que le decía esto,
dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? |
|
49 |
|
Y extendiendo su mano hacia sus
discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. |
|
50 |
|
Porque todo aquel que hace la voluntad
de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, y hermana, y madre. |
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Mateo 13 |
|
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1 |
|
Y aquel día salió Jesús de casa y se
sentó junto al mar. |
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2 |
|
Y grandes multitudes se juntaron a Él, y
entrando Él en una barca, se sentó, y toda la multitud estaba a la
ribera. |
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3 |
|
Y les habló muchas cosas en parábolas,
diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. |
|
4 |
|
Y cuando sembraba, parte de la semilla
cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. |
|
5 |
|
Y parte cayó en pedregales, donde no
había mucha tierra; y brotó luego, porque no tenía profundidad de
tierra; |
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6 |
|
mas salido el sol; se quemó, y porque no
tenía raíz, se secó. |
|
7 |
|
Y parte cayó entre espinos; y los
espinos crecieron, y la ahogaron. |
|
8 |
|
Mas parte cayó en buena tierra y dio
fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. |
|
9 |
|
El que tiene oídos para oír, oiga. |
|
10 |
|
Entonces vinieron los discípulos, y le
dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? |
|
11 |
|
Él respondiendo, les dijo: Porque a
vosotros os es dado el saber los misterios del reino de los cielos; mas
a ellos no les es dado. |
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12 |
|
Porque a cualquiera que tiene, se le
dará, y tendrá más; mas al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado |
|
13 |
|
Por eso les hablo por parábolas; porque
viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. |
|
14 |
|
Y en ellos se cumple la profecía de
Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, mas
no percibiréis. |
|
15 |
|
Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos;
para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón
entiendan, y se conviertan, y yo los sane. |
|
16 |
|
Mas bienaventurados vuestros ojos,
porque ven, y vuestros oídos porque oyen. |
|
17 |
|
Porque de cierto os digo, que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que
oís, y no lo oyeron. |
|
18 |
|
Oíd, pues, vosotros la parábola del
sembrador. |
|
19 |
|
Cuando alguno oye la palabra del reino y
no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino. |
|
20 |
|
Y el que fue sembrado en pedregales,
éste es el que oye la palabra, y al instante la recibe con gozo, |
|
21 |
|
pero no tiene raíz en sí, sino que es
temporal; pues cuando viene la aflicción o la persecución por causa de
la palabra, luego se ofende. |
|
22 |
|
Y el que fue sembrado entre espinos,
éste es el que oye la palabra; pero el afán de este mundo, y el engaño
de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. |
|
23 |
|
Mas el que fue sembrado en buena tierra,
éste es el que oye la palabra y la entiende, y lleva fruto; y lleva uno
a ciento, y otro a sesenta, y otro a treinta por uno. |
|
24 |
|
Les relató otra parábola, diciendo: El
reino de los cielos es semejante al hombre que sembró buena semilla en
su campo; |
|
25 |
|
pero mientras dormían los hombres, vino
su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. |
|
26 |
|
Y cuando la hierba salió y dio fruto,
entonces apareció también la cizaña. |
|
27 |
|
Y vinieron los siervos del padre de
familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo?
¿De dónde, pues, tiene cizaña? |
|
28 |
|
Y él les dijo: Un enemigo ha hecho esto.
Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? |
|
29 |
|
Mas él dijo: No, no sea que al arrancar
la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. |
|
30 |
|
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro
hasta la siega; y en el tiempo de la siega yo diré a los segadores:
Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas
recoged el trigo en mi alfolí. |
|
31 |
|
Otra parábola les relató, diciendo: El
reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó
y sembró en su campo; |
|
32 |
|
el cual a la verdad es la más pequeña de
todas las semillas; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas,
y se hace árbol, tal, que vienen las aves del cielo y anidan en sus
ramas. |
|
33 |
|
Otra parábola les dijo: El reino de los
cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres
medidas de harina, hasta que todo fue leudado. |
|
34 |
|
Todas estas cosas habló Jesús por
parábolas a la multitud, y sin parábolas no les hablaba; |
|
35 |
|
para que se cumpliese lo que fue dicho
por el profeta que dijo: En parábolas abriré mi boca; Enunciaré cosas
que han estado escondidas desde la fundación del mundo. |
|
36 |
|
Entonces Jesús despidió a la multitud, y
se fue a casa, y sus discípulos vinieron a Él, y le dijeron: Decláranos
la parábola de la cizaña del campo. |
|
37 |
|
Respondiendo Él les dijo: El que siembra
la buena semilla es el Hijo del Hombre; |
|
38 |
|
El campo es el mundo; la buena semilla
son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del malo. |
|
39 |
|
El enemigo que la sembró, es el diablo;
la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. |
|
40 |
|
Así como la cizaña es recogida y quemada
en el fuego; así será en el fin de este mundo. |
|
41 |
|
El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles,
y recogerán de su reino a todo lo que hace tropezar, y a los que hacen
iniquidad; |
|
42 |
|
Y los lanzarán al horno de fuego; allí
será el lloro y el crujir de dientes. |
|
43 |
|
Entonces los justos resplandecerán como
el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. |
|
44 |
|
Además, el reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo; el cual hallándolo un
hombre, lo esconde, y gozoso por ello, va y vende todo lo que tiene, y
compra aquel campo. |
|
45 |
|
También el reino de los cielos es
semejante a un mercader que busca buenas perlas; |
|
46 |
|
el cual, hallando una perla preciosa,
fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. |
|
47 |
|
Asimismo el reino de los cielos es
semejante a una red, que fue echada en el mar, y atrapó de toda clase; |
|
48 |
|
la cual llenándose, la sacaron a la
orilla, y sentados, recogieron lo bueno en cestas, y lo malo echaron
fuera. |
|
49 |
|
Así será en el fin del mundo; los
ángeles vendrán, y apartarán a los malos de entre los justos, |
|
50 |
|
y los lanzarán en el horno de fuego;
allí será el lloro y el crujir de dientes. |
|
51 |
|
Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas
estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. |
|
52 |
|
Entonces Él les dijo: Por eso todo
escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de
familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. |
|
53 |
|
Y aconteció que acabando Jesús estas
parábolas, se fue de allí. |
|
54 |
|
Y venido a su tierra, les enseñaba en la
sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban atónitos, y decían:
¿De dónde tiene Éste esta sabiduría y estos milagros? |
|
55 |
|
¿No es Éste el hijo del carpintero? ¿No
se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? |
|
56 |
|
¿Y no están todas sus hermanas con
nosotros? ¿De dónde, pues, tiene Éste todas estas cosas? |
|
57 |
|
Y se escandalizaban en Él. Mas Jesús les
dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. |
|
58 |
|
Y no hizo allí muchos milagros, a causa
de la incredulidad de ellos. |
|
Mateo 14 |
|
|
1 |
|
En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó
de la fama de Jesús. |
|
2 |
|
Y dijo a sus siervos: Éste es Juan el
Bautista; él ha resucitado de los muertos, y por eso maravillas se
manifiestan en él. |
|
3 |
|
Porque Herodes había prendido a Juan, y
le había aprisionado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías,
esposa de Felipe su hermano, |
|
4 |
|
porque Juan le decía: No te es lícito
tenerla. |
|
5 |
|
Y quería matarle, pero temía al pueblo,
porque le tenían como a profeta. |
|
6 |
|
Mas celebrándose el cumpleaños de
Herodes, la hija de Herodías danzó delante de ellos, y agradó a Herodes; |
|
7 |
|
por lo cual él prometió con juramento
darle cualquier cosa que ella pidiese. |
|
8 |
|
Y ella, siendo instruida primero por su
madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. |
|
9 |
|
Entonces el rey se entristeció, mas por
causa del juramento, y de los que estaban sentados con él a la mesa,
mandó que se la diesen, |
|
10 |
|
y envió decapitar a Juan en la cárcel. |
|
11 |
|
Y fue traída su cabeza en un plato y fue
dada a la damisela, y ésta la presentó a su madre. |
|
12 |
|
Entonces vinieron sus discípulos, y
tomaron el cuerpo y lo enterraron, y fueron y dieron las nuevas a Jesús. |
|
13 |
|
Y oyéndolo Jesús, se apartó de allí en
una barca a un lugar desierto, apartado; y cuando el pueblo lo oyó, le
siguió a pie de las ciudades. |
|
14 |
|
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud,
y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. |
|
15 |
|
Y cuando fue la tarde, sus discípulos
vinieron a Él, diciendo: Éste es un lugar desierto, y la hora es ya
pasada; despide a la multitud para que vayan a las aldeas y compren para
sí de comer. |
|
16 |
|
Mas Jesús les dijo: No tienen necesidad
de irse; dadles vosotros de comer. |
|
17 |
|
Y ellos le dijeron: No tenemos aquí sino
cinco panes y dos peces. |
|
18 |
|
Y Él les dijo: Traédmelos acá. |
|
19 |
|
Entonces mandó a la multitud recostarse
sobre la hierba, y tomó los cinco panes y los dos peces, y mirando hacia
el cielo, bendijo; y partió y dio los panes a sus discípulos, y los
discípulos a la multitud. |
|
20 |
|
Y comieron todos, y se saciaron; y de
los pedazos que sobraron, alzaron doce canastos llenos. |
|
21 |
|
Y los que comieron eran como cinco mil
hombres, sin contar las mujeres y los niños. |
|
22 |
|
Y luego Jesús hizo a sus discípulos
entrar en una barca e ir delante de Él al otro lado, mientras Él
despedía a las multitudes. |
|
23 |
|
Y despedidas las multitudes, subió al
monte a orar aparte. Y cuando llegó la noche, estaba allí solo. |
|
24 |
|
Y ya la barca estaba en medio del mar,
azotada por las olas, porque el viento era contrario. |
|
25 |
|
Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús
vino a ellos andando sobre el mar. |
|
26 |
|
Y los discípulos, viéndole andar sobre
el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. |
|
27 |
|
Mas luego Jesús les habló, diciendo: ¡Tened
ánimo; yo soy, no temáis! |
|
28 |
|
Entonces le respondió Pedro, diciendo:
Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. |
|
29 |
|
Y Él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de
la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. |
|
30 |
|
Pero viendo el viento fuerte, tuvo miedo;
y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! |
|
31 |
|
Y al instante Jesús, extendiendo su mano,
trabó de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? |
|
32 |
|
Y cuando ellos entraron en la barca, se
calmó el viento. |
|
33 |
|
Entonces los que estaban en la barca
vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de
Dios. |
|
34 |
|
Y cruzando al otro lado, vinieron a la
tierra de Genezaret. |
|
35 |
|
Y cuando le reconocieron los hombres de
aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a Él
todos los enfermos, |
|
36 |
|
y le rogaban que les dejase tocar tan
sólo el borde de su manto; y todos los que le tocaban, quedaban sanos. |